La detención de Ovidio Guzmán es una muy buena noticia para el país. Sin embargo, tal vez no lo sea tanto para un Presidente que hoy debe elegir entre honrar el supuesto pacto con la delincuencia organizada y la obediencia ante las presiones políticas y de seguridad de Estados Unidos.
Hay una tercera elección, tal vez la menos probable: convertirse en un jefe de Estado que no pacte con la delincuencia, que no medre políticamente con los pobres y que respete y fortalezca el estado de Derecho.
Desde el inicio de su administración, López Obrador intentó navegar entre el despropósito de suplir balazos por abrazos y mantener una actitud tolerante y respetuosa con los líderes de los cárteles. Además de contar más de 143 mil muertos, hoy tiene que enfrentar las presiones de Estados Unidos por la falta de cooperación y resultados contra el narcotráfico.
La segunda captura de Ovidio Guzmán ha vuelto a modificar el tablero presidencial.
Desde la certeza de que la Casa Blanca impuso condiciones para la visita de Joe Biden a México hasta la versión de que el Ovidio detenido no sea en realidad Ovidio Guzmán, han corrido cientos de historias que desembocan al mismo lugar: el presidente se resiste a romper un presunto pacto con la delincuencia organizada y el Cártel de Sinaloa.
La versión oficial sobre la detención de Ovidio Guzmán simplemente no cuadra.
El gobierno asegura haber realizado un trabajo de inteligencia de más de seis meses pero que la detención se logró en una revisión de rutina a un vehículo sospechoso, luego de que los presuntos delincuentes huyeran directamente al punto donde se encontraba Ovidio Guzmán. ¿Coincidencia o inteligencia?
Si conocían la fuerza y capacidad de reacción del Cártel de Sinaloa, ¿por qué no activaron los protocolos para proteger a la población? En redes sociales circularon imágenes de médicos y enfermeras secuestrados para atender a delincuentes heridos, así como aeropuertos y aviones comerciales agredidos en la refriega.
Apenas horas después de la detención de Ovidio Guzmán, el canciller Marcelo Ebrard dijo que no habría un proceso de extradición “fast track” porque primero tendría que enfrentar a la justicia en México. Entonces, ¿por qué un juez concedió prisión preventiva con fines de extradición? ¿Dónde está la orden de aprehensión por parte de la justicia mexicana?
Esto fortalece la versión de que Ovidio Guzmán podría ser detenido, pero no extraditado, como parte de un acuerdo presidencial. Tendría una reclusión de ensueño, a diferencia de la que mantiene su padre en Estados Unidos.
El discurso oficial es deliberadamente confuso. Sin embargo, ni el gobierno de Estados Unidos ni los cárteles aceptarán una versión que no tenga que ver con la defensa de sus intereses.
Ambos, estadunidenses y capos, cuentan con mucha información respecto de los pactos inconfesables del Presidente, hoy atrapado en su laberinto.
La versión de que en la detención de Ovidio nos han dado gato por liebre no es más que la consecuencia de esta cadena de mentiras, simulaciones y pactos ocultos que pronto podrían salir a la luz pública.
¿Realmente se rompió el pacto?
La puntita
En Japón, los trenes se operan con tecnología y eficacia cronométrica. En México se utilizan fichas de dominó para calcular donde están los trenes del Metro. Resultado: 29 muertos por el colapso de la línea 12, incendio en puesto de control, choques en Tacubaya y Línea 3. ¡Y así quiere gobernar al país!