Suena a broma de mal gusto, pero en los pasillos de la Fiscalía de Veracruz comienza a esparcirse el rumor de que la titular de dicho ente, Verónica Hernández Giadáns, acaricia la idea de ser postulada por Morena como candidata al gobierno del Estado en 2024.
Parecería una locura, pero en la política de Veracruz, donde prácticamente cualquier cosa puede ocurrir, el asunto es posible, aunque muy poco probable.
Si hay un organismo autónomo que ha recibido críticas por un lamentable desempeño, esa es la fiscalía veracruzana, sobre la que pesan señalamientos por un uso político de la procuración de justicia.
Probablemente los casos más sonados son los del secretario técnico de la Junta de Coordinación Política en el Senado, José Manuel del Río Virgen; y de la ex comisionada presidenta del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información, Yolli García Álvarez, que han motivado recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos contra la fiscalía del Estado.
Quienes están cerca de la fiscal comentan que la mujer elucubra sobre una posible candidatura, a pesar de que fue designada para el cargo por un periodo de 9 años contados a partir del 28 de mayo de 2020.
Ese, sin embargo, es un tema menor; doña Verónica tiene intactos sus derechos, como cualquiera de los casi 6 millones de ciudadanos veracruzanos; es decir, puede votar y ser votada; pero de eso a considerar que cuenta con alguna probabilidad, aunque sea mínima, para lograr la candidatura de Morena en el marco de la sucesión en 2024, hay un mundo de diferencia.
La fiscalía es un desastre; enfrenta señalamientos por una supuesta dependencia hacia la Secretaría de Gobierno, de donde la titular del ente procurador de justicia salió en 2020, con la bendición del secretario Eric Cisneros.
Ese fierro quemador no se podrá quitar la fiscal; Cisneros Burgos vendría a ser el Arkhé de Verónica Hernández, retomando un antiguo concepto griego, su primer elemento, su principio y su explicación.
Hasta ahora, al interior de Morena se han manejado los nombres de Rocío Nahle García, Zenyazen Escobar García, Sergio Gutiérrez Luna, Manuel Huerta y una larga lista de probables aspirantes, pero nadie toma en serio o se ha referido a la fiscal, quien debería centrarse en desempeñar con eficiencia su labor, en vez de imaginarse en Palacio de Gobierno.
En la ecuación de la fiscal, si el INE determina que la candidatura de Morena al gobierno estatal corresponde a una mujer, y el partido decide no postular a Rocío Nahle, su camino estaría libre.
El problema es que sobre la escápula de la fiscal, los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas han colgado el sambenito de la incompetencia; el ente procurador de justicia recibe con frecuencia señalamientos; y esa mala imagen se acentúa con hechos como el registrado el pasado 17 de mayo, cuando Antonio “N”, estudiante del Instituto Tecnológico de Xalapa, fue detenido por el caso del homicidio de dos reporteras en Cosoleacaque. Un día después, con un “usted disculpe”, en joven fue liberado luego de que se comprobara su inocencia.
Otro caso es el del cineasta costarricense Cesar Herrera, preso durante siete meses por el presunto delito de ultrajes a la autoridad; el acusado quedó libre en marzo pasado luego de un tortuoso proceso judicial.
La lista de casos de ese tipo podría ser interminable; y mientras, la fiscal está ocupada alentando campañas de promoción, como esa, muy reciente, en la que se le define como mujer con agallas; o suspirando por una candidatura.
@luisromero85