Científicos de la Universidad Tecnológica del Sur de China pusieron en práctica un enfoque alternativo para reparar ciertas lesiones en el pene, como la rotura, que impiden tener erecciones. Para restaurar la función eréctil normal probaron a desarrollar un nuevo implante sintético, cuya aplicación resultó exitosa en cerdos.
Una pequeña pincelada previa: la túnica albugínea se trata de la envoltura fibrosa de los cuerpos cavernosos del pene. Esta capa protectora y elástica del órgano envuelve el tejido eréctil y bombea sangre al pene, por lo que tiene un papel vital para mantener las erecciones.
Lo que hicieron los investigadores fue intentar crear un material seguro y sintético con propiedades físicas similares a las de la túnica albugínea, capaz de doblarse y retorcerse cuando el pene no está erecto y volverse rígida con facilidad durante la erección.
Los métodos actuales no han demostrado demasiada eficacia para restaurar una túnica albugínea funcional. Se suele usar tejido procedente de otras partes del cuerpo, pero en ocasiones, el sistema inmunitario rechaza los parches adheridos a la misma. Además, muchas veces no sirven para que las erecciones vuelvan a suceder o mantenerse.
El equipo de investigadores asiáticos creó una túnica albugínea artificial con hidrogeles dispuestos en una estructura de fibras apiladas, similar a la versión natural. Este gráfico reproduce su funcionamiento.
Tal y como recoge Gizmodo, esta investigación simula la microestructura de los tejidos naturales, mostrando resultados muy prometedores para reparar las lesiones en el pene.
El estudio, publicado en la revista Matter, muestra que el material permitió que los penes erectos se expandieran con la misma rigidez en cerdos con la túnica albugínea dañada que en los cerdos normales. Para que los penes se pusieran erectos a demanda, se usó una inyección de suero salino.
Otra ventaja fue que aunque no se reparó el tejido de alrededor, el implante sintético no había causado ninguna cicatriz un mes después del experimento.
Sus responsables destacan que la tecnología se halla todavía en una fase primigenia, y lejos de probarse en humanos para restaurar erecciones. Se debe confirmar antes la eficacia y seguridad a largo plazo del material —que podría permanecer en el cuerpo durante 3 o 5 años—, así como mejorar la forma de implantación.
La esperanza es la potencial aplicación de este método para abordar otras lesiones nerviosas permanentes y aplicarse a otros tejidos, como los de la vejiga o el corazón. También se podría destinar a reconstruir en laboratorio los órganos del pene y los testículos.
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