La gestión de la política entendida en palabras de Ortega y Gasset en sus Meditaciones del Quijote, como “la capacidad de conciliar lo irreconciliable”, permite el debate de la gestión y, especialmente, de la gestión del cambio. El activismo político, sea de la naturaleza que sea, tiene como límite la ratificación o rectificación de las mismas acciones del activismo, partiendo del pulso que se va tomando sobre la vulnerabilidad o del riesgo al que se lleva en su conducción.

La conciencia lógica afirmativa o negativa, presupone la contradicción, siendo la afirmación o negación contradictorias entre sí, porque una puede surgir de una razón cierta y la otra de una razón no cierta y, desde el punto de vista de la universalidad, una puede ser la razón de la verdad y la otra la afirmación de la negación de esa verdad y, puede esta negación o afirmación, ser cierta, de lo que es o no es. La verdad universal como algo cierto o no cierto, es porque una u otra pueden establecerse en el estado de la particularidad e incluso de la subjetividad, es decir, de una verdad de quien cree es la verdad sin serlo, siendo así, que esta verdad o verdades, o negaciones particulares, que pueden ser afirmaciones de la negación, se congregan en comunidades sinérgicas que forman una identidad; por lo que la negación de estas verdades, establece como cierto lo que puede ser o no ser, dificultando la unificación de las razones.

Es en ello, en que los de menor entendimiento presuponen que lo que les dicen los del poder –todos los poderes- es cierto o negado, porque dominan sus razones; entonces discurre el efecto que les mina, provocándoles la enfermedad psicológica-emocional de la sinrazón, con sus múltiples efectos, y, esto, en ocasiones, no es entendible por quien afirma o niega; ya sea que les afecte por deterioro del entendimiento, por edad o por negación, que tiene su origen esto último en la frustración.

Y, es así, en que el mítico pecado bíblico de la murmuración divide a unos y otros, siendo esas sinrazones –razones- lo que debaten, les abate y los divide provocando la catástrofe social.
“Este mundo es un horno en que la paja arde al fuego”.

“El día de San Pedro y San pablo del año 411, diez meses después del sangriento saqueo a Roma por Flavio Alarico, primer rey histórico de los visigodos, y sus soldados; Agustín –de Hipona-, se dejó caer, sin pretenderlo, en el tema del destino de la Ciudad y la lamentación que no enmudecía-ni enmudece- nunca.”

Es lamentable la lamentación… hay que actuar: “Está escrito que los sufrimientos de este tiempo no pueden comparase con la gloria por venir que ha de revelarse en nosotros.” Describe Francisco Montes de Oca, en la introducción en La Ciudad de Dios, refiriendo a San Agustín, -editorial Sepan Cuantos-.

El acontecimiento terrible de esta masacre en Roma, en el 410, provocó tristeza e incertidumbre, aun en los espíritus más firmes e invadió a los pueblos de relatos de terror.

Y el terror se hizo, no sólo en aquellos días, sino que pervive en éstos, desestabilizando la conciencia social ante los hechos demenciales que imponen el miedo, causando los peores estragos inimaginables, por una sencilla respuesta… la ausencia del Estado de Derecho.

Porque el Estado de Derecho, es el entendimiento de los unos con los otros a pesar de las diferencias que permite la convivencia comunitaria y entre las sociedades.

El Estado de Derecho, es la construcción durante tiempo de la confluencia de las ideas e intereses que conforman el bien común de una sociedad, que se transcribe en Estado.

Sintácticas

Dime por quien votaste y te diré quién eres.

El precio de la conciencia por unos pesos lleva implícito el castigo mismo.

De Quinto Tulio Cicerón (año 64 a.C.):

Creo que tiene que ser muy prudente y muy hábil el que vive rodeado de tantos hombres con vicios tan diversos y tan graves.

Se necesita poseer una gloria y un prestigio excepcionales para que la gente le confiera el voto a un candidato que ni tan siquiera conocen.

Del poderoso Cardenal Julio Mazarino (1602-1661):

Se puede obtener mucha información de la embriaguez, los banquetes, las bromas, los juegos en los que se arriesga dinero; de todas aquellas situaciones en las que el hombre abre las puertas del alma…y las fieras, salen cómodamente de sus escondrijos.

Gustav Mahler. Sinfonía n° 1, en Re mayor. Orquesta sinfónica de Galicia. Director: Lorin Maazel: