Son las diez de la mañana y el sol está en lo alto del cielo, una decena de niños y niñas junto a una laguna esperan a la maestra Michelle, que llega sonriente y cargada de libros, como lo ha hecho por cuatro años con el “Colibrero”, un proyecto dedicado a crear comunidades de lectores.
Michelle Macías Macuil desde hace ocho años llegó a Xalapa con el sueño de hacer una biblioteca para promover la lectura, lo cual consiguió cuando, montada en su automóvil y con los libros que logró reunir con donaciones y su biblioteca personal recorrió El Lencero y más recientemente, El Chico, con la única finalidad de acercar la cultura entre los lectores dispuestos a dejarse encantar por la lectura.
En el marco del día del libro, la educadora y promotora de lectura, comparte para AVC Noticias sus reflexiones sobre la necesidad de políticas públicas que faciliten el apoyo a proyectos culturales independientes, así cómo lo mejor para incentivar la lectura entre las infancias es incluir a las madres y padres de familia.
Busco que todos los que se involucren también tengan un espacio
La maestra Michelle empieza la sesión de lectura con un pequeño juego “diganme un cuento que se sepan” anuncia, por allá se escucha con timidez “Blancanieves” y “Cenicienta”. Después, viene lo que todos están esperando y prestan atención para oír el cuento de hoy “El misterioso caso del Oso”, los niños se esfuerzan por descubrir quién está robando las ramas de un bosque, para finalizar la reunión con una competencia de avioncitos de papel.
Los juegos y cuentos son tan sólo una parte de lo que hace Michelle con el Colibrero. Además presta libros y “tratamos de vincular actividades culturales y de fomento a la lectura, como música y danza”, pero lo que más ansía es “crear comunidad alrededor de los libros”, ya que considera que es la única forma de realmente hacer significa la lectura en la vida de los niños:
“Porque si sólo se hace en la escuela, si sólo se delega a una persona, al maestro, no trasciende, si no hay un acompañamiento, un refuerzo en casa no se va muy lejos. Entonces aquí una clave importante es que se hace en espacio público, pero tampoco es que seamos guardería y que nos vengan a dejar a sus hijos en lo que hacen otra cosa, sino que se busca que haya actividades en que se involucren a los papás”.
“Busco que todos los que participen también tengan un espacio. Por ejemplo, antes de la pandemia empezamos con un espacio para las mamás, leemos, echamos el cafecito. Ellas mismas se han acercado “no tiene un libro para mí”, me decían y creo que eso es más importante que lo que yo hago, que los niños vean a sus papás leyendo, que vean que hay libros en casa va a hacer que haya más lectores que el que yo venga a leerles un cuento cada semana”.
Sumado a esto, el trabajo de Michelle ha derivado en que varios niños que la conocieron durante sus últimos años de la primaria, ahora con más edad no abandonaran la lectura “tiene dos meses que empezamos con el círculo de lectura para jóvenes lectores, en donde me reúno con algunos chicos en casa de alguien para platicar lo que leímos, es como no descuidar a la comunidad”.
Este compromiso con la comunidad lo demostró Michelle durante la pandemia, pues a pesar de que tuvo que suspender las actividades del Colibrero “no quise dejar a los socios descobijados porque ni la mitad del pueblo tenía servicio de internet y además es un lujo en este país”, así empezó a repartir libros a domicilio “muchos niños que antes no habían querido participar o me decían se integraron a la biblioteca porque querían cosas que hacer, la televisión ya los había hartado y dijeron aunque sea prestenme un libro (risas), fue una cosa bonita”.
¿Qué hace falta para que México sea un país de lectores?
“México quiere ser un país de lectores desde 1985, si echas una revisada a los programas de fomento han sido buenas ideas, se ha invertido dinero”, reflexiona la promotora ante esta interrogante que por décadas ha causado intriga en las autoridades educativas el país, sin embargo para ello uno de los aspectos medulares es contar con “gente preparada para ser mediadora, no cualquier persona puede ser mediador, necesitas compartir el gusto, hacerlo con la pasión”.
“A nivel institucional de las escuelas lo que hace falta es una formación como mediadores, que dentro de las escuelas esté la figura del bibliotecario así como está el maestro de educación física y artes, que esté el espacio habilitado como biblioteca, esa es la base con la que se consigue niños lectores y desgraciadamente no en todas las escuelas públicas se cuenta con ello, la mayoría ni siquiera tienen una biblioteca”.
A la par de esto, también son necesarias políticas públicas más incluyentes con proyectos pequeños e independientes “por ejemplo, en las convocatorias te piden muchos requisitos, que para los proyectos como el mío es más engorroso cumplir, entiendo la cuestión del dinero justificar el recurso, pero para nosotros es más problemático buscar esos apoyos que buscar por otro lado”.
El aspecto económico es uno de los puntos que en ocasiones derivan en el abandono de estos proyectos por la incapacidad de sufragar los gastos, aunque ella agradece que precisamente es gracias al respaldo de la comunidad que se siente motivada a continuar con este trabajo que hace de forma gratuita:
“Sí es importante tener una institución de respaldo para ciertas cosas, pero en mi caso hay un respaldo de la comunidad. Si aquí necesitamos un salón cerrado, nos prestan el salón social o una escuela nos abre la puerta, no he resentido no tener un apoyo pero si hay cosas que serían más fáciles si hubiera un respaldo. De cierta manera hay instituciones que se solidarizan y se ponen al servicio de iniciativas como estas, pero sí es trabajoso estarlas buscando, porque yo no sólo me dedico a esto, tengo que trabajar para poder contar cuentos”.
La maestra Michelle concluye que el Colibrero está integrado por “los que queremos estar” y expresó que espera poder visitar a más comunidades y contagiar a niños, niñas y sus padres de su profundo amor por la lectura.
AVC
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