Durante las últimas dos décadas, México presumió de contar con un ‘bono demográfico’ –cuando la población en edad productiva, supera en cantidad a las personas económicamente dependientes como los niños y personas mayores- por encima de cualquier otro país del mundo.
Sin embargo, los abrazos y no balazos, han provocado que este bono demográfico se convierta en la nueva generación de narcotraficantes y sicarios. Hoy muchos niños y jóvenes en México quieren ser como el Chema –el popular personaje de televisión- y sueñan cada vez menos con ser policías o bomberos, profesores o médicos.
En la lógica deformativa del actual gobierno morenista, la educación no representa un valor. Cualquier niño de sexto de primaria que aún no sepa leer bien, sólo por decreto, podrá ingresar a secundaria sin ningún problema. Por ello, para una buena parte de las nuevas generaciones, el poder y el estatus económico se puede adquirir de manera casi inmediata a partir de la violencia y la delincuencia. Entonces, ¿para qué perder tiempo en la escuela?
Pero el precio que debemos pagar como país y como sociedad es muy alto. Nunca en la historia había tantos niños y jóvenes como integrantes de los grupos de delincuencia organizada y, en consecuencia, nunca habían muerto tantos de ellos en la violencia generalizada que se vive en el país.
Muchos niños y adolescentes mexicanos no se abrazan entre sí. Literalmente se matan a balazos. Las estadísticas preliminares del INEGI para los primeros seis meses de 2021, muestran seis mil 36 homicidios de niños y jóvenes, 75% por arma de fuego. Esto quiere decir que de los 33 mil 340 homicidios registrados ese año, poco más de la tercera parte las víctimas fueron personas menores de 30 años.
Pero el drama es aún mayor cuando nos referimos específicamente a los menores de edad, una población que no tiene permiso para comprar una cerveza pero que ya han asesinado a personas o han sido víctimas de la violencia criminal.
Durante el Gobierno de López Obrador, de enero de 2019 a mayo de 2022, se han registrado 8 mil 336 homicidios de personas de 0 a 17 años en México, el equivalente a casi 7 homicidios de niñas, niños y adolescentes al día, según datos del propio Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). El homicidio doloso es la primera causa de muerte en los jóvenes de 15 a 34 años.
Se trata de datos oficiales en los que no se incluye la cifra negra de homicidios, aquéllos que nunca se denunciaron, no se integraron carpetas de investigación o simplemente tienen la condición de desaparecidos.
La situación de vulnerabilidad e inseguridad que viven millones de niños, adolescentes y jóvenes confirman que toda la estrategia ha fallado. Fracasaron los programas sociales –la pobreza, la deserción escolar y el desempleo han crecido en estos cuatro años- y el despropósito de reconocer a los delincuentes como seres humanos para llenarlos de abrazos mientras ellos siguen llenando de plomo a la población civil y a las fuerzas de seguridad.
Los programas sociales en favor de los niños y jóvenes sólo han tenido un propósito electoral. Nunca buscaron erradicar los problemas de origen de la violencia y la pobreza. La migración y la delincuencia organizada han sido los grandes beneficiarios del fallido bono demográfico del país.
Al inicio de esta administración, el gobierno aseguró que alrededor de 460 mil niños habían sido reclutados por el narcotráfico. Al año siguiente, en Jalisco, se descubrieron los llamados “Campamentos del Terror”, donde jóvenes eran engañados con ofertas laborales y los obligaban a trabajar para el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Hasta ahora nada se ha hecho para impedir una nueva generación de “niños sicarios”.
Sólo podremos aprovechar el bono demográfico con educación y empleo. El gobierno no lo entiende. Ha colapsado el sistema educativo, dinamitó cualquier criterio de evaluación y hoy, como nunca en la historia, las calificaciones se asignan por decreto. A nivel mundial, ocupamos el lugar número 100 en calidad educativa.
México no supo aprovechar su bono demográfico. Hoy, millones de niños y jóvenes se han convertido en un cheque al portador de la delincuencia organizada. Ese será el trágico legado de los “abrazos, no balazos”.
La puntita
En un par de semanas concluirá el ciclo escolar. La SEP ordenó a profesores de primaria y secundaria que la calificación más baja en las boletas será el 6. Por decreto, ningún alumno de escuelas públicas o privadas reprobará. ¿Y si mejor que el decreto obligue a que todos los chamacos saquen diez, y ¡PUM!, nos chingamos a China como el país con el mejor rendimiento educativo del mundo? ¡Sin miedo al éxito papá!
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