Rosa Elena Ladrón de Guevara Alafita y Fabiola Pensado madres de dos jóvenes desaparecidos en el año 2014, armonizaron la idea de que las universidades públicas y privadas abran los espacios a las familias víctimas del delito de desaparición con el propósito de hacer consciencia hacia la comunidad estudiantil del problema que lacera a México.
A la sociedad en general, Fabiola y Rosa Elena extienden una vez más la invitación de ser sensibles con el dolor de vivir por la desaparición de un ser querido, al que se busca por todas partes, a todas horas, todos los días, y no hay respuestas por ningún lado.
Sufrir por la desaparición de un hijo, ha enseñado a Rosa Elena Ladrón de Guevara Alafita y a Fabiola Pensado que deben tener fuerzas para seguir en la búsqueda, y jamás perder la esperanza de que algún día volverán a abrazarlos.
Cada uno de los últimos 3 mil 650 días vividos por Rosa Elena y Fabiola convergen en un vaivén de emociones que van desde llorar hasta el cansancio y quedarse dormidas, o a veces reír en medio del llanto y creer que experimentan estados de locura, sin permitirse perder la razón.
Rosa Elena busca a su hijo Antonio de Jesús Viveros Ladrón de Guevara privado de la libertad por personas particulares el 14 de marzo del 2014 en el municipio de Vega de Ala Torre.
La historia de la desaparición de su hijo Antonio, Rosa Elena la ha contado miles de veces, y vuelve a recordar: Se lo llevan de Vega de Alatorre, él ese día viaja a ese lugar, donde tenía una casa su papá, diciéndome que regresaba por la noche. Su papá viajó, preguntó por mi hijo y le dijeron que se lo llevaron en una camioneta blanca”.
A partir de ese día, la familia ha recibido llamadas de extorsión y pese a la denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE) no han localizado a los delincuentes que privan de la libertad a Antonio, y nadie sabe qué ocurrió; hoy jueves 14 de marzo del 2024, cumple 10 años de desaparecido.
“Desde hace 10 años tengo la ausencia de mi hijo. Aunque él tenía muchas inquietudes a sus 21 años, siempre, siempre, siempre mi hijo nos comunicaba lo que pasaba. Una mañana me pidió permiso que iba a casa de su papá a Vega de Ala Torre y regresaría en la noche. Ya no lo volvimos a ver”, lamenta.
Rosa Elena refiere que los meses posteriores a ese marzo del 2014, su estado de salud se deterioró al grado de padecer anemia, y el dolor de no saber de Antonio le impedía levantarse de la cama.
Su único pensamiento era morir, y en un estado de muerte poder encontrar a Antonio.
“Al inicio mi fuerza se acabó, estuve con anemia muy fuerte, mi hija me decía no te quiero muerta. Al principio pensaba yo que muerta lo iba a encontrar”.
Los pensamientos catastróficos de Rosa Elena cambiaron cuando un especialista en tanatología sembró en su mente y corazón la esperanza de volver a ver a Antonio -desaparecido a la edad de 21 años- quién regresará a buscarla y abrazarla.
“Me quería morir hasta que un tanatólogo me dijo: ¿Y si sucediera un milagro? Que él regresara ¿Te imaginas lo doloroso sería para Antonio encontrarse que su madre murió de dolor? Esas palabras me han sostenido, me dieron la esperanza de encontrarlo con vida. Mientras no tenga un cuerpo para llorar quiero seguir teniendo la esperanza de encontrarlo de poder abrazarlo”.
Rosa Elena y Fabiola cuentan que a ellas dos las une el mismo sufrimiento de tener un hijo desaparecido, pero no son las únicas, sino que hay miles de familias mutiladas con un lugar vacío en la mesa a la hora de comer, con una cama que no volvió a ocuparse, y las velas de un pastel en espera de encenderlas.
“Nosotras nos abrazamos, a veces reímos y lloramos porque sabemos que necesitamos sacar fuerzas, nos decimos locas, o que tal vez ya somos bipolares por reír y llorar al mismo tiempo, pero necesitamos reír para estar vivas por siempre y encontrar a nuestros amores”, expresa Rosa Elena en complicidad con Fabiola.
Ambas madres expresaron “agradecemos a la sociedad que se solidariza con nosotros, a las universidades que se solidarizan, gracias a los estudiantes, a los especialistas que nos ayudan a buscarlos”.
Refieren que las autoridades de la Fiscalía General del Estado y el gobierno de Veracruz no buscan a sus hijos, y tampoco destinan presupuesto económico para identificar y poner orden en los restos inhumados en las fosas comunes.
“¿Las fosas comunes? ¿Hay solución para nosotras? No hay solución, es un grito desesperante que estamos viviendo, queremos y merecemos saber qué pasó, nosotras somos parte de la historia de este país” afirman.
“ES MI NIÑITO DE 20 AÑOS, LOS ACABABA DE CUMPLIR CUANDO LO DESAPARECIERON”
Al sostener una fotografía con el rostro de su hijo Argenis Yosimar Pensado, su madre Fabiola Pensado Barrera expresa “él es mi niñito” sostiene un silencio y lo vuelve a decir “es mi niñito, mi niñito de 20 años, los acaba de cumplir 20 años cuando se lo llevaron, lo desaparecieron”.
El próximo sábado 16 de marzo del 2024, Argenis Yosimar cumplirá 10 años de desaparecido, sin que la autoridad de la Fiscalía General del Estado (FGE) haya podido encontrar pistas de su paradero.
Al relatar la experiencia de la búsqueda por Argenis, la madre de familia lamentó que en el año 2014 las autoridades no implementaron el protocolo de búsqueda, y ella desconocía sus derechos como ciudadana víctima de un delito, así que durante todo un año la Fiscalía General del Estado a cargo del exfiscal Luis Ángel Bravo Cortés, no buscó a su hijo.
En la mañana del domingo 16 de marzo del 2014, Argenis salió de su casa iba rumbo a su trabajo, ese mismo día hubo balaceras en Xalapa, era la administración del exgobernador Javier Duarte de Ochoa -preso en un penal federal por los delitos de asociación delictuosa y lavado de dinero.
Fabiola refiere que mantenía una comunicación constante con Argenis “Él y yo siempre, siempre estábamos en comunicación; me avisaba: mamá estoy acá, mamá voy para allá”.
En los primeros meses de la desaparición de Argenis, refiere la madre de familia que al igual que otras familias experimentó culpa por lo ocurrido, pero después entendieron que eran víctimas de la violencia e inseguridad en Veracruz y México.
“Poco a poco fui entendiendo que no éramos nosotras es un estado que nos está fallando. El gobierno usa un discurso de que si las personas desaparecen es porque en algo andaban, y eso no es cierto, no es verdad”.
Desde su experiencia, Fabiola considera que las y los ciudadanos deben informarse del problema de desaparición en México, y la sociedad en general mostrar empatía hacia las víctimas.
“Por ejemplo hay un desfile en diciembre y va mucha gente a verlo; pero hay una platica de desapariciones y apenas van 6 o 7 personas y siempres somos los mismos. Desde las universidades podemos hablarlo y tener el acompañamiento de chicos, algunos de ellos han aportado diseños, ideas”, dijo.
La madre buscadora invitó a la comunidad estudiantil y académica de las universidad públicas y privadas a sumarse a los trabajos de búsqueda, a las investigaciones y conocer de cerca el problema que atañe a miles de familias veracruzanas.
“Desde la universidad ayudarnos con su saber, pedimos no ser tan fríos, irlos encaminando a la problemática, hablar de los temas, de las desaprisiones nadie quiere hablar, se habla de otros temas, pero no de los desaparecidos, finalizó.
AVC
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