Un muro de contenedores de carga instalado hace apenas pocos meses por el entonces gobernador de Arizona, y que costó 100 millones de dólares de los impuestos de los contribuyentes de Estados Unidos, fue desmantelado este viernes.
El republicano Doug Ducey ordenó que una enorme fila de contenedores de carga fuera dispuesta en la frontera entre Estados Unidos y México, durante los últimos meses de su administración, en lo que llamó un intento por combatir la migración ilegal.
Sin embargo, tras ser demandando por Washington por poner contenedores en territorio federal en el Bosque Nacional Coronado, Ducey, quien fue sucedido por la demócrata Katie Hobbs, en diciembre pasado acordó retirarlos.
“Es absolutamente ridículo poner contenedores que no iban a funcionar nunca para mantener alejado a nadie“, dijo a la AFP.
“Es un desperdicio total del dinero de los contribuyentes”.
El muro de contenedores de Ducey fue una iniciativa que comenzó a mediados de 2022 y que rápidamente tuvo oposición, con críticos que consideraban la medida como una maniobra cínica que afectaría el medioambiente y no haría ninguna diferencia en el número de cruces de frontera ilegales.
Los opositores afirmaron que los contenedores, que serpenteaban como un tren de carga a lo largo de siete kilómetros a través de tierras federales, dividían una importante área de conservación.
Además, apuntaron que el terreno era tan difícil de cruzar que los traficantes de personas en realidad jamás habían usado ese tramo.
Arizona comparte alrededor de 600 kilómetros de frontera con México, incluyendo áreas de preservación, parques nacionales, zonas militares y resguardos indígenas.
Hasta el 2017, cuando llegó Donald Trump a la Casa Blanca impulsado en parte por su promesa de “construir ese muro“, México estaba separado de Estados Unidos por una barrera física muy pequeña.
Ahora amplios tramos de la frontera tienen una cerca que se eleva hasta nueve metros de altura.
Antes de la llegada de los contenedores en el Bosque Nacional Coronado, un área solo accesible a través de trocha, la frontera estaba demarcada por un alambrado.
En la práctica, la hilera de contenedores apilados a dos niveles no estaba bien instalada para impedir el paso, pues no se alineaban suficiente y dejaban espacios entre caja y caja por donde fácilmente podría cruzar una persona grande.
En algunas áreas, el terreno era tan inestable para acomodarlos, que los obreros tuvieron que dejar espacios.
“Es una jugarreta política“, dice Bill Wilson de la cercana Sierra Vista, mientras observaba cómo desmantelaban el muro este viernes.
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