Como en el cuento del Rey Desnudo, el Gobernador de Veracruz Cuitláhuac García padece de un severo narcisismo que le permite ver e imaginar logros de su gobierno y méritos personales que ningún otro veracruzano ve.
Cuando le explicaron que mandar a hacer un traje invisible era imposible –y que alguien más ya le había ganado la idea-, decidió mandar a hacer para sí un mural en el edificio principal del Conalep de Córdoba, en el que intenta pasar a la historia al lado de personajes como Heberto Castillo y el actual Presidente.
El burro tocó la flauta por pura casualidad, pero eso no le convirtió en músico.
Veracruz vive hoy una nueva tragedia. Como el Rey desnudo, Cuitláhuac García está rodeado de charlatanes que sólo se aprovechan de su ignorancia y megalomanía para enriquecerse. De colaboradores que lo llenan de espejos y cantan como sirenas mientras atiborran las alforjas con riquezas que nunca imaginaron.
Pero en la realidad, los veracruzanos vemos a un Gobernador desnudo de logros, de aciertos y de capacidad para realizar su trabajo. Un Gobernador que además de su desnudez, es autoritario y no le tiene el menor respeto al Estado de Derecho, a las leyes y a las instituciones.
Los veracruzanos no ven un traje de telas finas sino la desnudez de un personaje vengativo y pendenciero. A alguien que, aprovechando el poder que le otorga la Constitución y las leyes, persigue y amenaza a los jueces, a los periodistas y a todo aquél que se atreve a criticarlo a él, a su gobierno o a su perverso creador.
Cuitláhuac muestra su desnudez de escrúpulos cuando utiliza a la Fiscalía del Estado y a los jueces para encarcelar a sus adversarios. Bajo la deleznable y perversa figura de ultrajes a la autoridad, en sólo dos años encarceló más de mil personas, entre ciudadanos, empresarios, funcionarios, ex funcionarios, alcaldes electos o líderes de oposición.
Es el mismo Gobernador desnudo que paseó ataúdes como amenazas de muerte en contra de los ministros de la Suprema Corte de Justicia por el hecho de rechazar reformas del Presidente contrarias a la Constitución.
Y que, en su iracundo frenesí, utiliza el erario público para movilizar forzosamente a cientos de burócratas y llevar un plantón frente a la SCJN sólo para satisfacer el ego del monarca.
La secta del cuatroteísmo, de la que Cuitláhuac es un destacado pastor, no obstante que prometió un sistema de salud como en Dinamarca, ordena a sus hospitales suspender las cirugías programadas y la consulta externa al mismo tiempo que las bodegas de los nosocomios están vacías de medicamentos.
Es el Gobernador desnudo que, en un afán de consumar venganza (“eso no se puede quedar así”), ordenó a la detención de una juez por el delito de cumplir con su trabajo y liberar a un presunto delincuente a quien la FGE no ha podido acreditar siquiera que se trataba de la misma persona.
Es el que ignora de forma perversa que, desde enero hasta abril de este año, en Veracruz han sido asesinadas 47 mujeres y que somos el segundo estado del país con el mayor número de feminicidios.
En las elecciones del próximo año, como en el cuento, los veracruzanos gritarán a su paso: “Ya se va el Gobernador desnudo”.
La puntita
La jueza Angélica Sánchez no estaba prófuga de la justicia como acusó el Gobernador desnudo, sino que estaba en la Cdmx recibiendo un reconocimiento del Senado de la República. Su caso muestra una vez más la podredumbre de la justicia en Veracruz.