El festivo acarreo sabatino en el zócalo de la ciudad de México sirvió para varias cosas: para poner ungüento al ego herido del Presidente tras la marcha en defensa del INE; para tratar de rescatar un cardenismo que se ha alejado de López Obrador, principalmente la familia del General; pero, sobre todo, para advertirle a sus corcholatas, muy al estilo Salinas, que no se hagan bolas, que la sucesión es el inicio de su Maximato.
Pero en la aldea sirvió para mostrar algo más: que Morena en Veracruz está hecha cachos. Que las tribus están listas para devorarse en cuanto inicie el proceso electoral y que el Góber bailarín no controla ni a su chofer.
El sábado decenas de funcionarios de gobierno se pusieron a subir fotos a sus redes sociales de toda su aventura, desde que andaban a pata hasta arriba del autobús, mostrándose como adolescentes extasiados en su primer viaje de estudios.
A lo largo del día, todos los responsables del mega acarreo no dejaron de postear fotos de la efímera felicidad morenista y sus huestes. Todos juntos, pero no revueltos. Eran las fotos de la discordia y el encono.
Así, Cuitláhuac se dejaba ver y abrazar de la flota de Eleazar Guerrero, su principal operador político. Pero las fotos mostraban al góber como es, como está: sólo, sin convocatoria, sin lealtades. Todos huirán de él en cuanto se acabe el atraco sexenal.
En otro lado de la plaza estaba quien se supone uno de sus incondicionales, Juan Javier Gómez Cazarín y los diputados que actúan felices como sus empleados. Ahí andaban también algunos alcaldes de su línea, del morenismo duro e irracional que mal gobierna el estado.
En la tercera esquina alzaba las manos abiertas, en rechazo a la fantochería de mostrar sólo cuatro dedos, el secretario de Gobierno, Eric Cisneros y todo su séquito de la estructura de su dependencia, más los alcaldes afines que ha ido cultivando con esmero. Además, fue el único que le metió billete para promoverse en medios.
Y, por último, feliz y muy bailador, el delegado federal Manuel Huerta, acompañado de decenas de sus seguidores. Huerta le conoce bien a la grilla de la capirucha porque el gobierno de la ciudad y sus delegaciones fueron su exilio en los tiempos dorados del PRI jarocho. Eso sí, mucha morralla, aunque es con lo que va a jugarse su destino.
Tal vez el que menos figuró fue Sergio Gutiérrez. Si fue al zócalo, lo ocultó muy bien, porque en sus redes sociales sólo está acaso alguna foto por ahí extraviada, entre muchas otras donde aparece, en otro momento y en otro lugar, acompañando al Secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Sabe que él es su única posibilidad.
Y como hasta entre las combis hay rutas, todos ocuparon el lugar que tienen a los ojos del presidente y su círculo más cercano. Unos se fueron a gayola, otros tuvieron que revolverse con la perrada, algunos les apartaron un lugarcito cerca del templete y hubo quien le tocó hasta en la zona VIP.
Todas las fotografías hicieron una sola: Morena en Veracruz está hecho un desmadre.
Si no le hacen caso a la SCJN, menos a la CEDH
Ya se está haciendo costumbre que, en Veracruz como en palacio nacional, la ley sólo tiene sentido y hay que obedecerla cuando se ajusta a los caprichos del poder. Y si estorba, pues simplemente ignorarla.
El gobierno y el Congreso local se han pasado por los “huérfanos” la Constitución y las resoluciones de la Suprema Corte para componer esas violaciones. ¿Por qué habrían de hacerle casos a las recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos? Cada vez que les llega una a la Fiscalía o la SSP, sus titulares se destornillan de risa.
Aunque al inicio de su gobierno, el Góber prometió portarse bien y aceptar todas las recomendaciones de en materia de derechos humanos, ahora en la plenitud del pinche poder decidió que ya no, porque no son como él quiere.
Hace unos días dijo que se está dando trámite a dos recomendaciones la Comisión Nacional de Derechos Humanos y que no las aceptará porque se trata de hechos de anteriores administraciones y ¡¡no se incluyen los nombres de quienes gobernaban!!
Y que le explican lo que ya sabe cualquier estudiante de derecho de primer semestre. Las recomendaciones se emiten a las instituciones, no a las personas. Pues no: él quiere hoguera para sus fantasmas.
Lo lamentable es que ya puso el ejemplo y la FGE estatal se ha negado en cinco ocasiones —entre 2022 y lo que va de este año— a aceptar las recomendaciones emitidas por la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
De estas al menos una está relacionada con detenciones arbitrarias y actos de tortura física y sexual por parte de la Policía Ministerial y debido a la omisión de investigar de manera diligente casos de desaparición de personas.
¡Y se quejaban de Bermúdez!
Subejercicio: quedan 10 días
Hace una semana exactamente, el Secretario de Finanzas José Luis Lima Franco tuvo que sacar una vez más las castañas de la lumbre. Resulta que ante la información que el estado observa un subejercicio importante del año pasado, dijo que “todo tiene que ver con obra pública; son recursos federales que estaban comprometidos al 31 de diciembre, pero aún quedan por ejercerse al 31 de marzo”.
Pero para que el plazo se cumpla, faltan sólo diez días. Y para entonces, no sólo tendrían que estar entregadas todas las obras, sino que se habrían tenido que pagar todos los finiquitos. Quien le sabe al tema, entiende que no se trata de un asunto de días, sino que la burocracia es más compleja que la intención de pagar.
Lima explicó que los 2 mil 800 millones de pesos que están por ejercer están relacionados con la obra pública. Y en efecto, el gobierno estatal, como lo hacen los Ayuntamientos y otras entidades, tienen hasta el fin de mes para ejercer la totalidad del presupuesto.
Lo que no se han gastado corresponde al Fondo de Infraestructura Social para las Entidades (FISE) y el Fondo de Aportaciones Múltiples (FAM) en su mayoría. Entonces sería bueno que, a días de que se cumpla el plazo, salga el secretario de la SIOP, Helio Hernández a explicar cuáles son las obras que están pendientes.
La ratonera
Durante la marcha del INE, muchas personas ya no pudieron entrar al Zócalo. El gobierno de la ciudad calculó la asistencia en 90 mil. Ayer el Zócalo se volvió a llenar, sólo que, según la misma fuente, ahora fueron ¡¡500 mil!! Ah, pa’ vatos.