San Marcos Atexquilapan Mpio de Naolinco.-A los 15 años de edad, los sanmarqueños comienzan con la inquietud por irse a trabajar a los Estados Unidos, lo hacen porque ven que otros se fueron, ganan dólares, le envían a la familia y les alcanza para regresar y poner su propio taller de elaboración de calzado, coincidieron en señalar los varones de esta localidad.
Los adolescentes y jóvenes de esta comunidad saben que su futuro es dedicarse a la elaboración de calzado con un salario promedio de entre 500 y 1 mil pesos por semana, la otra opción es buscar empleo en centros comerciales en Xalapa, o aventurarse al sueño americano.
Otra oferta laboral sería la siembra de maíz, pero esa no es una idea que les agrade a los de 15, 16 y 17 años, saben que sus abuelos dedicaron la vida al campo y no hubo más futuro, sólo alcanzaba para comer.
San Marcos con dos mil habitantes aproximadamente, se ubica a 15 minutos de la cabecera municipal de Naolinco, aquí las familias por generaciones se han dedicado a la siembra del maíz y a la elaboración de calzado que ofrecen a los empresarios de Naolinco, para exhibirlos en tiendas visitadas por turistas.
Pese a la tragedia que vivieron los hermanos Jaír con 22 años, Yovani de 16 y su primo Misael también de 16 años en San Antonio Texas, quienes perdieron la vida cuando fueron abandonados adentro de la caja de un tráiler el pasado 27 de junio, apenas la semana anterior se fue otro grupo de jóvenes a probar a intentar alcanzar el sueño americano.
Salvador Suárez Olivares y Pedro García explicaron “Aquí todos quieren a los 15 años, nomás cumplen los 15 y ese es su pedido irse, ahorita se acaban de irse otros, no nos sabemos los nombres de los que se fueron, pero si acaban de irse, a pesar de lo que pasó”.
Salvador indicó que no sólo los varones tienen la inquietud por marcharse “al otro lado” sino también las mujeres, cómo fue el caso de dos de sus hijas con edad de 18 y 22 años que insistieron en que él les ayudara a conseguir el dinero para pagar “al famoso pollero, el que las cruza, pero les dije no, no, no, y no se van, creen que es fácil”.
Salvador salió de San Marcos y se marchó a los Estados Unidos en el año 2004 y regresó en el 2007, decidió arriesgarse porque era padre de ocho hijos e hijas en ese tiempo, era empleado de un taller de calzado, y el salario que le daban menor a los 600 pesos por semana, era insuficiente para alimentarlos.
“Cuando yo me fui hace 18 años, contamos que se habían 100 personas entre chicos y grandes, pero hace 18 años, cuando yo me fui al otro lado. Se sufre mucho al cruzar, en mi caso pasé por Nogales, por río Seco, caminamos en el desierto cuatro días sin comer, a pura agua, se viven cosas muy feas en la cruzada, nos tocó ver que violan a las mujeres y tienes que quedarte callado, voltearte para otro lado o ahí te matan”, recordó aun con miedo de lo vivido.
Por este motivo impidió que sus dos hijas vivieran la suerte del migrante, y mejor las convenció de que se quedaran a trabajar en el taller de calzado.
“Yo me fui a conocer y a trabajar dos años para llegar y poner mi taller de calzado, no tenía otro opción, nomás estudié la primaria, yo la mera verdad si me hubiera gustado estudiar más, pero al igual que muchos de aquí hay que ponerse a chambear en el calzado para sostener a la familia no hay de otra” expresó Salvador con 51 años y padre de 9 hijos e hijas.
En San Marcos, cuando uno de los adolescentes insiste en irse a Estados Unidos los padres y madres ya no pueden detenerlos, porque su necesidad económica es mayor, y las familias saben que no hay más futuro profesional o empresarial si se quedan en el pueblo.
“Aquí el interesado en irse busca el contacto, a los 15 años ya quieren irse al otro lado, incluso con todo y que ya había pasado esto, se fueron otros, tres o cuatro, se fueron, esperemos lleguen bien. Se quieren ir porque ven que los demás ya pasaron, les llama la atención hacer su propio dinerito, y luego cómo papás a veces si no se les apoya es peor porque si ellos encaprichan se van, ellos consiguen los medios y se van, a veces restringirlos pero apoyarlos a la vez” indicó.
Lamentó que el material para elaborar calzado como cortes de piel, agujetas, suelas, pinturas, hilos, agujas se han encarecido en los últimos dos años con la pandemia del coronavirus, así que la ganancia por cada par que elaboran es de entre 70 y 80 pesos.
“Si producimos un par de zapatos lo vendemos en 250 y de eso nos ganamos 70 u 80 pesos, se gana poco porque le ponemos piel de calidad, y eso varia el costo, por eso yo hace 15 años que me regrese puse mi propio taller y ahí trabajamos mis hijos y yo” afirmó.
En los tiempos actuales, dijo el sanmarqueño, los adolescentes rechazan el trabajo del campo porque el salario por jornal es de apenas 120 pesos, bajo lluvia o sol.
“Yo tengo la ventaja que mi padre me enseñó a sembrar maíz, y no es negocio el maíz, pero si sembramos en febrero para junio, julio empieza a haber elotes, frijoles, y ya no compramos en la tienda hasta diciembre, nos gastamos en comida. Pero hoy los jóvenes ya no quieren hacer eso, el campo es pesado, muy pesado y mal pagado la mera verdad” finalizó Salvador.
Los que se van no le avisan al pueblo
Kevin de 18 años, explicó que el pueblo cuenta con jardín de niños, primaria, telesecundaria y telebachillerato, pero al terminar de estudiar éste último subsistema ya no hay más opción de estudio; en su caso hizo examen para ingresar a la licenciatura de Derecho de la Universidad Veracruzana (UV) pero fue rechazado, así que no sabe que pasará con él.
Tiene la idea de proponerle a su padre y madre, acudir a estudiar a una universidad particular en sistema abierto, “que sólo vaya los sábados, y de lunes a viernes ayudar en el taller de calzado que tenemos en casa, pero a ver qué me dicen porque son gastos más fuertes, por eso algunos se van a Estados Unidos, porque aquí ya no hay más qué hacer”.
Kevin es amigo de Jaír, Yovani, y Misael, fallecidos el 27 de junio, adentro de la caja de un trailer en San Antonio Texas, y no puede creer que sus vecinos hayan sido víctimas de “personas crueles” y ahora lleguen a su pueblo sin vida, con sus cuerpos adentro de féretros.
“En mi casa no nos enteramos que se iban a Estados Unidos; casi siempre cuando alguien se va del pueblo para el otro lado no dicen nada, se lo guardan entre familia, ya luego que los dejamos de ver preguntamos qué dónde están, no los hemos visto y ya es cuando nos comentan que se fueron para el otro lado” finalizó Kevin.
Somos un pueblo unido porque sabemos que la autoridad no ayuda
El exagente municipal de San Marcos, Ismael Juan Ortiz Mendoza explicó que los jóvenes tienen el sueño de irse a trabajar a los Estados Unidos, porque saben que en el pueblo no encontrarán más oportunidades.
En su memoria, no recuerda otra tragedia cómo la que vive la familia Olivares con la pérdida de tres de sus miembros, “es muy triste lo que está viviendo mi pueblo, mire usted aquí no hay más dinero que lo que se trabaja día a día. Si ve casas bonitas es de gente que ya se fue, no regresó pero le sigue mandando a la familia, por eso se quieren los chavos”.
El exagente reprochó al presidente municipal de Naolinco, Luis Manuel Montero Hernández su nulo apoyo económico con la familia de los tres jóvenes fallecidos, sin embargo eso no impedirá que den una sepultura “digna” a Jaír, Yovani y Misael.
Destacó que el café, pan, los tamales, los vasos y platos desechables que se darán en las dos noches y 1 día para velar a los tres cuerpos de los jóvenes, fueron comprados por el mismo pueblo, porque de la autoridad municipal no recibieron ayuda.
“Aquí la gente aporta de acuerdo a sus posibilidades, ayuda, siempre ayuda, porque aquí tenemos el sentimiento y somos un solo corazón, siempre nos sumamos en la comunidad, somos gente sociable, desafortunadamente las autoridades municipales no se han sumado, el alcalde no se ha sumado” aseguró el hombre mientras bebía un refresco y disfrutaba de un pan de Naolinco.
AVC/Verónica Huerta
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