La anorgasmia significa ausencia de orgasmo tanto en los hombres, como en las mujeres. Junto con el vaginismo (imposibilidad para realizar el coito) y la dispareunia (dolor durante el coito), la anorgasmia o trastorno orgásmico femenino es la problemática más frecuente que encontramos en una consulta de sexología.

«Hablamos de anorgasmia cuando, durante el devenir de la repuesta sexual fisiológica producida naturalmente como respuesta a una actividad sexual efectiva, estimulante y excitante, se presenta una dificultad persistente en el tiempo que impide experimentar un orgasmo», detalla en una entrevista con Infosalus la doctora Rosa Abenoza Guardiola, médico general, sexóloga, y psicoterapeuta del equipo del Instituto Médico Rosselló.

Ahora bien, esta experta precisa que, según los diferentes umbrales individuales de sensibilidad al placer, la respuesta sexual produce reacciones variables en cada mujer, así como en cada individuo independientemente de su sexo, que se manifiestan en todo el cuerpo producto de la excitación sexual.

Se pueden distinguir diferentes tipos de orgasmos, en cuanto al umbral de sensibilidad individual, aunque la respuesta sexual neurofisiológica y su cascada de neurotransmisores que intervienen en el orgasmo sea la misma, añade.

Concretamente, dice que se han descrito diferentes niveles de umbrales de sensibilidad orgásmica, que van desde aquellas mujeres que tienen capacidad orgásmica por estimulación únicamente de la fantasía; a aquellas que tienen capacidad de sentir orgasmos por estimulación de zonas erógenas no genitales; quienes solo sienten orgasmos por estimulación directa del clítoris; a aquellas mujeres que presentan capacidad y habilidad orgásmica durante la cópula.

«Clínicamente entendemos como anorgasmia o trastorno orgásmico femenino a la ausencia, dificultad o gran retraso para experimentar el orgasmo y/o sensaciones orgásmicas de intensidad frustrantemente reducidas», apunta la doctora Rosa Abenoza.

La sensación persistente y mantenida de no «conseguir» orgasmos, y acumular insatisfacción crónica provoca un estado de frustración y malestar que se instala en la persona y/o la pareja terminando por producir estrés, irascibilidad, sentimientos depresivos, ansiedad anticipatoria y una expectativa distorsionada y desagradable de la actividad y/o encuentro sexual que llevan muchas veces a rechazar y a evitar cualquier tipo de posibilidad de encuentro o actividad sexual, con el fin de evitar lo que se anticipa como fuente de malestar, advierte la experta de IMR.

«Habitualmente, cuando una persona o pareja llega a esta situación, acude a consulta por el sufrimiento que les supone», advierte, al tiempo que apunta que si atendemos a la clasificación clínica del trastorno, se puede tipificar la anorgasmia en:

  • Primaria: nunca se ha experimentado un orgasmo.
  • Secundaria: se manifiestan tras un periodo de actividad sexual satisfactorio
  • Generalizada o absoluta: si se da ausencia de orgasmo en cualquier caso y/o situación
  • Situacional: si solo se produce orgasmo o la ausencia del mismo en algunos casos o situaciones

«De todas ellas, la más frecuente es aquella que afecta a la ausencia o dificultad para experimentar sensaciones orgásmicas durante el coito. Sin especificar porcentajes afecta a un gran número de mujeres en España», aclara la médico general, sexóloga y psicoterapeuta.

Sus posibles causas

Sobre sus posibles causas, la doctora Abenoza subraya que la fisiología del orgasmo es «compleja y fácilmente alterable» por múltiples factores. Apunta a causas orgánicas, psicógenas, culturales desinformativas y mixtas, pero siempre vamos a observar diferentes grados de intensidad y tipos de ansiedad que van a acompañar la expectativa de encuentro y/o actividad sexual.

Respecto a las causas orgánicas la frecuencia que llega a las consultas de sexología es baja y señala a: trastornos neurológicos como lesiones medulares, neuropatías diabéticas, esclerosis múltiple, por ejemplo; trastornos endocrinológicos y metabólicos como el hipotiroidismo, déficit de testosterona, aumento anómalo de potasio, alteraciones de la glándula suprarrenal o en la hipófisis, entre otras; trastornos ginecológicos como vaginitis recurrentes graves, alteraciones del clítoris, alteraciones estructurales de la pelvis, bajo tono de la musculatura del suelo pélvico, deficiencias de lubricación genital.

Igualmente hace mención de enfermedades crónicas graves, como insuficiencia renal crónica, artritis reumatoide, cáncer, enfermedad cardiovascular, cistitis de repetición, y efectos secundarios de algunos tratamientos farmacológicos y cirugías; aparte de trastornos psíquicos como depresión mayor, alteraciones del humor, estrés crónico, entre otros.

Entre los factores o causas culturales y educacionales la experta de IMR dice que encontramos como causa de anorgasmia una mala e insuficiente técnica amatoria, desinformación sobre la respuesta sexual humana, actitudes negativas por patrones educacionales restrictivos frente a la sexualidad, adopción de un rol de espectador en alerta por miedo o temor a perder el control, parejas disfuncionales o abusadoras, entre otras.

«Las causas que pueden producir anorgasmia femenina son muchas y variadas, entre otras cosas por la complejidad que en sí misma tiene la respuesta sexual humana y el orgasmo en particular. Podemos decir que las causas del trastorno orgásmico femenino son multifactoriales y lo habitual es que se imbriquen unas con otras, alterando o dificultando de esta forma la respuesta orgásmica», reseña la especialista.

Sí tiene curación

Eso sí, afirma con rotundidad que la anorgasmia tiene curación, y el tratamiento busca mejorar globalmente la respuesta sexual de la mujer, que aprenda a desarrollar la habilidad de abandonarse y dejarse llevar por las sensaciones sexuales, sin miedo ni expectativa.

«Además del tratamiento de la enfermedad base si la hay, disponemos de algunos fármacos que pueden ayudar a mejorar la respuesta sexual, pero en rigor el tratamiento de la anorgasmia pasa por terapia sexual. (…) Normalmente las disfunciones sexuales se tratan en pareja, siempre que es posible, porque el objeto de la terapia precisamente es la resolución sintomática de la disfunción propiamente dicha, así como los encuentros sexuales en sí», remarca.

A su vez, resalta que son muy importantes los cambios en el estilo de vida de las pacientes, con una nutrición saludable, aprender a manejar el estrés para que no se haga crónico, y termine estructurando un trastorno de ansiedad, y acabar con el sedentarismo.

«El ejercicio diario planificado es fundamental para deshacerse de ese estrés y generar endorfinas y dopamina, uno de los neurotransmisores fundamentales que participan en la respuesta sexual y que mejora nuestra disposición al placer, el bienestar y la resiliencia frente a la adversidad», concluye la doctora Rosa Abenoza Guardiola, médico general, sexóloga, y psicoterapeuta del equipo del Instituto Médico Rosselló.

infosalus.com

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