La pandemia nos ha dejado fuertes secuelas, tanto emocional como física e incluso económicamente, aun se puede ver en las calles locales en renta abandonados por negocios que no resistieron la tempestad del encierro que el COVID-19 nos impuso. El arte y la cultura no fueron excepción, las salas de arte, los escenarios, las galerías, los foros, fueron embestidos por la ausencia de sus ocupantes, los artistas muchos tuvieron que abandonar su quehacer y dedicarse a otra cosa que les permitiera sobrevivir mientras el telón se bajó y las luces se apagaron indefinidamente.

Según el “Sondeo 2021 de percepción de impacto del Covid-19 en la economía cultural y creativa” realizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, los ingresos mensuales de los trabajadores culturales fueron reducidos en un 91%, la principal razón es la falta de espacios físicos y/o virtuales para realizar actividades de formación y capacitación. Estos datos son alarmantes porque si bien la cultura es un sector poco atendido, genera grandes efectos económicos además de ser una de las principales fuentes de desarrollo social.

Todos, no solo los artistas, de alguna manera nos tuvimos que reinventar, nos transformamos, en todos sentidos, la pandemia nos permitió ver cosas que antes nos eran imposibles de ver, un ejemplo que ha llamado mucho mi atención es ese restaurante de pozole en el centro de Xalapa del que les quiero contar, los dueños aparentemente no tienen nada que ver el uno con el otro, por un lado está el chef un prominente ingeniero civil que para llevarle el sustento a su familia decidió hacer pozole, su esposa una maestra se unió al proyecto que le permitía cubrir las necesidades de su familia, por otro lado están un talentoso músico y su compañera, una soñadora social. Los cuatro emprendieron la aventura de ofrecer un alimento tradicional a sus comensales, eso si, con su propio estilo, pozole verde, blanco, rojo y negro, este último es una receta vegetariana de autor.

Pero bueno, muchos han sido los negocios de comida que con mucho valor han emprendido últimamente ¿qué tiene de especial este lugar? Yo diría que su esencia de ayudar a otros, y es que cuando visitas el espacio, inmediatamente sientes el cariño y la disposición que tienen de servirte, es como llegar a casa de alguna de tus tías, en la que sabes que puedes comer hasta satisfacerte, que todo está limpio y que tienes la certeza que puedes regresar cuando todo vaya bien o mal, se siente como un lugar seguro. En mi última visita, además de sorprenderme que para cada día de la semana tienen una promoción diferente, llamó mi atención la invitación que me hicieron, el espacio convierte sus muros en galería, -“pues qué le digo, hay mucho arte y faltan espacios, además nuestra cocina es un arte, todo es arte y hay que compartirla, para nosotros es una forma de hacer estos tiempos mejores”, exclamó una de las anfitrionas.

Este sábado 4 de junio, el Pozolito inaugura la exposición del artista plástico Carlos Garibay “10 Paisajes de Xalapa, son, grabados y pozole, todo es arte” quien a través de sus ya famosas postales retrata lugares emblemáticos de la capital veracruzana, lugares que para sus habitantes representan el recuerdo de sus historias, donde tantas emociones se quedaron, lugares que tienen vida y Garibay nos lo recuerda con su arte. La cita es a las 16 horas, en Zamora 53, en el centro de Xalapa.

Me agrada encontrar esas historias en las que sus protagonistas cambian la trama, a través de sus sueños, que a pesar de que los retos de la cotidianidad parezcan abrumadores, se unan voluntades para vencerles; me agrada ver el entusiasmo del talentoso Carlos Garibay, quien ha logrado consumar una importante trayectoria como artista xalapeño, pero que constantemente se reinventa y continúa acercando el arte a públicos tan diversos, por cierto, también habrá una Rifa de Arte, un grabado original del exponente, en retribución y apoyo a su labor. Vale la pena estar al pendiente de estos eventos, en los que se percibe la unidad y el entusiasmo por compartir. Dijera Fito Paez, “tanta sangre que se llevó el río, luna de los pobres siempre abierta, y uniré las puntas de un mismo lazo, ¿quién dijo que todo está perdido?” Es tiempo de ofrecer nuestro corazón.

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