A Hugo Gutiérrez Maldonado no lo corrió el Gobernador Cuitláhuac García sino el Secretario de la Defensa Nacional. Al mandatario estatal le fue imposible sostener a un hombre que habría perdido la confianza del Ejército. Su suerte estaba echada desde hace varias semanas.
La filtración de Guacamaya Leaks sobre los nexos y la protección al Cártel del Noreste sólo fue la gota que derramó el vaso. Al funcionario no lo alcanzó las sombras de su pasado, sino los pecados del presente, como el lunes pasado lo publicó Formato Siete, en un recuento pormenorizado de la grave crisis de seguridad que vive el estado y la corrupción interna que solapó Gutiérrez Maldonado.
En un texto claro y directo, Formato Siete señaló lo que llamó El hedor de la corrupción y la complicidad en la Secretaría de Seguridad Pública.
Para dar contexto a la crónica de la renuncia anunciada del Secretario de Seguridad Pública, retomamos el texto publicado este lunes bajo la firma de la Rata Vengadora.
Desde hace meses, la Secretaría de Seguridad Pública parece ser una olla de estiércol: ‘tiras’ que asesinan detenidos en las mazmorras del cuartel de San José, polis que asaltan tráileres con mercancía en los límites con Puebla, mandos que mandan desaparecer y asesinar a sus propios ‘partners’. Ya de las cuotas impuestas por los jefes, de las extorsiones a ciudadanos inocentes para no ir al tambo y la colusión con el narco, mejor ni hablamos.
La SSP veracruzana tiene el hedor de la corrupción y la impunidad. Y lo peor, han empinado al gobernador del estado. Gracias a la excreta Secretaría que encabeza Hugo Gutiérrez Maldonado, el gobernador no deja de exhibir su ignorancia de lo que pasa en los sótanos de esa dependencia y las actividades delincuenciales que realizan sus muchachos. No le dan información suficiente ni a tiempo.
Por ejemplo, el escándalo de la desaparición de Alan Ciprián Canseco –confirmar su ejecución es cosa de tiempo-, quien hasta hace un mes la giraba como director de Operaciones de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), un cargo clave en el organigrama. Resulta que la semana pasada apañaron a Juan Alan Cuetero Meza, quien cobraba como director de la Policía Vial, como presunto responsable. ¿Se llevan pesado los vatos!
¿Qué intereses hay en la SSP que un alto mando es capaz de mandar a desaparecer a otro, sin importar su cargo o cercanía con el mandatario y el Secretario? ¿Por quién o por cuáles organizaciones criminales está infiltrada?
Otro caso fue la detención de los tres polis veracruzanos presuntamente por participar en el robo de mercancía de un tráiler en los límites con Puebla. Y ante el follón, el gober prácticamente los sentenció en caliente. Ordenó la apertura de una indagatoria al interior de la SSP, así como la inhabilitación de los cuicos mientras se hacía la investigación.
Pero fue la propia Fiscalía General de la República (FGR) la que determinó que no habían participado en el robo, sino que estaban acordonando la zona. La neta es que la reacción de Cuitláhuac fue la correcta; lo hizo porque esa era la información qué tenía a la mano. Pero entonces, ¿ni siquiera pueden informarlo correctamente?
Nadie en su sano juicio pensaría que estos ‘tiros’ son responsabilidad del Gober. Incluso, ni siquiera que el Secretario tenga algo que ver. Lo que ha quedado en evidencia es que la policía está podrida, que no hay mando ni autoridad.
Pesa más la complicidad que la lealtad, dicen los clásicos. Y en este gobierno no ha sido la excepción. Lo que pasa en la Secretaría de Seguridad Pública ya le habría costado la cabeza a su titular de no ser los pactos de impunidad que hay dentro y fuera de la institución, del gobierno y hasta del estado. ¡He dicho!
La pregunta clave: ¿El Gobernador del Estado y su nuevo titular de Seguridad Pública investigarán los presuntos actos delictivos en los que se vio involucrado Gutiérrez Maldonado o su renuncia sólo fue la moneda de cambio para otorgarle impunidad? ¿Lo permitirá el Ejército?