El apéndice caudal o “cola en humanos” ha sido extremadamente infrecuente en la literatura médica, tanto que hasta 2017 se registraron 195 casos en todo el mundo, según la última revisión de Tojima y Yamada en 2020.

Sin embargo, hace unos días se informó de un caso en un hospital rural en el estado de Nuevo León. Se trata de una recién nacida que, hasta que estuvo fuera del vientre de su madre, los doctores detectaron que presentaba una estructura en forma de cola de 5.7 cm de longitud y de entre 3 y 5 mm de diámetro.

La extremidad era blanda, cubierta de piel y pelo fino, la cual se encontraba en la hendidura interglútea. Esta se podía mover pasivamente sin dolor, pero no mostraba ningún movimiento espontáneo.

Tras detectar la anomalía, los médicos procedieron a pellizcar protuberancia dorsal con una aguja. Al hacerlo la bebé lloró, por lo que confirmaron una conexión nerviosa.

Se precisó que tanto el padre como la madre son sanos y no consanguíneos, quienes previamente ya habían tenido un hijo, igualmente sano. Además, durante el embarazo no se presentaron complicaciones y tampoco hubo registro de exposición a radiación o a teratógenos (agentes capaces de causar un defecto congénito).

Existen diferentes sistemas de clasificación para las colas humanas, como la de Dao y Netsky en 1984. Esta se divide entre colas verdaderas y las pseudocolas.

Las primeras se describen como aquellas que contienen tejido adiposo, conectivo y muscular, pero no contienen vértebras o estructuras óseas, como es el caso de la bebé de Nuevo León. Mientras que las segundas son una manifestación superficial o cutánea de anomalías estructurales subyacentes, como lipomas, teratomas, prolongación anómala de vértebras, entre otras.

Esta anomalía congénita se ha descrito con mayor frecuencia en varones.

Para establecer el adecuado abordaje quirúrgico y pronóstico de estos pacientes, es imperativo realizar estudios de imagen como resonancia magnética, para descartar malformaciones concomitantes, como disrafismo espinal, incluyendo síndrome de cuerda anclada, espina bífida oculta , hipoplasia de arcos vertebrales, mielomeningocele, meningocele o lipoma espinal, que puede detectarse hasta en un 40% de los casos, seguido de trastornos craneofaciales cerebrales en un 6 por ciertos.

Los rayos X pueden ser útiles para detectar elementos óseos en la cola, prolongación anómala de vértebras, entre otros

También es apropiado realizar exámenes cardíacos regulares como con otros recién nacidos, en ausencia de signos o síntomas cardiovasculares, como cianosis , dificultad para respirar, soplo cardíaco , entre otros, y si se detecta, el niño debe ser evaluado por un médico

Tras cumplir dos meses, la menor fue revaluada por el equipo de pediatría y cirugía general, los mismos que encontraron que la cola había crecido 0.8 centímetros, por lo que fue extirpada y la zona afectada fue reconstruida mediante plastia de Limberg.

Una vez separado el tejido del cuerpo de la bebé, la cola fue sometida a varios análisis en los que se reveló que la muestra contenía tejido blando, incluyendo tejido fibroadiposo, estructuras vasculares y haces nerviosos, cubiertos por piel, sin alteraciones histopatológicas.

De acuerdo con el Journal of Pediatric Surgery Case Reports, la pequeña fue dada de alta y no se registraron complicaciones en el seguimiento de la bebé.

infobae.com

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