¡Que no se muera el Presidente! No se trata de un deseo milagroso de la feligresía morenista sino de sentido común. La ausencia de un presidente en un país presidencialista –valga la redundancia- generaría un profundo caos social, un clima de ingobernabilidad y desataría una crisis política no vista desde el asesinato de Madero.
Para las ocho de la noche, las redes sociales ardían en especulaciones sobre el rumor, chisme o versión “no oficial” del posible fallecimiento del presidente López Obrador, luego de que supuestamente sufriera un infarto durante su gira por Mérida en Yucatán.
Según el periódico más influyente de la península, la cosa ocurrió más o menos así:
“El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, habría sufrido un infarto o una complicación cardíaca en el edificio conocido como Casa de la Piedra de la Base Aérea Militar número 8 de Mérida donde acostumbra realizar sus reuniones de evaluación del Tren Maya, según se averiguó.”
“Se disponía a comer antojitos yucatecos que formaron parte del menú del desayuno, que preparan cocineros de la BAM No. 8, cuando se sintió mal y se desvaneció ante el asombro de funcionarios del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y representantes de las empresas que lo acompañaron en ese momento.”
“Trascendió que el presidente López Obrador quedó como si estuviera inconsciente, lo que causó gran preocupación de su equipo de seguridad y cercanos colaboradores.”
“Los mandos militares que lo acompañaron de inmediato ordenaron la movilización del avión Learjet con matrícula 5214 de la Fuerza Armada Mexicana, que salió de la pista de la base aérea rumbo al aeropuerto de Ciudad de México donde se preparó una ambulancia aérea que lo trasladaría del aeropuerto capitalino al Hospital Central Militar, una institución médica de tercer nivel altamente especializada y que pertenece a la Secretaría de la Defensa Nacional.”
“De acuerdo con la información recabada, el avión Learjet salió de la BAM No. 8 aproximadamente a las 11:10 de la mañana y llegó al aeropuerto de Ciudad de México a las 12:45 del día.”
Lo que se supo después, supuestamente de la propia cuenta de twitter del Presidente, fue la confirmación de un tercer contagio de Covid19, que no sería grave, y que estaría en reposo algunos días, mientras su paisano y Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se hacía cargo del changarro.
Hasta ahí todo bien. Pero la versión del Covid nomás no cuadra. A estas alturas del partido, es muy raro el caso que un contagio requiera de una hospitalización inmediata, y menos en alguien que es monitoreado las 24 horas al día. Además, el Presidente no presentó ningún síntoma previo, tanto que nunca estuvo en riesgo su gira por Yucatán.
De hecho, la mismísima oficina de comunicación de la Presidencia desmintió la enfermedad del mandatario y dijo que la gira continuaba con normalidad. Minutos después, la cuenta del mandatario confirmó que ya se encontraba hospitalizado en la ciudad de México.
Dada la importancia de la información, todos los medios de comunicación dieron cuenta con cautela del contagio del Presidente y no dieron espacio a las especulaciones que cundían como piojos a las redes sociales. Nadie en su sano juicio se aventuraría a seguir tan perverso rumor o incluso, una noticia que pondría al país en vilo.
Pero las afecciones cardiacas del presidente son reales. Su traslado de emergencia a la ciudad de México también fue real. Lo que no sabemos si fue real es el contagio de Covid19 y el twitter presidencial de que no pasa nada.
Hubo quien de su ronco pecho, recuperó un análisis jurídico ya publicado hace algunos meses cuando el presidente también presentó problemas cardiacos. Ahí les va:
¿Qué pasa si el presidente muere?
El artículo 84 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala relativo a las funciones y responsabilidades del Poder Ejecutivo federal, que en caso de «falta absoluta del Presidente de la República», será el secretario de Gobernación quien ocupe provisionalmente el cargo, en este caso, Adán Augusto, «en tanto el Congreso nombra al presidente interino o substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días».
Si esto llegara a pasar, la Secretaría de Gobernación no podría remover o designar a los secretarios de Estado sin autorización previa de la Cámara de Senadores.
Si la muerte del Mandatario es en los últimos cuatro años de su Gobierno, como es el caso del Presidente López Obrador, el Congreso de la Unión designaría al presidente substituto que concluiría el periodo, siguiendo el mismo procedimiento que en caso del presidente interino. Tan Tan.
El país necesita un Presidente en plenitud de facultades. De lo contrario, México se convertiría en un desmadre en cosas de días. Los grupos dentro de Morena se volverían en verdaderas tribus de caníbales y hasta el Ejército podría tener la tentación de intervenir en el proceso de transición. ¡Larga vida al Presidente!
Eric Cisneros con más músculo que Cuitláhuac
El Secretario de Gobierno mostró el músculo el sábado pasado en Yanga, durante la presentación de su libro sobre la “La Negritud en Veracruz”, de Coyolillo al Sotavento. No sólo lo acompañaron más de 15 mil personas, sino que pudo convocar a más de un centenar de alcaldes.
El evento rebasó por muchos el insípido acto organizado por el gobierno del estado en Coatzacoalcos una semana antes en favor de Claudia Sheinbaum y Rocío Nahle.
Cisneros demostró que tiene fuerza y control al menos sobre la mitad de los alcaldes veracruzanos, algo de lo que no puede presumir ni el propio gobernador. Menos Cazarín, Eleazar o Zepeta. Que, si bien no tiene padrino como Rocío Nahle y Sergio Gutiérrez Luna, tiene la fuerza para competirles.
Es obvio que la convocatoria no fue espontánea; que hubo muchos recursos públicos, pero a diferencia de Coatzacoalcos, no salieron de las arcas del gobierno del estado, sino de la concurrencia de los más de cien municipios que participaron en las festividades realizadas previo a la presentación del libro.
La máscara de buey que circuló días antes no sólo sirvió de crítica descarnada en redes sociales y medios nacionales; también sirvió para poner los ojos y su regordeta figura y abonar a la expectativa del evento en Yanga, mismo que no ha podido realizar ninguno de los aspirantes a la Gubernatura. Por eso el hombre estaba feliz.
La ratonera
¿Qué hacía Juan Javier Gómez Cazarín, solo y su alma, desfilando entre los contingentes en Yanga? ¿Qué fue hacer Esteban Ramírez Zepeta a Yanga? Ninguno fue invitado; tal vez por eso, los dos emisarios del gobernador no se acercaron siquiera a saludar al rey de la noche. ¡Cisneros ya acalambró a toda la cuadra del Cuic!