La preocupación en Palacio Nacional por la caída de Cuitláhuac García en las encuestas de popularidad genera alarma. Y es que el “gobernador consentido” empieza a molestar no sólo a Adán Augusto López, sino a Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. El motivo: los votos que pudieran perderse en Veracruz para la elección presidencial.

Lo que tensa a la cúpula morenista no es solamente que la oposición veracruzana pudiera aglutinarse (en cualquier momento), sobre la figura de Julen Rementería, Anilú Ingram, o alguno de los Yunes azules o rojos, sino que Cuitláhuac García (con sus yerros frecuentes), abona constantemente a favor de sus adversarios.

De hecho, las cuatro corcholatas de AMLO para sucederlo, incluyendo a Ricardo Monreal, no ven con buenos ojos la gestión de García Jiménez en el estado. Marcelo Ebrard, muy cercano a Mario Delgado, lo observa como un elemento dañino; en realidad, para nadie son un secreto las diferencias entre el veracruzano y su dirigente nacional en Morena.

Adán Augusto es el más reacio a la insistencia de AMLO por respaldar a Cuitláhuac García. De hecho, fue el propio exgobernador de Tabasco quien pidió “mano” para regañarlo frente al gabinete federal por propiciar, dicen, divisiones al interior del morenismo.

Aunado a esto, en las últimas semanas y derivado de la alianza que pretende construir con el secretario de gobernación, Claudia Sheinbaum ha optado por observar la cara de Cuitláhuac García que AMLO intenta ocultar. “La jefa de gobierno no lo respaldará como venía haciéndolo, aunque así parezca en lo público y privado”, me hacen saber.

Monreal, por su parte. simple y llanamente no querría tratar algo con el gobernador veracruzano. Las diferencias han sido ventiladas de manera pública. Dicho esto, ¿con quién contará Cuitláhuac García cuando AMLO deje la silla presidencial, asumiendo que no gane la oposición?

La respuesta se revela sola, ¿o no?

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