A este fenómeno se le llama “mete sensibilidad” y no es nuevo. Ya Hipócrates decía en el siglo VI aC:
«El viento Austro entorpeces los oídos, oscurece la vista, carga la cabeza y deja el cuerpo lánguido y perezoso. El viento Aquilón (norte) produce horripilaciones, dolores…»
La realidad es que, de momento, la ciencia no tiene una evidencia concluyente. Lo malo es que siempre que encontramos algo a lo que la ciencia aún no ha dado respuesta, los aprovechados ocupan ese hueco, por lo que no es raro encontrar amuletos que prometen iones “de los buenos”, o sales milenarias que “reequilibran el ambiente ”. Lo único que equilibran es el dinero de nuestro bolsillo al suyo.
Si bien no hay respuesta de por qué ocurre, la verdad es que los cambios bruscos de temperatura hacen que los organismos se estresen por la rápida necesidad de adaptación.
¿El cambio de tiempo afecta las articulaciones?
Los huesos lo notan, sobre todo las articulaciones. La respuesta habitual es que puede ser por los cambios de presión atmosférica, donde esta presión externa afecta a la presión interna del cuerpo al ser un espacio casi cerrado, este cambio de presión puede causar dolor. Del mismo modo, el frío puede inducir a que los músculos se contraigan. Cuando esto es sostenido en el tiempo, esa contracción puede empeorar dolencias en enfermedades reumáticas o en quien sufre dolores articulares.
Aunque no haya explicación científica (de momento), sí se ha comprobado que el consumo de analgésicos aumenta durante estos cambios. Salir a caminar puede ayudar a disminuir estas situaciones, pero lamentablemente no hace milagros.
¿Nos resfriamos más con los cambios de tiempo?
Principalmente son los virus y bacterias quienes nos “traen” esos catarros y resfriados durante verano o bien en invierno. Podríamos estar en el Polo Norte y, si no tenemos virus cerca, no nos resfriaríamos. Sé a comprobado que durante el frío los virus aguanten más y se trasladen mejor enfermedades virales.
Además, el ambiente frío hace mas lento el movimiento de nuestros cilios nasales que son barrera de microorganismos, igual que produce una vasoconstricción que, junto con el ambiente seco hace que nuestras barreras de defensa disminuyan. Esto puede ocurrir en invierno, pero también este ambiente lo encontramos con el aire acondicionado en verano.
Nos refriamos en verano y en invierno porque son los virus y no el frío quienes provocan enfermedades, pero sí es cierto que nuestras prácticas en invierno, favorecen la transmisión.
En invierno nuestras prácticas son facilitadoras inevitablemente de la transmisión de virus. Y esto nos lo hemos aprendido muy bien durante la pandemia de coronavirus. La baja ventilación en zonas con mucha gente durante varias horas consigue que los contagios sean más habituales.
Higiene de manos y uso de mascarillas en los primeros síntomas de resfriado, limpiezas nasales son algunas de las cosas que pueden ayudar a disminuir la transmisión. Es importante proteger a personas vulnerables con EPOC, asma o inmunodeprimidas que son las que pueden sufrir complicaciones en lo que para el resto sólo será “un resfriado”.
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— Meteored.mx (@meteoredmx) March 2, 2023
El frío y las personas vulnerables
Los pacientes vulnerables con enfermedades previas son los que más sufren los cambios bruscos de tiempo. La vasoconstricción provocada por el frío puede hacer que aumente la presión arterial con lo que las afecciones cardíacas se podrían ver afectadas. También la peor circulación de la sangre hará que, por ejemplo, personas mayores diabéticas que ya de por sí tengan la circulación resentida, pueden verla empeorar.
Los cambios bruscos de tiempo también pueden afectar al estado de ánimo en quienes presentan enfermedades como depresión o ansiedad. De nuevo, no podemos dejar de lado la importancia de la salud mental.
La parte buena es que ahora gracias a que existen agencias meteorológicas como Meteored, podemos prevenir estos cambios que pueden dañar nuestra salud indirectamente, por ello es indispensable verificar los pronósticos.
Meteored