La electrificación por contacto (CE) fue la primera y única fuente de electricidad de la humanidad hasta alrededor del siglo XVIII, pero su verdadera naturaleza sigue siendo un misterio. Hoy en día, se considera un componente crítico de tecnologías como impresoras láser, procesos de producción de LCD, pintura electrostática, separación de plásticos para reciclaje, etc., así como un riesgo industrial importante (daños en sistemas electrónicos, explosiones en minas de carbón, incendios en plantas químicas) debido a la descarga electrostática (ESD) que acompaña a CE. Un estudio de 2008 publicado en La naturaleza descubrió que, en el vacío, las descargas electrostáticas de una simple cinta adhesiva son tan poderosas que generan suficientes rayos X para tomar una imagen de rayos X de un dedo.
Durante mucho tiempo se creyó que dos materiales en contacto/deslizamiento cargan en direcciones opuestas y uniformes. Sin embargo, después de CE, se descubrió que cada una de las superficies separadas lleva cargas tanto (+) como (-). La formación de los llamados mosaicos de carga se ha atribuido a la ir reproducibilidad del experimento, las faltas de homogeneidad inherentes a los materiales en contacto o la «naturaleza estocástica» general de la CE.
Un equipo de investigación, dirigido por el profesor Bartosz A. Grzybowski (Departamento de Química) del Centro de Materia Blanda y Viva, dentro del Instituto de Ciencias Básicas (IBS) en Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología de Ulsan (UNIST) ha estudiado las posibles fuentes de mosaicos de carga durante más de una década. Se espera que el estudio ayude a controlar las descargas electrostáticas potencialmente dañinas y se publicó recientemente en la revista Charge Mosaics on Contact Charged Dielectrics
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