Según se desprende de los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI correspondiente al periodo abril-junio 2022, la población ocupada en el país aumentó en más de 1.3 millones de personas respecto a los primeros tres meses del año. Sin embargo, ese avance lo explica en un 77% el repunte de la ocupación en la informalidad. Mientras la ocupación informal se incrementó en un millón de personas, la formal solo creció en poco más 300 mil.
De acuerdo con el INEGI, en el periodo abril-junio la suma de las personas en todas las modalidades de empleo informal fue de 32 millones, lo que representó 55.7 por ciento de la población ocupada. Esta suma supera el nivel registrado en febrero de 2020, antes de la pandemia, cuando la población ocupada en la informalidad era menor: 31.4 millones de personas.
Los indicadores de la ENOE confirman que la llamada brecha laboral todavía es muy amplia y exhiben la insuficiencia de empleo en México. Esta brecha laboral, que contempla a las personas desocupadas, a las subocupadas y a las inactivas disponibles para trabajar, representó en abril-junio de este año el 21.7 por ciento de la población económicamente activa potencial, que, si bien es cierto, es menor al 52.9 por ciento alcanzado en mayo del 2020, en el peor momento de la crisis sanitaria, aún está por arriba del 19.8 por ciento registrado antes de la pandemia.
Según la citada encuesta, en el período abril-junio la población desocupada, que está representada por las personas que no contaban con trabajo, pero lo buscaban activamente en el último mes, fue de 1.9 millones de personas.
La población sub-ocupada, que es la que cuenta con una ocupación, pero tiene necesidad y disponibilidad de trabajar más horas, fue de 5.1 millón de personas.
Por su parte, la población no económicamente activa disponible para trabajar, que no buscó trabajo, pero aceptaría un empleo si se lo ofrecieran, fue de 5.7 millones.
El hecho es que las tres categorías anteriores suman 14.5 millones de personas con necesidad o deseos de trabajar y permiten estimar el tamaño de la brecha laboral en el país.
Este dato evidencia que la recuperación económica de la que tanto hablan los actuales gobernantes es incompleta, que la economía no ha alcanzado los niveles que tenía hasta antes de la pandemia, y de que, dicha brecha laboral no podrá desaparecer en el actual sistema social y económico capitalista que priva en México y en la mayor parte del mundo, pues el desempleo es algo intrínseco a este modelo económico de producción; ya que el ejército de desempleados es una necesidad ineludible del capitalismo, que cada día expulsa más mano de obra del sector laboral como consecuencia de sus propias leyes y que, por tanto, debemos pensar en cómo remplazarlo por un sistema económico en donde no se dé esta fatalidad.
Conforme avanza el capitalismo, los empresarios invierten mucho más en maquinaria moderna que en la contratación de obreros, buscando incrementar la productividad de sus empresas y así obtener un máximo de ganancia. La consecuencia es el despido de trabajadores que se van a la calle y buscan la solución en la informalidad. Pero esta tiene sus desventajas, debido a que los medios de producción ya están monopolizados en las manos de unos cuantos, y el desempleado solo cuenta con sus manos para trabajar, por lo que, al no encontrar trabajo en una empresa, o se muere de hambre o va a parar a la informalidad. La informalidad es un síntoma del agotamiento del capitalismo
El empleo informal incluye todo trabajo remunerado (tanto el autoempleo como el empleo asalariado) que no está registrado, regulado o protegido por marcos legales o normativos, así como también trabajo no remunerado llevado a cabo en una empresa generadora de ingresos. Los trabajadores informales no cuentan con contratos de empleo seguros, prestaciones laborales, protección social o representación de los trabajadores. Por tanto, viven en una constante inquietud de ser despedidos sin aviso con ningún tipo de compensación, realizar trabajos extraordinarios obligatorios, estar expuestos a pago de salarios fuera de tiempo, a incumplimiento en el pago, con bajos salarios y empleo inestable. La informalidad es un síntoma de agotamiento del capitalismo en su fase monopólica y afecta más a los países subdesarrollados. La economía de muchos de ellos, como México, depende en mucho, de las remesas que envían los migrantes que parten de sus pueblos en busca de empleo con todas las consecuencias que ello acarrea.
Las potencias imperialistas desarrollan su industria, su agricultura y el sector servicios, gracias a las riquezas que extraen por diversos medios de los países a los que exportan sus capitales y mercancías y de los que saquean materias primas y recursos energéticos. Con esos recursos potencian sus economías y generan empleo para su clase trabajadora. Pero las potencias imperialistas son pocas, la inmensa mayoría de países son subdesarrollados y viven las consecuencias del desempleo.
Debido a esto, eliminar o disminuir al menos la brecha laboral existente hoy es un problema que va más allá de nuestras fronteras, que se enmarca en la lucha que se está dando a nivel mundial por parte de los Estados Unidos y la OTAN con el propósito de apoderarse del mundo entero, tratando de eliminar a quienes no se le sometan, como son los casos de Rusia y China.