El estudio fue coordinado por un instituto italiano. Desafía límites del cerebro humano

El primer brazo robótico controlado gracias a la respiración, más precisamente gracias a los movimientos que realiza el diafragma durante la respiración, desafía los límites del cerebro humano, sin que ello obstaculice el control del resto del cuerpo.

El resultado se debe al experimento que demostró que el sistema nervioso de individuos sanos es capaz de aceptar un tercer brazo robótico y aprender a controlarlo intuitivamente, permitiendo así explorar el funcionamiento del cerebro de nuevas maneras.

“La principal motivación de este estudio es la comprensión del sistema nervioso: si desafías al cerebro a hacer algo completamente nuevo, puedes aprender a comprender si es capaz de hacerlo”, observó Silvestro Micera de la EPFL y la Scuola Sant’Anna , coordinadora del estudio cuya primera autora es Giulia Dominijanni.

“Luego podremos transferir este conocimiento – continuó Micera – para desarrollar, por ejemplo, dispositivos de asistencia para personas con discapacidad o protocolos de rehabilitación después de un accidente cerebrovascular”.

El experimento se desarrolló inicialmente en un entorno virtual: los participantes estaban equipados con un cinturón que mide el movimiento del diafragma y un casco de realidad virtual, que les permitió visualizar el tercer brazo delante de ellos, entre el derecho y el izquierdo, equipado con una mano simétrica de seis dedos.

“Hicimos esta mano simétrica para evitar cualquier tendencia hacia la derecha o la izquierda”, comentó Dominijanni.

“El control del tercer brazo a través del diafragma es realmente muy intuitivo y quienes participaron en el experimento aprendieron a controlar el miembro adicional muy rápidamente.

Además – afirmó el investigador – nuestra estrategia de control es intrínsecamente independiente de los miembros biológicos y no afecta a la capacidad del usuario para controlar su cuerpo”.

La prueba continuó luego en el mundo real, donde los participantes demostraron que podían utilizar una versión muy simplificada de un brazo robótico, compuesto por una varilla que podía alargarse y acortarse: en este caso, la contracción del diafragma corresponde al alargamiento de la barra.

“Hemos demostrado que el cerebro humano puede adaptarse para coordinar nuevas extremidades junto con las biológicas”, agregó Solaiman Shokur de la EPFL, coautor de la investigación.

“Se trata de adquirir nuevas funciones motoras – afirmó- y reforzar las ya existentes de una persona, tenga o no alguna discapacidad”.

El estudio no lo menciona, pero además del diafragma, los investigadores también probaron el potencial de los músculos del oído: en este enfoque, los usuarios están equipados con sensores auditivos y entrenados para utilizar el movimiento fino de estos músculos para controlar el movimiento de un mouse de ordenador.

Una estrategia que algún día podría ayudar a desarrollar protocolos de rehabilitación para personas con déficits motrices.

“Nuestro próximo paso será explorar el uso de dispositivos robóticos más complejos”, señaló Micera.

“Sólo así podremos aprovechar el verdadero potencial de este estudio”, concluyó. (ANSA).

ansalatina.com

Conéctate con Formato7:

APUNTES | ¿Quiénes nos van a gobernar?