Las redes sociales llegaron hace más de una década y una de las banderas con las que se presentaron fue la conexión entre las personas y la apertura a internet de más usuarios que tenían una brecha digital. Sin embargo, este discurso empieza a cambiar y tras sumar usuarios, el siguiente paso de las big tech es empezar a cobrar por tener servicios especiales dentro de aplicaciones como Twitter o Instagram.
Por un lado, Meta Verified permitirá a los usuarios de Instagram y Facebook pagar para ser verificados, protegerlos contra la posible suplantación de identidad y contar con acceso directo a atención al cliente con un precio de 11.99 dólares al mes en la web o 14.99 al mes en el ecosistema iOS. Mientras que la empresa de Musk, Twitter, tiene un costo de 8 dólares al mes y brinda más seguridad, además de un mayor soporte.
De acuerdo con Gerardo Sordo, CEO del influencer marketing hub de Brandme, esta tendencia no es algo nuevo y lleva existiendo desde que servicios como YouTube Premium existen.
“Es una tendencia que cada vez veremos más y que no solo se quedará en el plano de cobrar por tener un mejor soporte y servicio en las plataformas, sino también porque muchos usuarios buscan tener menos publicidad mientras viven una experiencia en la red”, apuntó Sordo. Sin embargo admite que este tipo de prototipos pueden ser de prueba y error y que dependerá mucho de cómo lo reciban los usuarios.
En números, la recepción que ha tenido el servicio de Twitter Blue da guiños a las pocas ganancias que le ha generado a la plataforma, además de la pérdida de popularidad que está experimentando la suscripción.
El investigador Travis Brown destaca que solo dos meses después de que se relanzó el nivel pagado los nuevos suscriptores se han estancado, mientras que un informe del periodista Steven Monacelli en Gizmodo destaca que varios usuarios verificados de Twitter Blue han dejado de suscribirse a la plataforma, pero su marca de verificación azul aún permanece activa en su cuenta.
Y esto ha escalado incluso con grandes empresas, como la propia Tesla. Sin embargo, a pesar de la poca popularidad de Twitter Blue, uno de los factores que impulsa la existencia de este tipo de suscripciones es la propia adicción a las redes sociales.
Este señalamiento de adicciones, incluso ha llegado a la escala normativa, pues en Nueva Jersey introdujeron recientemente una legislación para tomar medidas enérgicas contra las plataformas de redes sociales que utilizan funciones que crean hábitos que atraen a los usuarios menores de edad a desarrollar adicciones a las redes sociales.
Los infractores se enfrentarían a multas de hasta 250,000 dólares a menos que eliminen las características adictivas de sus productos. Aunque cabe decir que el proyecto de ley se aplica sólo a las empresas que obtuvieron más de 100 millones en ingresos brutos el año anterior y las plataformas de videojuegos.
¿Qué problemas trae el costo por verificar tus redes sociales?
Algunos activistas digitales señalan que uno de los principales peligros de este tipo de tendencia es la posibilidad de invisibilizar a organizaciones o empresas, pues en muchos casos el hecho de buscar pagar este tipo de cuotas evita que las publicaciones de organizaciones sin fines de lucro no sean populares y por ende el algoritmo muestra a los usuarios lo que es popular en la red.
“No me gusta culpar a los y las usuarias por lo que ven, argumentando que es lo que piden, y este es un lugar común que tienen las grandes empresas de tecnología o televisoras, quienes dicen que lo popular es lo que pide la gente, sin embargo la responsabilidad sí está en las grandes tecnológicas porque se puede hacer un cambio en el algoritmo y en el cambio de narrativas”, precisó José Aguilar, director de Racismo MX.
Quien además pone como ejemplo un caso que relata Safiya Noble en su libro Algoritmos de opresión, pues antes en Francia cuando buscabas la palabra judío salían múltiples páginas de supremacía blanca, por lo que Google tuvo que corregir el algoritmo para que esas páginas no se mostrarán primero.
Otro de los problemas que ve Viridiana García, oficial Nacional de Comunicación e Información en UNESCO México, es el crecimiento del discurso de odio, pues los ejemplos que han tenido en el pasado plataformas como Twitter, evidencian las consecuencias de cómo la conversación en el mundo digital, se puede volver un problema en el mundo físico.
“Una de las principales preocupaciones que tenemos desde la UNESCO es cómo este tipo de discursos pueden devenir en la violación de los derechos humanos de las personas”, enfatiza García.
Con el fin de hablar más de este tipo de problemas, tanto RacismoMX como la Unesco presentaron con la agencia Bombay la campaña Revolución vs Algoritmo con la que buscan visibilizar cómo diferentes grupos, identidades, personas y cuerpos siguen siendo estigmatizados por la forma en que se representan en espacios y plataformas que se usan día a día, como los buscadores de internet, mientras otros grupos son totalmente invisibilizados, obstaculizando la erradicación de prejuicios y desigualdades.
La campaña se lanzó en un contexto en el que los más recientes avances sobre la inteligencia artificial (IA) de aprendizaje automático y de aprendizaje profundo han replanteado preocupaciones en el diálogo público, como el futuro de los empleos, de los derechos de autor, hasta su impacto en prácticas criminales. Como es el caso de ChatGPT.
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