¡Eureka, vendimos el avión presidencial pero quedamos a deber 40 millones de pesos!
Con el irresponsable remate comercial del avión presidencial, se cierra la tragicomedia de una caprichosa venganza personal que ha costado miles de millones de pesos al país. El Boeing 787 ni lo rifaron, ni lo vendieron, simplemente nos timaron.
Si comprar el José María Morelos fue una inversión desproporcionada frente a las necesidades de la población, su venta a la República de Tayikistán a precio de ganga significa un verdadero suicidio financiero. En el corte de caja, ha resultado mucho más cara la obsesión del actual presidente que los lujosos viajes de su antecesor.
Desde el inicio, todo fue un timo. Vamos por partes. Tras el fracaso inicial de la venta del avión presidencial, el Presidente anunció que realizaría un sorteo a través de la Lotería Nacional para deshacerse el avión.
La rifa fue un desvarío mayúsculo. Si el gobierno no era capaz de sufragar los gastos de mantenimiento y operación de la aeronave, mucho menos un ciudadano con un ingreso promedio. Entonces la rifa de volvió en una grotesca simulación.
Alejandro Gertz, fiscal general de la República (FGR), dio entonces al Presidente un cheque por 2 mil millones de pesos para sufragar los premios, producto supuestamente de decomisos a grupos criminales. Se demostró que el procedimiento era ilegal, incorrecto y tuvieron que devolver ese dinero al Infonavit. En realidad, se trataba del dinero de trabajadores.
A muy pocos interesó el sorteo. El gobierno tuvo que comprar miles de boletos y regalarlos entre cientos de escuelas públicas. El resto fueron adquiridos mediante coerción y amenazas por miles de burócratas tanto del gobierno federal como en los estados gobernados por Morena.
La rifa por el valor del avión presidencial que se efectuó el 15 de septiembre de 2020 derivó en un supuesto fraude cercano a los ¡2 mil millones de pesos! Además, algunas escuelas supuestamente beneficiadas, vivieron un infierno a causa de su “buena suerte”.
Maestros y padres de familia sufrieron fraudes de las empresas constructoras como sucedió en Puebla; amenazas por parte de la delincuencia organizada en Chiapas para que entregaran el monto del premio; y hasta que las propias autoridades se los arrebataran, como sucedió con la delegación federal del Bienestar en Veracruz. Nunca se supo si las obras efectivamente se realizaron.
El avión volvió nuevamente al olvido hasta que el viernes pasado el presidente anunció que la aeronave fue adquirida Tayikistán, a un precio 70 por ciento menor de su avalúo. Presumió los recursos obtenidos se destinarán a la construcción de dos hospitales en Guerrero y Oaxaca. Otra mentira.
Resulta que Banobras adquirió el avión y, a través de una ‘renta’, la Secretaría de la Defensa Nacional lo pagaría en un plazo de quince años; incluso, pasaría a formar parte de la flota aérea de la nueva locura del emperador: la línea aérea propiedad de la Sedena.
Al vender el avión a Tayikistán en mil 658 millones de pesos, a la Sedena todavía faltarían por liquidar aproximadamente 40 millones de pesos a Banobras, por lo que no hay ningún remanente para la construcción de los dos hospitales ofrecidos por el Presidente.
La tragicomedia nos dejó sin avión, sin hospitales y con las manos vacías. Lo mismo sucederá con el resto del país.
La puntita
Proponen desaparecer el IVAI. ¿De qué más nos vamos a enterar cuando se vayan?