En un reciente texto titulado “¿Dónde ubicas a tu gobernador?”, Rubén Aguilar Valenzuela, exvocero del expresidente Vicente Fox, refiere que expertos en el tema del crimen organizado consideran que el avance de las mafias criminales no sería posible sin la colaboración con las autoridades de los distintos órdenes de gobierno. Sin embargo, acota: “En una República Federal, lo que hagan o dejen de hacer los gobernadores frente al crimen organizado es fundamental y más importante que la acción del gobierno federal. El gobernador vive en su estado y no hay nadie quien lo conozca mejor. Es la máxima autoridad en ese espacio.”
Y cita que Jorge Tello Peón, exdirector del CISEN y ahora presidente y director general de Madison Inteligencia México –una empresa de consultoría especializada en inteligencia estratégica–, ha diseñado una tipología con cuatro casos para ubicar a los gobernadores, en su relación con el crimen organizado:
1) Oposición y combate. Hay gobernadores que han decidido oponerse y combatir al crimen organizado. Lo hacen en el marco de una estrategia que implica fortalecer a la policía estatal y a las municipales. Se coordina con las Fuerzas Armadas y destina importantes recursos a esa política pública.
2) Omisión deliberada. Hay gobernadores que dejan hacer, pero no están involucrados con el crimen organizado. Saben que el crimen es una realidad que no se puede negar, pero evaden de manera consciente enfrentarse por razones distintas, pero el resultado es el mismo, no actúan.
3) Pacto de ingenuidad. Hay gobernadores que de manera ingenua pactan con el crimen organizado, pero no están involucrados. Piensan al ceder espacios, incluso de poder, el crimen va a disminuir el uso de la violencia. Buscan la “pax narca”. No la obtienen y el crimen se empodera.
4) Complicidad y/o sociedad. Hay gobernadores que son cómplices del crimen organizado y se asocian con él. Aprovechan su cargo para hacerse millonarios en alianza con los criminales. Antes, en la mayoría de los casos, recibieron su apoyo para llegar al poder.
Según Aguilar Valenzuela, si se aplica la tipología diseñada por Tello Peón se obtiene un primer mapa de la relación entre el crimen organizado y el poder político.
“De la información que se dispone de manera pública se puede decir que en el primer caso están quienes gobiernan Coahuila, Yucatán, Aguascalientes y Querétaro. No se ven más.
“La mayoría se ubica entre quienes optan por no hacer nada o negocian, aunque no se asocian con el crimen organizado. En esta situación hay 18.
“Quienes están asociados, de una u otra manera, se considera son los gobernadores de Guerrero, Morelos, Zacatecas, Michoacán, Sinaloa, Sonora, Baja California, Baja California Sur, San Luis Potosí, Colima y Nayarit”.
Y concluye que “el Ejército es la única institución del Estado mexicano que tiene pruebas contundentes, para decir cuál es la situación de cada uno de los gobernadores y también de los jefes de las policías estatales. Tienen información de todos los funcionarios públicos de alto nivel”.
En Veracruz, si el gobernador Cuitláhuac García no trata con narcos, ¿entonces quién de sus funcionarios se ha encargado de este delicadísimo tema durante los últimos cinco años? ¿Acaso un poderoso secretario que el mes pasado solicitó licencia para participar en el proceso interno de Morena, cuya larga campaña de posicionamiento fue la más dispendiosa de los seis aspirantes a la próxima gubernatura, sin que nadie conozca el origen de los millonarios recursos?
Hace menos de un mes, el 12 de octubre pasado, estalló en Quintana Roo un escándalo que repercutió en Veracruz. Ese día, en Tulum, habría sido detenido José Gil Caro Quintero, jefe del cártel de Caborca, Sonora.
Según publicó el periodista cuenqueño Ricardo Ravelo, el sobrino del capo Rafael Caro Quintero, quien en los años ochenta lideró el cártel de Guadalajara, sólo estuvo detenido unas horas pues habría ofrecido un soborno de 15 millones de pesos para que los agentes y policías que lo habían aprehendido lo dejaran en libertad. Según la versión periodística, la Fiscalía General de la República (FGR) y autoridades de Quintana Roo ya investigan este hecho, pero hasta ahora nada se sabe del narcotraficante ni de los policías, consignó el periodista veracruzano.
“Su captura se había efectuado cuando comía en un restaurante de mariscos en compañía de una mujer que, hasta ahora, no ha sido identificada. Conocido en el mundo del hampa como ‘El Pelo Chino’ y/o ‘Don José’, Caro Quintero controla el tráfico de drogas en Sonora, Veracruz y buena parte del sureste del país; otro de sus feudos es el estado de Quintana Roo, donde trafica drogas mediante narcovuelos que provienen de Colombia y otros países del Cono Sur. El capo tiene un alto perfil criminal: es considerado sanguinario y posee una gran capacidad para corromper autoridades”, describe Ravelo, ex reportero de la revista Proceso y autor de varios libros sobre narcopolítica, tema que domina por la cobertura informativa que durante años realizó en la extinta Procuraduría General de la República (PGR).
Ravelo asegura que José Gil Caro Quintero tiene refugios en Veracruz; “se afirma que uno de sus presuntos protectores es el exsecretario General de Gobierno de Veracruz, Eric Cisneros, aspirante a la gubernatura de ese estado”, publicó el columnista, refiriendo que el llamado “Pelo Chino” tiene protección de las autoridades locales, ocupando en la entidad veracruzana el lugar que tenía Albino Quintero Meraz, cabecilla del cártel de Juárez, quien operaba al lado de Alcides Ramón Magaña (a) “El Metro”.