A reserva de que el próximo viernes 10 de noviembre se hagan oficiales los resultados de las encuestas en nueve entidades del país, Eric Cisneros Burgos será el candidato de Morena al gobierno de Veracruz. Incluso, ya se prepara el festejo en Otatitlán.
La noticia la recibió la noche del viernes. El sábado por la mañana se sentó frente a la computadora y preparó meticulosamente la forma en que adelantaría el anuncio sobre los resultados. Por la tarde, se pintó de catrín como cada año y desfiló con sus paisanos de Otatitlán. Para entonces, en los medios corría como pólvora el anuncio hecho por el secretario donde se declaraba vencedor.
¿Cuáles fueron esos resultados? Visión consultores dio como ganador a Eric Cisneros con 42%, seguido de Manuel Huerta con el 25%, Rocío Nahle con el 23% y muy atrás Sergio Gutiérrez con el 10%. El resto de los aspirantes ni siquiera salieron en la foto.
La segunda encuestadora, Global Pollster, arrojó prácticamente los mismos resultados: Eric Cisneros con 39.5%, Manuel Huerta con el 24.4%, Rocío Nahle con el 23%; y Sergio Gutiérrez con el 13.1%. El resto de los aspirantes desapareció.
El tercer muestro corrió a cargo de la empresa Z Research, quien también dio como ganador a Cisneros con el 43.8%; seguido de Manuel Huerta con el 28.2%, Rocío Nahle con el 25.8; y Sergio Gutiérrez con el 11.4%
La última encuesta, la de Media People, también colocó a Cisneros en primer lugar con 40.6%, Manuel Huerta con 26.2%; Rocío Nahle con 24.5%; y Sergio Gutiérrez con apenas el 8.7%.
¿Cuál es la lectura? Todas dan por vencedor a Cisneros; todas con una ventaja promedio de quince puntos. Todas ponen a Manuel Huerta en segundo lugar y a Rocío Nahle en tercero. Se trata, como se dice en el argot electorero, de encuestas espejo. Los resultados son prácticamente los mismos y, en todo caso, irreversibles.
Con los resultados en la mano, Eric Cisneros les tomó la plaza por asalto. Ese mismo sábado, el ex delegado federal de los programas para el bienestar, Manuel Huerta, recriminó a la dirigencia nacional de Morena que no informe de los resultados de la encuesta como se había programado, y los acusó de que estaban haciendo bolas, como reza el mantra salinista.
Pero un dato muy importante: a pesar de que el anuncio de Cisneros fue público, Manuel Huerta no desmintió ni rechazó la información, sino que pidió a la dirigencia nacional que se pronunciara al respecto. Algo sabrá Huerta que no quiere un choque de trenes con Cisneros.
El caso de Nahle fue aún peor. Simplemente desapareció. No pronunció palabra alguna respecto de los resultados difundidos por el ex Secretario de Gobierno. En sus redes sociales, el mismo sábado sólo apareció información relativa a la instalación de centros de acopio para enviar ayuda a los damnificados de Guerrero, particularmente en Acapulco.
Hay una regla de oro en el argot electoral: siempre es necesario salir a cantar victoria aun cuando no se tengan los números definitivos en las manos. Proclamarse ganador genera confianza en los seguidores.
En este caso, sólo Eric Cisneros salió a difundir el resultado de las encuestas a su favor. Manuel Huerta acaso atinó a reclamar a su dirigencia nacional, y de Rocío Nahle, como de Camelia la texana, nunca más se supo nada.
Hasta este domingo, tampoco la dirigencia nacional se había pronunciado respecto de estos resultados, lo que fortaleció la percepción de que son válidos y definitivos.
Cisneros se adelanta a Morena y Mario Delgado
Apenas el viernes pasado, el maltrecho dirigente nacional de Morena Mario Delgado anunció con sorpresa, y sin explicación alguna, que los resultados de candidaturas en ocho gubernaturas y la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México se aplazaban diez días más, es decir, hasta el próximo 10 de noviembre.
Las razones pueden ser muchas. La primera y la más importante es que los resultados no fueron los que esperaban y, en consecuencia, los aspirantes no estarían satisfechos con las candidaturas, lo que podría provocar un éxodo masivo en algunos estados. Dos casos emblemáticos serían la Ciudad de México y Veracruz.
Para apaciguar los ánimos, estaba considerada la intervención directa del presidente López Obrador. Los premios de consolación ya estaban listos, sólo que tendrían que ser anunciados personalmente por el presidente para garantizar la disciplina.
El problema es que se les atravesó el huracán Otis y el presidente tuvo que, literalmente, atascarse en la emergencia que viven en Guerrero y particularmente en Acapulco. Distraerse en los asuntos internos de Morena en medio de la peor tragedia que se ha vivido a causa de un huracán habría tenido un costo político y social altísimo.
Por eso, la salomónica decisión de aplazar diez días más el anuncio. Por eso el presidente decidió regresar a la ciudad de México y refugiarse en su búnker para destrabar la elección interna de Morena, muy lejos de donde la gente damnificada e iracunda le pueda reclamar y generar una crisis política de mayores dimensiones.
Pero como los resultados ya estaban listos, Eric Cisneros decidió adelantarse y declararse vencedor. Nadie se atrevería en este momento a falsear la información. Por eso nadie duda que las cifras sean verdaderas.
Lo que todo mundo se pregunta, incluido el resto de los aspirantes, es si hubo autorización para difundirlas. Haiga sido como haiga sido, Cisneros ya se proclamó vencedor y nadie lo desmintió.
AMLO huye de Acapulco y se refugia en palacio nacional
Después de su tristemente célebre visita a Acapulco, en donde pasó las de Caín para llegar porque decidió viajar por tierra en lugar de hacerlo por aire, el presidente López Obrador se tapó los ojos ante la tragedia y huyó de regreso a palacio nacional.
Es una más de sus desafortunadas declaraciones, el sábado dijo que no está personalmente en Acapulco, Guerrero, atendiendo la emergencia que dejó el huracán «Otis» porque, “ayuda más que esté coordinando desde Palacio Nacional toda la ayuda para los damnificados”.
En principio, ni siquiera sabemos a qué ayuda se refiere. Acapulco está hecho un infierno. Sin agua ni alimentos, presa de la rapiña y los saqueos, que primero se registraron en los centros comerciales y ahora se han trasladados a lo que quedó de las casas y departamentos que resultaron afectados.
Sin ninguna autoridad capaz de tomar el control, Acapulco es una selva salvaje.
Por eso huyó el Presidente. Porque corría el riesgo de un reclamo y un acoso incesante por parte de los damnificados. Porque la tragedia lo perseguiría a todos lados sin tener capacidad de respuesta.
En cambio, escondido en su búnker de palacio nacional, la tragedia le puede resultar ajena y trata de hacer un control de daños desde el púlpito presidencial.
El presidente decidió restar importancia a la tragedia por dos razones. Primero, porque no quiere desviar miles de millones de pesos del Tren Maya, Dos Bocas y los programas sociales -a los que apuestan la elección del 2024- para destinarlos a la reconstrucción de Acapulco.
Acaso estará pensando, como siempre, que los ricos se las arreglen solos, porque de los pobres él se encarga a través de los programas sociales.
La segunda razón es porque su presencia en Acapulco acapararía la atención incluso de los medios internacionales, lo que le daría mayor dimensión a la catástrofe. López Obrador apuesta a que la gente piense que si él no está en Acapulco es porque la destrucción no fue tan grave. Otra vez, se equivoca.
La ratonera
La noche del viernes, Cuitláhuac García y su séquito de colaboradores y familiares lucía desencajado. Las cuentas nomás no le salieron y su candidata se fue al tercer lugar. De confirmarse el resultado de la encuesta, no quedará piedra sobre piedra del cuitlahuismo, menos ahora que hasta la propia Claudia Sheinbaum parece haberse olvidado de él.
Parafraseando al Gran Combo de Puerto Rico: ¡no habrá cárcel pa’ tanta gente!