El problema no son los programas sociales, sino su distribución. Los partidos políticos que conformamos el Frente Amplio por México no vamos a desaparecer programas que nosotros mismos creamos. Lo importante es que se garantice su viabilidad sin comprometer el gasto en salud, educación e infraestructura.
A pesar de su proclama de que “primero los pobres”, ningún presidente había dado tanto dinero a los ricos a través de sus programas sociales como López Obrador. No acabó con la pobreza y la desigualdad, sino que terminó beneficiando a la clase social de mayores ingresos.
El criterio de universalidad, llevado incluso a la Constitución, canceló el poder redistributivo de los programas. Se dejó de privilegiar a los pobres, como sucedía en sexenios anteriores.
Las cifras oficiales lo desnudan. En 2016, el 67% de la población en situación de pobreza recibía, al menos los beneficios de un programa social, es decir, dos de cada tres mexicanos. Seis años después, en 2022, esta cifra cayó al 49%. Ahora menos de la mitad de los mexicanos pobres tienen acceso a un programa social.
Por el contrario, entre 2018 y 2022 se triplicó el porcentaje de beneficiarios entre los hogares más ricos: pasó de 6 a 20%.
En julio pasado, el INEGI dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (2022), donde se confirmó que cada vez son más los hogares que cuentan con un ingreso proveniente de la política social del gobierno, pero estos apoyos llegan menos a los más pobres y más a los más ricos.
El Instituto de Estudios Sobre la Desigualdad explicó la regresividad de la política social de López Obrador, al demostrar que mientras el 10% de los hogares más pobres se queda con 9% del total de los programas sociales, el 10% más rico se queda con el 8% del total de estos recursos.
En la administración anterior, la política social era más progresiva, es decir, repartía más a los que menos tienen, pues el 10% de los más pobres accedían al 23% de los recursos de los programas sociales y el 8% más rico accedía sólo al 2%.
Es cierto. Si bien en 2022 la cobertura alcanzó un máximo de 34%, por encima del 31% de 2016, en este sexenio los hogares más ricos reciben el triple de programas que en el periodo de Enrique Peña Nieto. Esto significa que, a más recursos públicos, mayor la diferencia distributiva.
Y retomo el programa insignia: la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores. En el último año de este sexenio el monto de sería de 439,149 millones de pesos lo que significaría ¡10 veces más! que los 39,472 millones de pesos registrados en el 2018, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda.
El derecho a la pensión universal terminará beneficiando cada vez más al segmento más rico debido a que su expectativa de vida es mayor que en la población más pobre. No debemos perder de vista el objetivo: reducir la pobreza y la desigualdad.
En la víspera del año de elecciones presidenciales, López Obrador seguramente tendrá otros datos: no es el aumento de los programas sociales ni su distribución lo que importa, sino los votos que representa.
¡Por el bien de Morena, primero los votos!
La puntita
Las cifras oficiales hablan de 4 muertes y casi 4 mil contagios por dengue. Es falso. Son muchos más no registrados. La incompetencia e incapacidad del gobierno para prevenir y atender en hospitales cientos de casos, convirtió al dengue en una emergencia sanitaria.