El exgerente de diseño de Facebook, Thomas Stovicek, participó en el desarrollo de la consola del nuevo modelo eléctrico de Volvo, EX90. Stovicek, un diseñador de software que hizo carrera en la industria de la tecnología, hoy es el jefe de experiencia de usuario en Volvo Cars.
Los fabricantes de vehículos iniciaron hace una década una transformación para cambiar su modelo comercial de uno en el que los clientes realizan compras de varios miles de pesos por única vez a otro que hace que regresen y paguen constantemente por nuevas funciones y servicios basados en actualizaciones inalámbricas.
“Un vehículo será mejor en el futuro de lo que era en el momento en el que lo compraste, gracias a todas estas actualizaciones», dice Stovicek.
Los consumidores más jóvenes están cada vez más interesados en saber si su automóvil se estaciona solo, si una actualización inalámbrica (OTA) lo hará ir más rápido o qué nuevos sistemas de asistencia al conductor les permitirán tener una experiencia de manejo más segura. Todas estas innovaciones se basan en software y las armadoras se han enfocado cada vez más en un desarrollo interno que les permita diferenciarse de sus competidores.
Los fabricantes de vehículos se han enfocado en atraer cada vez más talentos tecnológicos que incluso hace cinco años podrían no haber considerado el negocio automotriz para una carrera. Para Stovicek “era una posibilidad” mientras estudiaba una licenciatura en Diseño Industrial en la Universidad de Carleton University. Sin embargo, pasaron más de 20 años para que decidiera hacerlo. Antes de ser reclutado por Volvo en 2018, se encargó del diseño de interacción -la rama de la TI que planifica y aplica puntos de interactividad en sistemas digitales y físicos- en Nokia, Microsoft y BlackBerry, a fin de garantizar una buena experiencia de usuario.
“Las personas tienen que pensar primero en las personas, antes que en la tecnología. Pensar en qué problemas vamos a resolver y cómo vamos a hacer la vida de los usuarios más fácil”, dice.
Más software, nuevos retos de diseño
Pero añadir más y más software -hoy el vehículo promedio contiene alrededor de 150 millones de líneas de código- está cambiando la forma de diseñar y fabricar un vehículo. Hace una década, las empresas automotrices sabían exactamente a quién tenían que contratar para mantenerse por delante de la competencia: ingenieros mecánicos, especialistas en marketing, vendedores, expertos financieros. Pero hoy en día, están lanzando su red más allá de las facultades de ingeniería y diseño automotriz, para reclutar diseñadores, psicólogos, cardiólogos y neuro especialistas.
Jean-Baptiste Trollé, un egresado de la Escuela Nacional de Artes Aplicadas y Oficios (ENSAAMA, por sus siglas en francés), hoy es el director de Diseño Industrial en Forvia, un proveedor automotriz global de asientos, consolas y tecnología de control de emisiones. Trollé observa el comportamiento de los usuarios frente a las nuevas tecnologías, como cámaras en lugar de espejos laterales, pantallas cargadas con videojuegos o películas, o reposacabezas con bocinas integradas que permiten tener una experiencia individualizada de sonido.
“Tenemos que pensar más desde el punto de vista del usuario. Tenemos que observar el comportamiento de los usuarios y cuando detectamos una fricción o alguna dificultad es una oportunidad para nosotros”, dice.
Las armadoras ya han destapado conceptos que se parecen más a una sala de estar, con una máquina de café en cápsulas, mesas plegables, asientos reclinables, tabletas y altavoces integrados en los reposacabezas.
«Durante los últimos 100 años los autos han tenido cuatro ruedas y transportado a cuatro o cinco personas, todos mirando hacía la misma dirección. Pero ahora, la electrificación, la conducción autónoma y la conectividad han hecho que las reglas del juego cambien», dice Andreas Wlasak, vicepresidente de Diseño Industrial de Forvia, durante un recorrido por el corporativo regional de la compañía en Detroit, Michigan.
Entre la decenas de innovaciones presentadas por el proveedor francés está un asiento que utiliza sensores integrados en el asiento que monitorean el estrés, la somnolencia, la frecuencia cardíaca y otros signos vitales. Luego, los datos se pueden usar para activar alertas para despertar a un conductor somnoliento o, en caso de irregularidades, se pueden enviar a emergencias o a un familiar.
Wlasak, un diseñador de formación, busca inspiración más allá de las cuatro paredes de su oficina. “Cuando voy al supermercado siempre me quedo unos minutos más en el estacionamiento para ver qué tipo de problemas tiene una persona con su vehículos”. Luego toma todo ese aprendizaje para poder proponer mejoras. “Tenemos una hoja en blanco para crear”, concluye.
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