Uno de los golpes más duros que el crimen organizado dio al entonces presidente Felipe Calderón fue el secuestro y desaparición en 2009 de su amigo Francisco Serrano Aramoni, quien se desempeñaba como administrador de la Aduana Marítima del Puerto de Veracruz.
Muy significativamente, el atentado ocurrió el 1 de junio, fecha en que se celebraba el Día de la Marina Nacional. A casi 14 años de distancia, el caso sigue sin esclarecerse porque no existe un solo indicio del paradero del exfuncionario aduanal.
En junio de 2018, un juez federal absolvió y ordenó la libertad del exdirector de Policía y Tránsito Municipal de Veracruz, José Osiris Cruz Cabrera, acusado del secuestro de
Serrano Aramoni, quien por esta imputación estuvo preso nueve años en el penal federal de “El Rincón”, en Tepic, Nayarit.
El secuestro y desaparición de Serrano le fue atribuido a Los Zetas, grupo criminal que era el brazo armado del Cártel del Golfo y que comenzó una serie de ataques contra servidores públicos para no perder el control de la Aduana Marítima de Veracruz.
Osiris fue relacionado con esa organización criminal y se le responsabilizó de ser el autor intelectual del crimen cometido el 1 de junio de 2009. Por esta razón, la Secretaría de Marina lo detuvo en septiembre de ese año, junto con diez personas, entre ellas, la regidora panista de Veracruz, Guadalupe Torres Rivadeneyra. Sin embargo, todos recuperaron su libertad por falta de elementos en su contra.
Según las indagatorias de la PGR, Los Zetas ordenaron levantar al administrador de la Aduana Marítima, ya que se opuso a colaborar con la organización criminal para la introducción de cargamentos de droga.
Lo único de lo que se tiene certeza es que aquel día primero de junio, cuando Serrano Aramoni conducía su Jeep Liberty, aproximadamente a las 9 de la noche, fue impactado de frente por otro vehículo para obligarlo a detenerse. Del automotor en que viajaban los sicarios, descendieron varios hombres armados y lo subieron a otro coche. Desde entonces se desconoce su paradero.
A partir de este suceso, el Ejército tomó las instalaciones de la Dirección de Policía y Tránsito Municipal de Veracruz y dos días después soldados catearon el domicilio del exjefe policiaco, a quien posteriormente detuvieron en septiembre de 2009.
Este lunes 30 de enero, en el sexto día de audiencias del juicio que se le inició en una Corte de Nueva York al exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, uno de los testigos de la fiscalía neoyorquina, Oscar Nava Valencia, (a) “El Lobo”, declaró que él le habría entregado 15 millones de dólares al súper policía de Calderón Hinojosa entre 2006 y 2008, cuando lideraba el llamado Cártel del Milenio, una organización criminal aliada al Cártel de Sinaloa y asentada en Jalisco, Nayarit, Colima y Ciudad de México, que traficaba principalmente cocaína proveniente de Colombia a través de los puertos de Manzanillo, Lázaro Cárdenas, Puerto Progreso y Veracruz.
¿A poco García Luna no sabía quién secuestró y desapareció al amigo de su atribulado jefe?
Rocío Nahle, habilitada por la constitución federal
La que debe estar sonriendo de oreja a oreja debe ser Rocío Nahle, pues aunque sus malquerientes y detractores festinan el revés de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a la llamada “Ley Nahle”, lo cierto es que el fallo adverso del máximo tribunal del país no sepulta sus legítimas aspiraciones por la gubernatura de Veracruz, ya que legalmente está habilitada por el artículo 116 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que exige como requisito tener mínimo una residencia mínima de cinco años para quienes no son nativos de la entidad.
Y es que la secretaria de Energía tiene casi cuatro décadas años viviendo en Coatzacoalcos e inclusive procreó dos hijas que ya son mayores de edad y que nacieron en el sur veracruzano.
Además, fue electa como diputada federal en 2015 y luego como senadora en 2018.
Así que el golpe de la SCJN no fue para la titular de la Sener sino para aquellos legisladores y operadores políticos locales que por tratar de quedar bien con ella sólo hicieron el ridículo.