Sería muy grato decir lo contrario, pero las estadísticas y lo que ha sucedido en las últimas elecciones hacen prever que este año volverá a ser violento, tal vez el más del último lustro.

La política de abrazos, no balazos (igual que las de Peña Nieto, Calderón y Fox) ya sabemos qué resultados ha dado y no hay forma que en el último año de gobierno de López Obrador vaya a cambiar.

En 2022 en México fueron cometidos 32 mil 287 asesinatos y de que el actual Presidente tomó posesión a finales de 2022 esa cifra llegó a 142 mil 421. Por ningún motivo debe perderse de vista el número de desaparecidos, que de acuerdo a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad son más de 111 mil aunque el gobierno tiene una cifra mucho menor.

Los cárteles y demás grupos de la delincuencia organizada saben a la perfección cómo operan, sus puntos débiles y los límites autoimpuestos por la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina.

Les tienen tomada la medida, de ahí que su control haya crecido y ahora, del trasiego de la droga, han pasado a más actividades ilícitas, como la extorsión, que ya es una de sus grandes fuentes de ingreso, pues han sometido a amplios sectores productivos y del comercio.

Por otra parte, su presencia en la política no solo es mayor sino más descarada. A lo largo de todo el país numerosos alcaldes han recibido apoyo y protección en sus campañas para hacerlos ganar y luego son controlados por los grupos delincuenciales, que terminan imponiéndoles a los comandantes de la policía, tesoreros y directores de obras públicas.

¿En Veracruz sucede eso?, lamentablemente sí, como en casi todo el país, aunque en otras regiones el sometimiento es más evidente. Las actuales autoridades estatales lo han expuesto en declaraciones públicas.

Estos grupos han llegado a imponer o a controlar gobernadores y puede ser que hasta a algún presidente.

Así las cosas, la delincuencia organizada sabe desde hace varios años la importancia de controlar a políticos y este año habrá de notarse su mano en el respaldo a un buen número de candidatos. No es parte de una novela esto, es la realidad.

Por esto, en las últimas elecciones los crímenes de candidatos han estado presentes y, por más que desee uno que ya no suceda, no se trata de deseos o de milagros, todo indica que no hay forma de evitarlo.