Dolor y corrupción: sin evidencia donde quedaron las aportaciones de la gente y los gobiernos extranjeros.

Hoy a mediodía se realizará el simulacro nacional para prevenir y recordar.

Hace cinco años, un 19 de septiembre como hoy, en el 32 aniversario del mayor sismo de la historia del país, la tierra se volvió a cimbrar y trajo una nueva tragedia. Pese a que muchas heridas siguen abiertas, México no cuenta hoy con un Fondo de Emergencias –el Fonden desapareció en julio de 2021-, ni una estrategia para enfrentar otro fenómeno natural de tal magnitud.

Con 56 millones de afectados en las últimas dos décadas, nuestro país afronta un creciente riesgo a los desastres, pero especialistas temen que el reciente recorte de fondos para afrontar catástrofes aumente su vulnerabilidad como uno de los cinco más impactados de Latinoamérica. Sólo en el último siglo, el país ha enfrentado más de 32 sismos de magnitud 7.5 o mayor.

A cinco años del sismo del 19 de septiembre de 2017, en el que murieron 369 personas y quedaron decenas de edificios en ruinas, principalmente en la Ciudad de México, algunos de esos inmuebles permanecen en el abandono.

Diversos especialistas insisten en que México no está preparado para afrontar futuros fenómenos, sobre todo tras la reciente desaparición de 109 fideicomisos de ciencia, tecnología y ambiente. Tan sólo en 2017, los terremotos dejaron cerca de 500 decesos, casi 20 millones de personas afectadas y daños en más de 190 mil hogares y 10 mil escuelas, con pérdidas por 87 mil millones de pesos, según su recuento.

La experiencia del sismo de 1985 sirvió para que México tomara cartas en el asunto en la forma en que responde a un fenómeno natural imposible de predecir. Desde entonces se generaron estrategias y se implementaron protocolos, los cuales no fueron suficientes ante la tragedia de 2017.

México, sin preparación suficiente para un nuevo desastre

El sismo del 7 de septiembre de 2017 en el sur y centro de México ha sido reconocido ya como el sismo de mayor magnitud (8.2 grados) en la historia reciente del país. Sin embargo, ¿cómo es que no causó los mismos estragos que el sismo de 1985 en la Ciudad de México? ¿Por qué un sismo de 7.3 grados (más de 32 veces menor fuerza acorde a los parámetros de la escala de magnitud) pudo tener efectos devastadores en Haití en 2010 y la Ciudad de México resistió uno mucho mayor?

La pregunta que se hacen los mexicanos es: ¿estamos realmente preparados para enfrentar un fenómeno de tal magnitud? Y quizás, un buen punto de partida lo más adecuado sería preguntar ¿cuál México? En un país tan diverso como el nuestro, eventos como el del pasado 7 de septiembre de 2017 evidencian la desigualdad.

Una perspectiva por demás polémica ha sido publicada en Punto Decimal. En ella se establece que los desastres no son naturales, ni tampoco son culpa de la naturaleza o de la mala suerte.

“Un desastre es resultado de la combinación de una amenaza (natural) y una vulnerabilidad (socialmente construida). Culpar al clima, al sismo o incluso al cambio climático es no sólo peligroso sino irresponsable, pues evita identificar los errores en la construcción de nuestras ciudades, la ausencia o deficiencia de regulaciones y políticas públicas, las fallas de nuestro proyecto nacional de desarrollo y, sobre todo, la capacidad que tenemos como individuos y sociedad de modificar esa vulnerabilidad para reducir el riesgo de desastres.”

Con 32 años de distancia, tanto el sismo del 85 como el 19S de 2017 encontraron a una Ciudad de México que no se encontraba preparada, sostiene Myriam Urzúa Venegas, secretaria de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil.

“Primero en el 85 no había ninguna preparación en términos gubernamentales para atender un evento de este tipo y fue justamente a partir del terremoto del 85 que se inicia el Sistema Nacional de Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres. Al no haber una rectoría del Estado en ese momento es la que sociedad civil tuvo un papel preponderante”, dice en entrevista con Expansión Política.

La funcionaria señala que “llegamos al 19 de septiembre de 2017 y desgraciadamente nos encontramos con casi la misma situación. Es decir, en donde la sociedad civil nuevamente toma la rectoría y el Gobierno se ve superado en términos de los recursos humanos, financieros y materiales que tenía que tener para esos momentos”.

En efecto, cinco años después de los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017 aún no se reconstruyen 25 unidades médicas dañadas; si bien este año se destinaron recursos para 74 planteles educativos y están pendientes otros 40, más de 3 mil viviendas en la Ciudad de México están en proceso de atención. Cientos de damnificados no han podido volver a su hogar.

La meta es que este año se lleven a cabo acciones de rehabilitación en cinco unidades médicas que quedaron pendientes en 2021. Además, para 2022 también se programaron obras en otros 20 hospitales de Chiapas, Morelos, Ciudad de México, Oaxaca, Guerrero y Puebla.

Sin embargo, hasta el 30 de junio de 2022 no se había ejercido ni un solo peso de ese presupuesto ni se reportaban avances en las obras, de acuerdo con el Segundo Informe Trimestral del Programa Nacional de Reconstrucción 2022. Casi tres meses después, al 15 de septiembre, el avance es mínimo todavía: únicamente están en proceso 19.2% de las obras de reconstrucción aprobadas para este año y 80.2% continúa pendiente.

¿Qué pasó con los donativos del sismo de 2017?

En 2018, la Auditoría Superior de la Federación detectó que no hubo claridad en el manejo de los recursos recibidos para la reconstrucción; sólo se reportaban 1 de cada 5 hospitales totalmente rehabilitados en el país; y el 40% de escuelas afectadas no tenían evaluación correcta de daños.

En 2017, mientras cientos de personas habían perdido su patrimonio, a familiares, se recuperaban en hospitales y algunos perecían entre los escombros tras los sismos del 7 y 19 de septiembre, la ayuda internacional comenzó a fluir. México recibió donativos en dólares americanos, canadienses y euros que suman más de 91 millones de pesos, pero nunca se supo cómo ni en qué se gastaron.

Tampoco dónde terminaron los donativos del Fideicomiso “Fuerza México” donde se concentró la ayuda nacional, porque no hubo mecanismos de control, administración ni distribución, y no hubo seguimiento al destino del dinero y, por tanto, no se pudo determinar si se utilizó de manera eficiente.

Pero el gobierno de Peña Nieto, de Miguel Mancera en la Cdmx y el Fideicomiso “Fuerza México” no fueron los únicos en desaparecer el dinero destinado a la ayuda a los damnificados y las tareas de reconstrucción.

El fideicomiso Por los demás, creado por legisladores, militantes y simpatizantes del partido Morena para donar dinero a damnificados por los sismos de septiembre de 2017, recibió aportaciones de origen desconocido por más de 40 millones de pesos en efectivo, violando la ley electoral y las normas del propio contrato del Fideicomiso.

El dinero del fideicomiso sirvió como un mecanismo de financiamiento paralelo y opaco para Morena, de acuerdo a una investigación realizada por el INE, que también determinó que hubo triangulación de recursos procedentes de empresas y particulares. El origen de estos recursos no está claro pues se depositaron en efectivo, a través de cheques de caja y por transferencias bancarias y SPEI.

El dinero, posteriormente, fue sacado del fideicomiso y repartido en efectivo entre operadores de Morena, quienes viajaron por el país con el recurso para repartir “en mano” millones de pesos a los damnificados que elegían a partir de un padrón elaborado por los integrantes del partido.

Ante estas operaciones, la Unidad Técnica de Fiscalización del Instituto Nacional Electoral (INE) ratificó una multa por 197 millones de pesos a Morena por un “intento de fraude” a las reglas electorales. Tampoco entregó las prerrogativas que había comprometido.

Hoy a mediodía se realizará el simulacro nacional para prevenir y recordar

La mañana de este lunes 19 de septiembre, en todo México se llevará a cabo el Simulacro Nacional y será la Comisión Nacional de Protección Civil (CNCP) la encargada de coordinar las acciones preventivas a seguir para que miles de habitantes sepan qué medidas tomar, cómo reaccionar y qué hacer antes, durante y después de un sismo.

Las autoridades de Protección Civil informaron que el Simulacro Nacional 2022 se llevará a cabo a las 12:19 horas, y será un ensayo para reforzar las medidas y protocolos a seguir ante un posible sismo.

El Gobierno Federal anunció que el simulacro nacional contará con una magnitud hipotética de 8.1, y epicentro en las costas de Michoacán y Guerrero a 42 kilómetros de La Mira, Michoacán, sorprendiendo especialmente a la zona centro del territorio nacional.

La Coordinadora de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa, informó que durante el Simulacro Nacional se activarán en la Ciudad de México los altavoces al mismo tiempo en los estados participantes y al finalizar sonará una voz que diga la frase “esto es un simulacro”, de tal forma de que la ciudadanía no se asuste y recuerde que sólo es una simulación preventiva. En el resto de los estados, el simulacro consistirá en la desocupación de los inmuebles.

Protección Civil ha recomendado a la ciudadanía de México participar en los simulacros nacionales con el objetivo de aprender las medidas, acciones y protocolos que se activan antes, durante y después de un sismo, ya que así se evita la falta de coordinación y en el momento que sucede un movimiento telúrico los habitantes sabrán qué hacer ante los escenarios de desastre.

Fuente: Punto Decimal, Expansión, Animal Político, Forbes y Diario AS