El presidente López Obrador, tras su “váguido”, reapareció y delante de sus corcholatas y senadores pidió unidad para evitar la división interna, ¿pero en verdad le harán caso?
Presente AMLO, los aspirantes hasta parecen amigos, como quedó consignado en la foto donde están muy sonrientes el Presidente (en medio), Ebrard a dos lugares a su derecha, Adán Augusto a su la lado, Monreal inmediatamente a su izquierda y Sheinbaum al siguiente asiento.
En el mundo real solo las corcholatas saben a qué nivel llega su odio y qué están dispuestos a hacer con tal de eliminar de la carrera sucesoria a sus enemigos.
Uno de los problemas de echar a andar con tanta anticipación una sucesión, como lo hizo López Obrador, es la división que se provoca y que hemos visto cómo crece conforme se aproxima el tiempo del destape.
La división es consustancial a la política y queda en carne viva cuando está en juego una candidatura. Lo hemos visto localmente y para dar un ejemplo no lejano recordemos lo sucedido cuando Miguel Alemán Velazco iba a dejar el poder.
Además que provocó la salida de Miguel Ángel Yunes Linares del PRI, entre los cercanos y operadores de Alemán se dieron con todo. Alejandro Montano y Roberto López Delfín encabezaron grupos que pelearon la sucesión y escenificaron pleitos muy fuertes. Sus odios solo los superaban cuando se le iban encima a su enemigo en común, Fidel Herrera, quien les bailó enfrente, les dio la vuelta y les ganó la gubernatura.
Actualmente no es la excepción y la situación está que arde. El que en estas últimas semanas no haya habido algún escándalo, filtrado desde adentro para perjudicar a alguno del gabinete, no quiere decir que ya se quieran y se hayan puesto de acuerdo. El fuego amigo no tarda en reaparecer.
Como se ve, divisiones han existido y existen, ¿pero se llegará a tal grado que el próximo año, por esa razón, Morena pierda la elección? No lo creo, sin embargo, es un factor a tomarse en cuenta. La figura de López Obrador es muy fuerte y, aunque sea de manera aparente, sostendrá la unidad.
Claro que los actores principales de la sucesión y sus seguidores no trabajarán igual si no son los elegidos.
¿Aquí, se imagina al gobernador Cuitláhuac García y su gente operando con su máquina arrolladora si por alguna razón la candidatura fuera para Sergio Gutiérrez, Manuel Huerta o Ricardo Ahued y no para Rocío Nahle?
MALAS VIBRAS. Tal vez para que no surtan efecto las “maldiciones” que dicen ha recibido últimamente Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores tuvo un encuentro con el Brujo Mayor de Catemaco, Enrique Marthen, quien le dio su rameada.
“Concéntrese en retirar todo lo negativo y atraer (lo positivo) y véase convertido en lo que quiere ser, un presidente de la República”, le dijo el brujo antes de pasarle las ramas a Marcelo Ebrard, a quien, en imágenes que circulan sobre este encuentro, se le ve tomando en serio la ceremonia.
Para que no se quede con la duda si otros aspirantes se han reunido con brujos, los catemaqueños, cuyo pecho no es bodega, comentan que Claudia Sheinbaum y Rocío Nahle también ya recibieron su rameada.