Desde el día que fue electa como la nueva Presidenta del OPLE en Veracruz por parte del Consejo General del INE, Marisol Delgadillo Morales sintió el rigor de la partidocracia nacional. Por un lado, el consejero electoral Ciro Murayama, némesis del Presidente y el morenismo, le lanzó la primera advertencia: los nuevos consejeros electorales locales no le deben un favor al INE ni a nadie.
Su chamba es trabajar a favor de la democracia y a defender a los OPLES de los ataques que se están orquestando en contra de esos organismos, dijo el Robin de Lorenzo Córdova. Ayer mismo, los dirigentes del PAN, PRI y PRD –que asistieron en calidad de representantes ante el OPLE-, decidieron hacerle el vacío, abandonando el recinto después de hacer su pronunciamiento. Pero, ¿a quién representan?
Con su berrinche y ante la presencia de la cuadra mayor del gobierno estatal, quisieron advertir que la nueva Presidenta está más cercana a Morena que al resto de los partidos. Ni siquiera corrieron la cortesía política de otorgarle el beneficio de la duda, aunque en el discurso hayan dicho lo contrario.
Tal vez no lo sepan o lo ignoran a propósito, pero Marisol vuelve a casa. Conoce a profundidad al organismo electoral donde ya se desempeñó hace algunos años y cuenta con la currícula académica más amplia que haya tenido ningún otro presidente.
Ayer en su primer mensaje como presidenta dijo lo que tenía que decir. Su papel no es hacer posicionamientos políticos sino ratificar las obligaciones que le establece la ley electoral a ella y al organismo. Le corresponde hacer que los votos se cuenten y que se cuenten bien, algo que no se le puede reclamar al ex Presidente Alejandro Bonilla, testigo de dos alternancias de gobierno consecutivas.
Pero la cosa no será fácil, menos frente a un gobierno que no tiene mucha idea de lo que significa la autonomía. No la han aplicado ni respetado en los poderes Legislativo y Judicial, este último convertido en un chiquero legal, financiero y de corrupción.
No lo han hecho con la Fiscalía y el ORFIS, convertidos hoy en brazos armados del cuitlahuismo y no en los contrapesos al poder que deben ser conforme a la ley; tampoco hay respeto a los organismos autónomos como el IVAI. En el corte de caja, no será tarea sencilla para la nueva presidenta del OPLE sacudirse de la arrogancia injerencista del morenismo aldeano.
Pero Marisol no se amedrenta. Es una mujer libre y disciplinada. Cuenta con un Doctorado y tres maestrías; ya sabe lo que es jugar en grandes ligas luego del periplo que hizo al lado de sus mentores en el gobierno federal, particularmente en el ISSSTE y Fovissste, como se señala en su síntesis curricular. En efecto, se preparó para llegar ahí.
Urzúa y Herrera encueran y se pitorrean del Presidente
Vaya chinga que le han arrimado al Presidente sus dos primeros Secretarios de Hacienda, aquéllos que tuvieron que preferir el destierro antes que terminar en el manicomio de la cuarta trastornación, y corresponsables del peor gobierno en más de un siglo, según ha dicho el primero de ellos.
¿Qué dijeron? Primero Carlos Urzúa, un financiero y académico muy respetable, que ya había sido Secretario de Finanzas cuando López fue Jefe de Gobierno –por supuesto no fue el de los fajos de billetes en los casinos de Las Vegas-, no encuentra un verdadero acierto en el gobierno de su ex jefe.
Desnuda el carácter autoritario, volátil y poco racional del Presidente, lo que le costó al menos tres desencuentros que terminaron por enviarlo al averno. El primero fue estar en desacuerdo con la cancelación del nuevo aeropuerto, no sólo porque eso costaría más de 200 mil millones de pesos –y así sucedió- sino porque representaba inversión y empleo para un gobierno que apenas empezaba.
El segundo desencuentro fue el Plan Nacional de Desarrollo. Mientras Urzúa elaboró un verdadero Plan mediante el proceso, los indicadores y los mecanismos que establece la Ley de Planeación, el Presidente sacó de su viejo cajón un manifiesto político que nada tenía que ver con la ejecución de una verdadera administración federal. Por supuesto, Urzúa no se prestó a llevar el panfleto al Congreso.
Y la gota que derramó el vaso fue la negativa del cinicazo de Bartlett de pagar unos tubos a unas empresas canadienses y estadunidenses por puro capricho. Según Urzúa, lo menos que hicieron los socios comerciales fue “mentarle la madre” al gobierno. Al final, el Presidente terminó cediendo y el capricho del director de CFE nos salió más caro.
AMLO, será “el más decepcionante desde 1934”, dijo Urzúa en una aterradora profecía.
¿Y qué dijo Arturo Herrera, aquél personaje con cara de pánico al ocupar el cargo y que terminó engañado por el Presidente de que iría al Banco de México? Más sutil, más contundente, al día siguiente del informe presidencial subió a sus redes sociales una fotografía donde bebe café en una taza con la leyenda: “Bonita historia. Ahora muéstrame los datos”. ¡Sublime!
La ratonera
Ayer el diario Reforma mostró que el gobernador de Veracruz y su partido son igualitos al PRI y al PAN. Resulta que como antaño, los Gobernadores morenistas son quienes imponen a los dirigentes partidistas en los estados, surgidos desde las oficinas de Palacio. Nunca aborrecieron el poder autoritario, sólo aborrecían su propia pobreza.