Sabinas.— Un ambiente de desesperanza e incertidumbre se respira en la comunidad de Agujitas, donde se ubican los pozos de carbón en los que 10 mineros cumplen hoy dos semanas atrapados. Las familias de los trabajadores accidentados lanzan una desesperada petición a las autoridades y a los responsables del operativo de rescate: “¡Que nos los entreguen, vivos o muertos, pero que no los vayan a dejar ahí abajo!”.
Casi resignados a no volver a verlos con vida, los familiares reprochan la falta de resultados en las labores de rescate, pese a que “las autoridades saben que cada minuto que pasa disminuyen las posibilidades de éxito”.
Las familias apoyan la decisión del gobierno federal de aceptar la colaboración internacional para hacer más eficiente el proceso de rescate, pero advierten que se trata de una medida que parece tardía, pues recuerdan que desde un principio pidieron la intervención de expertos extranjeros que ayudaran en el diseño e instrumentación del operativo.
La señora Magdalena Montelongo, cuyo hermano Jaime es uno de los 10 trabajadores que permanecen dentro de los pozos inundados, lamenta que se haya perdido tiempo antes de aceptar el apoyo extranjero.
“Si eso lo hubieran tomado en cuenta desde un principio, aceptar las opiniones de otras partes, a lo mejor ya no estuviéramos aquí. Yo no sé si ya está autorizado o apenas lo están planeando. No sé si ya sea algo concreto que están pidiendo esa ayuda”, comentó la mujer.
“Nos sentimos muy desconsoladas, nos vemos igual o peor que cuando estábamos al principio, cuando pasó el accidente. Ahorita ya vemos muy incierto esto. Antes estábamos de que ya iban al rescate, ahorita es volver a empezar. ¿Cuándo van a rescatar?, ¿cuándo va a bajar el nivel del agua, si en lugar de bajar está subiendo?”, cuestiona.
“¿Hay incertidumbre?, se le cuestiona. “Bastante”, responde. “¿Pesimismo?”, se le insiste. “Mucho. Desolación, angustia, y no tenemos ya la creencia [de encontrarlos vivos]. Ya viene uno aquí con la esperanza, pero ya es algo muy desconsolador”, contesta.
Por su parte, Claudio Mireles, hijo del minero José Luis Mireles, consideró que ya pasó mucho tiempo y “sabe cómo estén las personas allá abajo”. Dijo que los responsables del operativo de rescate dejaron pasar la oportunidad de entrar a buscar a los mineros cuando el nivel del agua disminuyó a menos de un metro.
“Se tardaron una semana en controlar el agua, ahora se van a tardar otra. Se pierde la oportunidad y se pierde la esperanza”, lamentó.
Margarito Cabriales, de 81 años, minero de toda la vida y padre de Mario Alberto Cabriales, hizo un llamado a las autoridades a que no los abandonen: “Que nos entreguen los cuerpos de los mineros, que no vaya a pasar como en Pasta de Conchos”, donde 65 mineros quedaron sepultados en 2006 y hasta la fecha no se ha podido recuperar los cuerpos.
El Universal
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