El abanico y el botellín de agua, en estas fechas, son nuestros complementos a la hora de salir a la calle para mirar de mitigar el calor.
Llenamos la nevera de bebidas para refrescarnos y lo primero que hacemos al llegar a casa, acalorados, es beber un buen vaso de agua muy fría para hidratarnos y paliar la sed, pero ¿es bueno beber agua tan fría?
El primer efecto al beber agua muy fría no es la sensación de haber calmado la sed ni de habernos hidratado, lo que sí notamos es un fuerte pinchazo en la cabeza debido al cambio brusco de temperatura que sometemos a nuestro cuerpo. Al ingerir agua muy fría la arteria anterior cerebral se dilata para atraer el calor a través del riego sanguíneo y, así, contrarrestar el frio que produce el agua.
Un estudio publicado en la revista Cephalalgia, realizado sobre una muestra de 669 mujeres, reveló que el 7,6% de las participantes refirieron cefalea tras ingerir 150 mililitros de agua fría. El estudio también mostró que las mujeres con migraña activa tenían el doble de probabilidades de sufrir dolor de cabeza, tras beber agua fría, que las que no habían padecido nunca de migraña. No obstante, este estudio no aportó argumentos suficientes para decidir, de manera fehaciente, si el agua fría es o no perjudicial para la salud, por lo que hay que valorar los pros y los contras que podemos encontrar a la hora de beber agua muy fría.
¿Qué dicen los estudios?
Son numerosos los estudios que han tenido como eje principal el agua y su ingesta, de ellos se desprenden datos interesantes.
Primero, para las personas que no padecen de acalasia (incapacidad del esófago para transportar los alimentos hacia el estómago) no debería suponer un problema. De hecho, un estudio realizado en 2012 publicado en la revista Journal of the International Society of Sports Nutrition sobre una muestra de 45 hombres con buena salud y condición física, demostró que beber agua fría durante la práctica de deporte, en comparación con la ingesta de agua a temperatura ambiente, reducía de manera significativa la temperatura corporal.
Por otro lado, si bien a algunas personas les gusta beber agua tibia, especialmente cuando hace frío, un estudio sobre la sudoración y la rehidratación demostró que beber agua tibia (40ºC) en vez de agua fría (15ºC) hacía que, al cabo del día, se acabara ingiriendo menos cantidad de agua, lo que podía llevar a la deshidratación.
Otros estudios sugieren que la temperatura óptima para ingerir agua es de 16ºC, esto equivale al agua fría del grifo. Según los investigadores que llevaron a cabo este estudio en 2013, los participantes que consumían agua a esta temperatura bebían más agua de manera voluntaria y su nivel de sudoración disminuía, lo que se traducía en una mejor hidratación.
Mantenernos en un buen estado de hidratación regulará la tensión arterial, hará que nuestra piel luzca mejor, nuestras células se regeneren más rápido, el sistema digestivo funcione correctamente…, en definitiva, nos ayudará a mantener un buen estado de salud. Y como recomienda la OMS (@WHO), para satisfacer las necesidades de hidratación las mujeres deben consumir alrededor de 2,7 litros de líquido al día y los hombres 3,7 litros, ingesta que puede provenir de líquidos y de alimentos.
Respecto a qué es mejor, si beberla fría o del tiempo, no existe una evidencia científica clara que sugiera que es malo para la salud beber agua fría. Lo que sí hay que vigilar es el impacto que puede producir en nuestro cuerpo el contraste brusco de temperatura, cuando hablamos de beber agua muy fría, ya que podría producir un corte de digestión. Para evitarlo es recomendable, beber despacio y a sorbos pequeños.
Lo que no puede negarse es que beber agua, aparte de necesario para el buen funcionamiento de nuestro organismo, cuando hace calor y se tiene sed es todo un placer.
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