Carlota se traslada entre semana desde Chalco hasta Cuautitlán Izcalli para trabajar. Viaja para realizar labores domésticas en un departamento donde cobra 400 al día por barrer, trapear, lavar la ropa y tener el espacio limpio de forma general. Sus jornadas laborales pueden ir de seis a ocho horas, aunque a veces puede llevarse más tiempo dependiendo las actividades, esto debido a que no tiene un contrato que especifique su trabajo, sólo el acuerdo de palabra.
En México, los resultados de la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) muestran que existen alrededor de 2.2 millones de trabajadores del hogar, que en su mayoría son mujeres (88%), es decir, 1.94 millones.
De este universo de trabajadoras del hogar, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) sólo tiene afiliadas a 54 mil, es decir, el 5%.
Aunque existen campañas emprendidas como “Las mujeres nos echamos la mano” por instituciones como la Secretaría de las Mujeres o la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo (STYFE) para difundir los derechos laborales de las trabajadoras del hogar dentro de colonias con altos índices de empleabilidad, por miedo o desconocimiento muchas de ellas no exigen sus derechos, cuentan para La Verdad Noticias.
Contratos de palabra
Hace más de tres años que la prueba piloto para integrar a las trabajadoras del hogar al IMSS comenzó. La directora de Recaudación e Incorporación del IMSS, Norma Gabriela López Castañeda, señaló que en este transcurso a la fecha se han incorporado 54 mil trabajadoras.
Entre las razones para que algunas trabajadoras del hogar sigan sin este derecho se encuentra el miedo o desconocimiento sobre el tema.
Su diagnóstico coincide con lo que mujeres dedicadas a esta actividad contaron a este medio.
“Al trabajo ingresé por recomendación de una amiga que laboraba con la familia. Ella se mudo a Oaxaca (estado de donde ambas son originarias). Así llegué con mis patrones, no tengo un contrato, solo la palabra. La verdad no conozco mucho de cómo funciona el sistema de afiliación, si es cierto que tiene beneficios podría platicar con mis patrones aunque no son muy flexibles, cuando he enfermado, por ejemplo, no me dejan ir a trabajar y es día que ya perdí mi pago”, cuenta Carlota de 44 años.
Por su parte Lorena, otra trabajadora del hogar, no sabía que existía este derecho a la afiliación. Ella reside en una comunidad del Istmo de Tehuantepec en Oaxaca, donde no ha visto ninguna campaña que hable sobre el tema.
“Me pagan 100 pesos diarios, llegó a las ocho de la mañana y me voy a las cuatro de la tarde. La familia en general me trata bien, no tengo ningún contrato, todo ha sido por palabra. La señora a la que le trabajo es maestra de mi hija, así la conocí. No sabía que podía afiliarme al IMSS, haré lo posible para preguntar si soy candidata” agrega Lorena.
En el año 2019 el Senado de la República aprobó una modificación a la Ley General del Trabajo, donde se reconoció el trabajo de las áreas domésticas como un trabajo, y que por tanto, debía gozar de seguridad social como la jubilación, servicio médico o vacaciones.
Sin embargo, el cumplimiento de estos derechos aún no es una realidad, pues los mismos datos de ENOE indican que el 96% de las trabajadoras del hogar lo hace de forma informal, es decir, que sólo 1 de cada 100 mujeres tiene algún tipo de contrato laboral.
Derechos que no traspasan el papel
Ana Laura Aquino es una de las trabajadoras del hogar que cuenta con afiliación al IMSS. Es activista en la agrupación Trabajadoras del Hogar Juntas en la Defensa de Todos Nuestros Derechos y cuenta que aunque exista la afiliación en papel, no siempre es garantía que se respeten los derechos.
“En la agrupación que tenemos nos han llegado casos de mujeres que aunque se encuentren afiliadas al IMSS, muchas veces se incumplen los contratos. Un ejemplo son los horarios, que aunque esté marcado que son de ocho horas, hay mujeres que trabajan una, dos o hasta tres horas sin remuneración o también nos enteramos que cuando se enferman las mandan a descansar pero no le pagan los días” cuenta Ana Laura.
Lorena, por ejemplo, en sus casi cinco años trabajando para su empleadora sólo ha tenido tres temporadas de descanso.
“En los casi cinco años que llevó trabajando con la maestra sólo he tenido vacaciones o descanso tres veces, en una de esas ocasiones descanse casi 15 días porque me pegó muy fuerte la azúcar, aquella vez la maestra sí me apoyo, y las dos veces después es porque se iba de vacaciones con sus hijas, ahí si me tocaba ahorrar o seguir con mi negocio de Natura para solventar mis gastos”.
La activista Ana Lura mencionó que además de hacer campañas para que las trabajadoras exijan sus derechos, puntualiza que se deben hacer mejoras a las leyes y llevar a cabo sanciones para quienes incumplan, pues hasta el momento, muy pocas se atreven a denunciar a sus empleadores.
“Yo me siento afortunada porque mis empleadores aceptaron afiliarme al IMSS, pero ha sido un trabajo arduo para tener algunos derechos laborales, pero se que para otras compañeras no es así, todo queda sujeto a la voluntad de los empleadores” puntualizó la activista.
La verdad noticias