Hubo un tiempo, cuando los impresos eran los medios con mayor penetración en la sociedad, en que estos días de festejar a nuestros queridos difuntos, editaban números especiales de calaveras que consistían en versos o rimas de personajes famosos, funcionarios de todo tipo y nivel, personajes de la sociedad, de la academia y en fin los más conocidos por lo que quieran y manden eran objeto de una rima jocosa relacionada con la muerte calaca y flaca.
Esta costumbre tiene que ver con un medio de comunicación, que no se extinguirá, y que son los impresos los cuales formaban parte de los altares en memoria de nuestros difuntos, así como la visita los días primero y dos de noviembre a los panteones para visitar las tumbas donde están sepultados los restos de nuestros queridos difuntos.
Lo que más se disfrutaba en casa en estas fechas son los tamalitos, el pan de muerto con chocolate, los dulces de jamoncillo, y todo lo que nuestros abuelos y padres acostumbraban poner en esos altares a los que venían del más allá nuestros difuntos a disfrutar junto con nosotros, ellos con los aromas y nosotros con lo macizo.
El día dos de noviembre ir al panteón a colocar una corona o unos ramos de zempatzuchitl en los jarrones, donde descansan los restos de quienes se nos adelantaron en el tránsito tan fugaz de vida, era parte de un rito que a lo mejor está en extinción, no se diga aquellos de los pueblos o ciudades como Naolinco donde los vivos acuden la noche del primero a los panteones con canastas de comida para pasar la noche al lado de la tumba de la abuela, la mamá o el papá, el hermano, la esposa o el esposo que ya se fueron para encenderle sus velitas y amanecer ahí, cerquita, comiendo y tomando a la salud del difunto. Pero de dónde viene esta tradición?. La leyenda mexicana que da origen al Día de Muertos y a la manera en la que México ve a la muerte es la historia del Mictlán, el inframundo de las culturas prehispánicas. Mucho antes de que los conquistadores llegaran a tierras mexicanas, los pueblos indígenas tenían su propia manera de interpretar el mundo, la vida y la muerte.
Y es menester aclarar que la imagen que se ha tomado en el mundo para representar a la muerte, la de La Catrina, surgió en 1912 de manos del grabador mexicano José Guadalupe Posada para ilustrar unos versos en rima a propósito del Día de Muertos -conocidos como «calaveritas»— y mofarse de las clases sociales, según explica Verónica Zacarías, profesora y guía del Museo José Guadalupe Posada en la ciudad de Aguascalientes. Posada, grabador y caricaturista originario de Aguascalientes (1852-1913), creó la «Calavera Garbancera», un personaje con el que criticó a las empleadas domésticas que deseaban verse y vestirse como las damas adineradas de la época post revolucionaria en la Ciudad de México.