Fue uno de los momentos más difíciles para el presidente porque prometió nunca cambiar de opinión, y no le quedaba de otra: había que decirle a Sheinbaum que ya no sería candidata, que a cambio tendría la coordinación en el senado. Y era necesario decírselo como en las inyecciones: sin miramientos ni especulaciones.
“Lo más seguro es que no te quedes con la candidatura, Claudia, vete haciendo a la idea”, dijo AMLO, mientras le tomaba el hombro solidariamente. Y es que tanto Adán Augusto López como Marcelo Ebrard “no dejan de subir”, mientras que Sheinbaum, “de bajar”, de acuerdo a datos de la última encuesta pagada por el propio tabasqueño.
Fue la “noche triste” de Claudia, pero también la de López Obrador, quien aún no pierde la esperanza de irse del poder dejando a una mujer en su lugar, y así, instaurar un récord más: “pasar a la historia como el que le enseñó a México que puede ser gobernado por una mujer”.
Pero la que estaba inconsolable era Sheinbaum, ni las incipientes bromas del presidente le quitaban la sombra de la cara, y no era para menos, era la primera vez que auténticamente sentía que su aspiración se le iba de las manos.
Más no todo estaba perdido, pues su “amigo presidente” también le mencionó que si lograba levantar los números en tiempo récord, justo a tiempo para la primera encuesta, volvería a tener las canonjías que en este momento había perdido.
La “noche triste” de Sheinbaum fue bautizada así por el propio Adán Augusto Lopez, quien con una sonrisa amplia y contundente alcanzó a murmurar entre dientes algo que varios escucharon, “caballo que alcanza, gana”; Ebrard también sonrió.
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