Hechos de gran violencia, acciones de exhibición de mantas lanzando acusaciones o los tiroteos entre grupos rivales estarán multiplicándose en las semanas y meses por venir.
Está cerca el fin del actual gobierno, vienen las elecciones con el cambio de presidente, gobernadores y diputados federales, así que los cárteles pelearán por quedar como el más fuerte y quienes supuestamente los combaten intentarán “limpiar” sus huellas.
Lo de Poza Rica es muestra de lo que decimos. Aún no está claro si fueron trece, diecisiete o más los cadáveres almacenados en hieleras, seguramente para irlos desapareciendo poco a poco y no hacer un tiradero de cuerpos en las calles, pero haya sido el número que sea, exhibe lo que padecemos.
Podrán decir que en el pasado se vieron peores masacres, pero el hecho es que éstas continúan.
Hace casi doce años, el 20 de septiembre de 2011, fueron dejados sobre el bulevar Ruiz Cortines de Boca del Río, en la principal zona comercial y hotelera del estado, 35 cadáveres.
Estaba por realizarse el encuentro de presidentes de tribunales superiores de justicia y procuradores de justicia del país en el World Trade Center boqueño, por lo que la zona estaba blindada, sin embargo, dos camionetas, repletas con cadáveres, pudieron circular, las dejaron a la altura de donde estaba la estatua de los voladores y sus tripulantes se fueron sin problema.
La versión oficial fue que un grupo identificado como Matazetas, presuntamente parte del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) fue el autor de la masacre, pero hubo dudas.
Tal y como ahora, al gobierno de Felipe Calderón le quedaba un año para finalizar y era el momento de “limpiar” todo el cochinero desatado por la guerra contra los cárteles y lo que esto conlleva de alianzas ilegales y crímenes.
Grupos de las fuerzas armadas tenían agravios muy fuertes por parte de los Zetas (que dominaban el estado de Veracruz) y estaban en pleno cobro. En esas circunstancias fue la citada masacre y no pasó desapercibido cómo los supuestos Matazetas pudieron avanzar kilómetros con 35 cadáveres y dejarlos a unos metros de la zona blindada por la reunión de magistrados y procuradores.
Y no solo fueron los cuerpos de esas 35 personas, asesinadas a golpes y con el tiro de gracia. Fuentes que estuvieron cerca del caso señalan que en las horas siguientes fueron hallando más cadáveres, en casas de Veracruz y Boca del Río, hasta totalizar alrededor de cien. Sobre esto último mejor guardaron silencio para que el escándalo no creciera. Lo cierto es que los Zetas empezaron a ser barridos y borrados.
Hoy, doce años después, la problemática de la inseguridad y violencia sigue. Los cárteles han extendido su presencia y la forma de sangrar a los mexicanos que honradamente trabajan tal vez sea peor.
¿Qué sigue? No se ve que algo bueno. Por el contrario, repetimos, por aproximarse el fin de sexenio, la violencia se recrudecería.