Tras los sismos de septiembre de 2017, decenas de personas muestran su preocupación en redes sociales, entre bromas y verdades, por el sonido de la alerta sísmica ya sea por la ocurrencia de ellos o por los simulacros, como el que se realizó este 19 de abril.
El miedo es razonable. “Después de un terremoto, hasta 63% de las personas reporta desesperanza, disminución de la motivación, menor competitividad, pérdida del apetito o de peso, fatiga, síntomas de depresión, desinterés y pérdida de placer”.
Lo anterior se expone el estudio Impacto de los terremotos en la salud mental, publicado por las doctoras Elizabeth Palomares, de la Facultad de Medicina de la UNAM, y Patricia Campos, del Instituto Nacional de Psiquiatría.
Además, detallan, los temblores de gran magnitud se asocian con un incremento de los trastornos de salud mental, como el de estrés postraumático, el depresivo y el de pánico, que se caracteriza por ataques de miedo intensos y repentinos.
“Esto puede ser explicado tanto por el impacto inmediato del desastre, que puede ser atemorizante y poner en peligro la vida, como por las consecuencias negativas derivadas del mismo, incluida la muerte de familiares o amigos, la pérdida de empleo o de vivienda, lo cual contribuye a una sensación importante de vulnerabilidad”, explicaron en el estudio publicado en 2018 en la revista Ciencia, de la Academia Mexicana de Ciencias.
Sin embargo, ante un simulacro, se pueden tomar medidas para prevenir los efectos emocionales.
Porque son los recuerdos asociados a los sismos de septiembre de 1985 y 2017 los que asustan y no el sonido de alarma por sí mismo, según información del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
“No importa tanto el sonido que tenga la alerta sísmica, aunque fuese tu canción favorita, despertaría las mismas emociones. Y esto se debe a la asociación mental que establece la experiencia entre el sonido y las posibles consecuencias de los sismos”, apuntó la dependencia.
Y ese efecto puede impactar la salud mental de las personas que reaccionan con miedo desmedido, angustia y estrés.
La ansiedad ha provocado, en distintos años después de los sismos de 2017, que algunas personas sufran infartos tras escuchar la alerta sísmica.
Sin embargo, el miedo y los recuerdos de situaciones peligrosas son importantes para la sobrevivencia, pues activan áreas del cerebro que ayudan a reaccionar o alejarse de situaciones peligrosas, explicó Nadia Gonzáles García, investigadora del área de Neurociencias del Hospital Infantil de México “Federico Gómez” para una publicación de Ciencia UNAM.
Para saber más
19S A cinco años del sismo
Para prevenir afectaciones a la salud durante el sonido de la alerta sísmica y los simulacros, el Cenapred aconseja pensar la alarma como “un sonido de vida”, pues este sistema nos permite actuar para resguardarnos ante un temblor.
Además, practicar técnicas de respiración favorece una buena oxigenación para analizar los sucesos y tomar mejores decisiones. Aunque el miedo no desaparecerá completamente, será manejable.
En la plataforma Doctoralia, la psicoanalista Diana Medina explicó que el estado de alerta tras una amenaza, como un sismo, es una respuesta bio-psicológica normal.
Sin embargo, detalló, debe disminuir con el paso del tiempo, a partir de tres semanas, aproximadamente.
Si los síntomas de miedo exacerbado continúan mucho tiempo después, la persona podría padecer estrés postraumático y es recomendable buscar ayuda profesional.
“La protección a la salud mental debe ser un elemento central dentro de la atención a los daños por los pasados sismos. Aun cuando durante las primeras semanas después del sismo del 19 de septiembre de 2017 se llevaron a cabo estrategias para dar atención a personas en crisis, los esfuerzos deben continuar e incluir a todos los sectores de la población, más allá de las instituciones de salud mental, a las escuelas, las comunidades”, urgieron las expertas en la revista Ciencia.
AVC