La robótica, Inteligencia Artificial y última tecnología se han adaptado últimamente para mostrar el potencial de desarrollo que han implementado expertos, con el objetivo de crear sistemas bajo la inspiración del movimiento y función del cuerpo humano, animal y hasta de los mismos insectos milimétricos en función de la investigación, ciencia y medicina del futuro. En esta ocasión el grupo de investigadores desarrolló una especie de tortuga robótica anfibia, capaz de moverse por mar y tierra utilizando inteligencia artificial.
ART como ha sido denominada por los expertos de la Universidad de Yale está inspirada en tortugas terrestres y acuáticas, un grupo cuyo récord fósil abarca más de 110 millones de años. Lo que marca la diferencia en esta creación es la facilidad de adaptación de Art, pues cuenta con extremidades que se transforman y pueden adaptar su forma, rigidez y comportamiento al entorno.
«Las tortugas terrestres y acuáticas comparten cuerpos similares, con cuatro extremidades y un caparazón, pero tienen formas de extremidades distintivas y modos de andar adaptados a su entorno específico», dijo Rebecca Kramer-Bottiglio, profesora asociada de Ingeniería Mecánica y Ciencia de los Materiales de John J. Lee. investigador principal del estudio. “Las tortugas marinas tienen aletas alargadas para nadar, mientras que las tortugas terrestres tienen patas redondeadas para soportar carga mientras caminan”.
De tal manera está equipada con materiales en esta zona del cuerpo de rigidez variable y músculos artificiales para transformar su forma al pasar de un entorno a otro. De acuerdo a la información por parte de la Institución, cuando Art está en estado de patas puede atravesar la tierra con una variedad de pasos terrestres de cuatro patas. Al llegar a un cuerpo de agua, puede transformar sus patas en aletas, lo que le permite nadar con pasos acuáticos basados en elevación y arrastre.
Es así, como la aplicación de este robot puede estar dirigida hacia el seguimiento de los ecosistemas a lo largo de las costas, el apoyo a los buzos y la agricultura oceánica, tal como lo proyecta el laboratorio de Kramer-Bottiglie. Así mismo, rescatan en la investigación que también ayudará a los investigadores a estudiar la física de la locomoción en la compleja zona de surf, donde las olas, las corrientes y la turbidez hacen que sea particularmente difícil para los dispositivos robóticos navegar, y otras zonas de transición ambiental.
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