Apenas supo que la marcha para defender al INE había rebasado la asistencia que él esperaba, el presidente López Obrador decidió (a manera de arrebato mayúsculo), realizar su propia caminata encaprichado por demostrar que podía juntar muchos más asistentes.
Más allá de la elevada popularidad que AMLO aún conserva en prácticamente todas las mediciones, el asunto de “su marcha” obedece a su afán por reafirmarse como el “líder de las multitudinarias movilizaciones”. Nadie tiene derecho a ese título, menos aún estando en el poder.
Y así lo ordenó en aquella reunión efectuada el pasado domingo por la noche, horas después de finalizada la marcha a favor del INE: caballería completa (con recursos ilimitados de toda índole), para trasladar a cuantas personas sean posibles desde cualquier parte del país.
La instrucción incluye comunicar a los cientos de miles que reciben algún beneficio social, (desde personas de la tercera edad hasta los “jóvenes del futuro”), la necesidad de apoyar al presidente en una marcha nacional que respalde los resultados de su mandato. “Si los adultos mayores no pueden viajar a la CDMX, que salgan en sus ciudades a las calles y caminen”, dijeron.
Ocurre que la movilización del pasado domingo caló hondo en el tabasqueño, y no sólo por el número de personas reunidas, sino porque se trató del primer gran síntoma de unión opositora, aunque todavía no se muestre a alguien que logre aglutinar (de manera formal y contundente), los esfuerzos aliancistas.
Cinco personas del círculo cercano fueron citadas en Palacio Nacional, (aquella noche de la marcha), y recibieron la instrucción de ir armando la “contramovilización”, mientras el presidente se encargaría de anunciarla más adelante, en una de sus mañaneras. “Andrés Manuel no está contento con lo ocurrido”, mencionaron.
Fue el presidente quien también fijó la fecha para marchar: 27 de noviembre. “Matamos dos pájaros de un tiro”, dijo, “festejamos nuestro cuarto año de gobierno y les demuestro lo que es marchar”, afirmó ante los cinco encargados de la movilización.
Menuda tarea para los designados de reunir a la gente, pues la oposición no lo hizo nada mal hace unos días. “AMLO está confiado en juntar cuando menos el doble de asistentes”, me comentan. Veremos qué ocurre.
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