Tras el parte médico oficial sobre el estado de salud del presidente Andrés Manuel López Obrador, dado a conocer por el secretario de Salud doctor Jorge Alcocer, a los integrantes del gabinete morenista veracruzano les volvió el alma al cuerpo. El hombre está bien, lo que requiere es descanso y puro paracetamol. No es muy convincente la información del “doctor muerte” hasta no ver de bulto al tabasqueño pero permite saber que vive y que posiblemente en pocos días volverá a las andadas protegiendo todo tipo de delincuentes. Queda como lección que deben aprender bien los de la 4T locales, que el político más fuerte del gabinete se llama Adán Augusto López Hernández, que es el poderosísimo secretario de Gobernación y el aspirante a la candidatura de MORENA por la presidencia de la república más adelantado, el que más posibilidades tiene de ganar la contienda interna para luego enfrentar al candidato de la sociedad, que es otra cosa.
Hay que poner los pies en la tierra y comenzar a ordenar el desastre que tienen en toda la administración para cuando Adán los llame a cuentas, para cuando les pregunte porqué MORENA en Veracruz está tan mal, y sepan que responderle o cuando menos tengan mentiras piadosas a la mano para evitar las auditorías, las investigaciones o la recriminación de parte de quien ya no será “el jefecito” que todo tolera que todo perdona, el que siempre sale en defensa de los corruptos de su equipo poniendo el pecho para que ahí reboten las balas de la maledicencia. Ni modo así es la política, un día son y al otro ya no, por eso Dante Delgado la define con sabiduría así: La política no es va siendo.
Y para colmo de males de los cuitlahuistas el poderoso presidente temporal, por el momento, Adán Augusto López Hernández al que le hacen el feo cada que pueden con lo que exhiben su falta de oficio político, viene acompañado por un cuate al que quiere y admira cuyo nombre es: Sergio Gutiérrez Luna, el político de Minatitlán que aspira a la candidatura al gobierno del estado quien a diario se posiciona mejor merced (este si) a su oficio político. La política, si, como la rueda de la fortuna. Eso tampoco lo sabían, pensaron que era para siempre.