Fito Haro es de Veracruz
y también del universo
porque entreteje su verso
con la trova, el jazz, el blues
o el son; ha hallado su luz
con paciencia, persistencia,
con intuición, con conciencia;
esos y otros ingredientes
fueron los grandes nutrientes
con los que llegó a su Esencia.

«A veces llega la inspiración a las tres, a las cinco de la mañana y, como bien lo dicen muchos, hay que levantarse a esa hora porque si no, se escapa» me dijo Fito Haro en una larga conversación que tuvimos en Cauz el pasado viernes, unas horas antes de la presentación de su disco Esencia, una producción que recoge nueve frutos de una siembra prolongada y laboriosa. Esencia es paciencia, persistencia y consciencia, los ingredientes necesarios para asegurar la permanencia. Así me lo platicó:

Donde brota el agua, donde azota el viento

Yo no soy de mar, soy de tierra adentro,
donde brota el agua,
donde azota el viento
Fito Haro
Por la vereda

Mi nombre es Rodolfo Haro Nava, soy originario de Jáltipan, al sur de Veracruz, un pueblo industrial, agrícola y muy cultural en el que hay grandes personajes. Nací en el seno de una familia artística, el gusto por tocar la guitarra y por el canto viene de mi padre, José Darío Haro Toledo, que tocaba la guitarra, y de mi madre, Casta Nava Trujillo, que tiene una voz excelente.

Fuimos ocho hermanos, solo quedamos seis, mi hermana menor murió cuando yo estaba muy pequeño, después falleció otro hermano; ahora yo soy el menor.

Mi padre era un buen guitarrista, muy armónico en una época en la que no se tocaba con mucha armonía, se cantaban canciones de José Alfredo Jiménez y esas cosas, pero él importaba discos de otros lugares, tenía música de Laurindo Almeida, de Gilberto Gil y eso nos nutrió mucho, fue una gran documentación de música. Le tengo un agradecimiento eterno a mi padre porque lo supo hacer muy bien; ninguna educación es perfecta, siempre hay errores, pero por el lado musical estoy agradecido porque nos llenó de mucha música.

En el pueblo andábamos en una camioneta americana a la que lo único que le servía muy bien era el estéreo, pero era lo que nos interesaba, poníamos casetes de bossa nova y de jazz, eso también nos fue llenando de toda esa música que ahora aflora en mi nuevo disco, Esencia, en el que abordo el tema del amor por las cosas y por mi pueblo; ese cariño por el pueblo es importante, cantarle es como una fiesta para uno.

 

It’s Not For Me?

En la casa había una guitarra y un piano, mi hermano David empezó de joven con la música, estuvo en grupos de rock y mi primera intervención fue a los ocho años, tocando una canción de Bob Dylan que se llama It’s Not For You. En un evento, Ernesto García de León —un guitarrista que ahora es una de las mejores guitarras clásicas de México, pero en ese momento era alumno de mi papá y amigo de David— me dio una guitarra Fender Stratocaster, me la colgó y me dijo Fito, súbete a tocar. Yo era muy pequeño y sentí la guitarra enorme —era un evento masivo, no era una reunión en una casa o algo así—, pero la agarré y la hice sonar; yo creo que eso impactó tanto en mí que ya jamás solté la música.

Mi hermano David se fue a estudiar música a la Ciudad de México —ahora es un gran músico—, pero en esa época la educación que daban los padres eran muy dogmática, muy rígida y mi papá dijo aquí nada más puede haber un músico, tú tienes que estudiar otra carrera; eso me pegaba mucho porque yo siempre amé la música. Mi hermano resultó ser un monstruo musical y era una sombra, era terrible tratar de ir a la par con él, pero me fui con cuidado, no tratando de sobrepasarlo sino de ir atrás, como en las carreras de autos, siempre respetando la línea de David, de hecho, hasta la fecha lo hago, en un evento en el que él está prefiero escuchado que tocar, aunque ahora de repente me da chance, me dice tócate una canción.

Supe sobrellevar eso porque nunca me vencí, hubiera sido fácil decir tengo un hermano que lo hace muy bien, voy a dedicarme a otra cosa. Siempre estuve orgulloso de David, nunca tuve celos ni nada de eso, hasta la fecha lo escucho con mucha atención y lo gozo, pero él tiene su estilo y yo tengo el mío, manejo otro tipo de textos, un poco más ligeros, no tan profundos como los de él, pero de repente tocamos juntos una que otra canción.

Empecé a tomar clases con unas personas que habían tomado clases con mi padre, como Ernesto García, y con el mismo David. Cuando terminé la prepa quería entrar a la Escuela Nacional de Música pero, como te conté hace rato, hubo un freno familiar y me fui a estudiar contabilidad a Minatitlán, allá tuve otros maestros pero casi fui autodidacta, me fui buscando por mi parte. Estudié la carrera pero jamás dejé la música, siempre la llevé paralelamente a lo que hacía.

Seguí documentándome, continué esa línea de la audición de buenos músicos: los grandes maestros de la música europea, los grandes músicos mexicanos como Manuel M. Ponce, los brasileños, una gama de música que me fue aventando hacia delante y fui creciendo musicalmente. Empecé a trabajar en grupos, es lo que más enseña, cuando tocas con gente experimentada aprendes muchísimo de esas personas. Primero me metí a grupos de rock y luego a uno de salsa, luego me fui al Puerto (de Veracruz) y me metí al grupo que dirigía Cayetano Sánchez, son los que hicieron La Manzana Eléctrica, donde se dio a conocer a Yuri aquí en la región de Veracruz. Eran músicos que habían estudiado, tenían muchas referencias muy buenas y dirigían muy bien. Hay cosas que no aprendes en una escuela, tienes que vivirlas, tienes que tocarlas, y aprendí mucho con él.

 

Más vale solo…

Después decidí no andar más en grupos porque es muy difícil, hay que ir a varias ciudades y compartir los cuartos de los hoteles, y siempre hay fricciones. Me independicé y empecé a trabajar solo, me invitaron a tocar a un lugar de Cancún que se llama El camarote de Alfonso, ahí se tocaba trova y podía cantar yo solo con mi guitarra, y me fui a vivir allá. En una visita que hice a Mérida tuve la oportunidad de trabajar con el hermano de Omar Guzmán, el pianista que tocó muchos años con Eugenia León. Él radicaba en Mérida y tenía un lugar muy bonito que se llamaba El atelier, ahí había un grupo de jazz y un solista, me invitó y estuve tocando ahí todos los días durante mucho tiempo. Finalmente, me compré una casa en Mérida, me quedé a vivir ahí y decidí dejar la contabilidad y dedicarme nada más a la música. Me metí a dar clases de música a una escuela marista, son hermanos de una congregación religiosa. Estuve diez o doce años ahí.

También trabajé en el centro de Mérida, en un lugar que se llama Amaro; es una casa que tiene mucha historia, ahí nació Andrés Quintana Roo. Está en muy buen estado, es una casona antigua de esas que tienen edificaciones en los alrededores y un patio central. Estuve cerca de siete años trabajando ahí y eso, con el tiempo, absorbe porque se cae en la comodidad de sacar la guitarra y cantar todos los días, claro que mucha gente me ubicó porque llegaban al lugar y me veían, pero estuve demasiado tiempo ahí.

 

Ojalá que yo pueda, tocarte en mis canciones

La composición fue un poco tardía, comencé como a los catorce o quince años; como te decía, a mí sí me podía mucho ver las composiciones de mi hermano, aunque a esa edad componía un poco más ligero, componía para Televisa y cosas un poco más comerciales, pero ya tenía el oficio de escribir y yo no podía ser menos. Rompí cerca de mil canciones porque mi hermano me decía eso no sirve, y para mí era muy difícil porque no tenía la formación de la composición ni había estado en una escuela de filosofía ni mucho menos, lo único que me podía ayudar era escuchar a los grandes compositores como Silvio (Rodríguez), como (Joan Manuel) Serrat, como Caetano (Veloso), como Djavan; todo eso, pareciera que no pero es poesía, vas descifrado los textos, te vas nutriendo de ese formato de composición, de referirse de otra forma a las cosas, al amor. Cuando veo que esos compositores se refieren, por ejemplo, a la naturaleza de otra manera, digo pues voy a probar a componer así, y así compuse Luz de luna, que es un canción dedicada a mi hija pero también es un homenaje a Djavan.

Así fui formando mi estilo, eso es difícil para cualquier músico, uno puede parecerse en cierta medida a alguien, pero no copiarlo sino ir buscando su forma personal de interpretar. Cuando me preguntan ¿qué música tocas? o ¿cuál es tu estilo?, siempre respondo que es una forma muy única, muy personal, a lo mejor me parezco a David en el timbre porque es de familia, a lo mejor hay cosas que de repente brincan ahí, pero trato de ni siquiera evocar su canción, que es muy buena pero trato de no copiar; así me he ido con la música.

 

A corazón abierto

Mi primer disco se llama A corazón abierto, lo hice en Cancún, es un disco de covers en el que ya empezaba a meter canciones mías. Lo hice con Luis Mircoli, fue esposo de Dulce, la cantante famosa. Es un productor argentino, le produjo también a David; nos invitó hacer un disco y nos puso una tarifa especial por las horas que íbamos a llevarnos grabando, pero lo hicimos por una hora porque ya teníamos ensayado todo, era lo que cantábamos. La ganancia de Luis era el tiempo del estudio y nos dijo son unos kamikazes, ¿cómo pudieron grabar todo de un golpe?, ¿no quieren arreglar nada?, no —le respondimos—, todo está bien. Para él fue un mal negocio pero para nosotros estuvo bien. Ese disco lo grabé con Chacho Siller, un músico que es del DF pero radica en la Península (de Yucatán), con él trabajé a dueto cerca de seis años, hacíamos una mancuerna a dos guitarras y dos voces, cantábamos trova contemporánea, música más ligera pero con armonía un poco más profunda, pero también tocábamos textos un poco fuertes, cantábamos temas de compositores como Jaime López, David Haro, Marcial Alejandro, y música de Brasil, de España, de muchos lados.

 

Suéltate corazón

Después de ese disco hicimos una producción, ya en Mérida, con varios covers, algunos temas de David y algunos temas míos, entre ellos Suéltate corazón (que también está en el disco Esencia). Este disco se grabó en un teatro, fueron los del estudio a grabar la presentación en vivo. Fue una presentación con bailadores y con un action painting —un chavo que estuvo dibujando en vivo en un cuadro como de dos por dos metros—. La idea era que la gente se fuera enterando de cómo iba yo componiendo, cómo iba trabajando esos temas personales.

 

Con paciencia hacia la esencia

De ahí seguí con la idea de crear un poco más y hacer un disco solo con temas míos, había puesto canciones mías en los discos pero no era nada formal y me propuse hacer un disco en el que estuvieran mis temas, mis arreglos, sonara mi guitarra y en el que hubiera músicos reconocidos, cuando vino la pandemia dije ahorita que todo mundo está tranquilo, que no hay mucho movimiento, es momento de conectarme y ponerme hacer el disco.

(CONTINÚA)

 

 

SEGUNDA PARTE: Edificando un mundo nuevo
TERCERA PARTE: Esencia: congruencia y persistencia

 

 

 

CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN INSTAGRAM        CONTACTO EN TWITTER