No creo que la «caída» de candidaturas a gubernaturas (van dos) en Morena tengan que ver con resultados inconclusos de los aspirantes o con temas de corrupción.
Acuérdate lector que estamos en el sexenio de más vale lealtad que capacidad.
El primer eliminado, que se sentía a la cabeza de los aspirantes, fue Zoé Robledo, director del IMSS.
Ahora se sabe que no sabía que estaba fuera y que se enteró de “su decisión” de no aspirar a la gubernatura de Chiapas en voz del Presidente en la mañanera.
También ahora se dice que se le cayó la candidatura por el reparto discrecional de millonarios contratos, en tanto clínicas y hospitales del Seguro Social están para llorar y los derechohabientes sufren por la falta de medicamentos y equipo y fallas en climas y elevadores.
El segundo en caer fue el director de Pemex, Octavio Romero, quien ya nunca tendrá la oportunidad de gobernar Tabasco.
Igual que en el caso de Robledo, fue el Presidente quien anunció que Romero seguirá al frente de Petróleos Mexicanos.
¿La tercera en esta situación será la secretaria de Energía, Rocío Nahle?, se preguntan -o lo afirman- muchos en Veracruz.
Veo que los casos de Chiapas y Tabasco tienen relación con el ajedrez político que tanto gusta a López Obrador.
Las candidaturas no son para Robledo y Romero porque el Presidente las necesita para compensar en el juego de la sucesión presidencial, decidido para Claudia Sheinbaum.
Por lo que respecta a Veracruz, el Presidente no ha dado señal de cambio a su plan original, y quienes dicen han visto el expediente en el que se encuentra el nombre de quien pretende sustituya a Cuitláhuac García tiene (como diría el gran Pepe Miranda) dos iniciales: R de Rocío y N de Nahle.
La ingeniera, a quien el líder del morenismo le ha dado otra vez permiso para moverse en Veracruz, es una de las principales aliadas de Sheinbaum y por lo tanto se deja ver en Veracruz cada vez que la exjefa de Gobierno de la CDMX va a venir de gira, como acaba de suceder en Coatepec, en donde además aprovechó para hacerle ver a Patrocinio Cisneros que él no tiene escriturado ningún territorio, como es el caso del referido Pueblo Mágico, en donde el secretario de Gobierno vive y lo tiene muy bonito, pintado y con un bulevar arreglado.