Así como nos demostró el Gobierno Federal que un aeropuerto puede construirse con las condiciones necesarias para una operación básica en muy poco tiempo, también nos enseñó que una obra puede estar condicionada a la agenda política, por el criterio del mero jefe del ejecutivo nacional; y si se emberrinchan desde Palacio Nacional con el Tren Maya vamos por una muestra más.
El tramo 5 del Tren Maya ha puesto en el debate social una característica que ya se podía notar en el gobierno de México, además de la falta de sensibilidad, su poco interés por el medio ambiente; era de esperarse en una administración que propone, en una reforma energética, que haya más inyección de recurso a la generación de energía por métodos de impacto como la utilización de carbón, vaya medida cavernaria en pleno 2022.
Pues ahora con otra de sus banderas de magnas obras, Andrés Manuel López Obrador y sus fieles están a punto de darse un nuevo encontronazo con la realidad, con la sociedad y con la ciencia. No podemos omitir que el dichoso Tren Maya es un proyecto relevante, útil y necesario en la zona, pero eso no justifica que su construcción ponga en peligro el maravilloso ecosistema de la Riviera Maya, sus especies y la riqueza subterránea, que en conjunto son el mayor atractivo que hace a millones de turistas visitar la zona cada año; un balazo en el pie.
Y como cada torpeza que ha cometido la cuarta transformación nacional, este caso tiene alcances legales; hasta ahora, el gobierno federal no ha cumplido con la entrega de un proyecto ejecutivo ni de su Manifestación de Impacto Ambiental correspondientes a ese tramo, el 5, del Tren Maya. Por la mañana, en entrevista radiofónica, el presidente del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, Gustavo Alanís, dijo que “previo a la construcción del tramo 5 se deberían de analizar los ordenamientos ecológicos del territorio que establecen limitaciones de densidad y altura de las construcciones, así como los decretos de Áreas Naturales Protegidas federales y estatales, y el estatus legal de especies de flora y fauna protegidas por amenaza o peligro de extinción”.
Y detrás de eso parece haber una trampa, al más puro estilo de los megaproyectos neoliberales, resulta que el desarrollo del Tren Maya fue segmentado con una razón, “para evitar dar a conocer los impactos sinérgicos y acumulativos”, afirmó el abogado Alanís. Y por otro lado, la ruta por la que pasaría el tramo 5 fue cambiada de último momento, curiosamente con un llamado público del presidente a los hoteleros de la región, entre los que hay empresarios fifís y empresas transnacionales, esos que tanto provoca roña a los seguidores de la 4T,
El tramo Cancún-Tulum del Tren Maya iba a construirse sobre la carretera, en paralelo a la zona de hoteles, pero en su nuevo trazo la ruta se establecerá selva adentro. Antes de iniciar la construcción, debió ser sometido a los procedimientos de cambio de uso de suelo que hoy es forestal, además se debieron considerar los programas municipales de desarrollo urbano que puede haber en regiones como Cancún, Tulum y Playa del Carmen.
No olvidemos que México es uno de los lugares más peligrosos para ser defensor del medio ambiente y que se posiciona como el segundo país con más crímenes hacia activistas: nadamás en el 2021 el Centro Mexicano de Derecho Ambiental documentó 28 asesinatos de personas defensoras de los derechos humanos ambientales en el país.
¿Dónde están los ambientalistas afines a la 4T? Cuando a todas luces se está cometiendo un ecocidio, pues el daño que se comienza a cometer en manos de los únicos que puede obligar el presidente a hacerlo, el ejército, sería irreversible, sobre todo en la red de ríos subterráneos. Si tan demócratas son, si tanto han presumido su fidelidad con el pueblo ¿por qué no pusieron a consulta el asunto?, no han escuchado a las voces de la región, a las comunidades indígenas; como si lo han hecho en otras ocasiones.
Poco a poco escucharemos las voces expertas en la materia y la batería de descrédito de parte del aparato gubernamental. Pero créanme, el impacto sería durísimo. Mientras el leal Ejército Mexicano tiene en sus manos la construcción del Tramo 5, pues son los únicos que por institucionalidad avanzan sin reparar.