A las 12:54 empieza la rumba y con ello también un “viaje musical” por el Caribe. El público sorprendido por no encontrarse este tipo de música con frecuencia en el Tlaqná permanece en sus asientos, pero, con la segunda canción, un danzón, una tímida pareja se decide a pararse y bailar y poco a poco la Orquesta Tradicional Moscovita anima a los asistentes que ya extrañaban los conciertos presenciales en el recinto universitario.
Así fue la inauguración del ciclo extraordinario “Música y contexto o el sonido como historia”, una temporada especial de conciertos organizados por Difusión Cultural de la UV, que se extenderá hasta diciembre, con la finalidad de mostrar al público la importancia que tiene la música en la identidad mexicana y veracruzana, pero también en los procesos históricos.
“La música desde luego ha servido como entretenimiento y esparcimiento personal, pero también ha sido un vehículo muy claro en los procesos históricos y sociales por las luchas por los derechos humanos”, apuntó el doctor Alfonso Colorado, coordinador de Difusión Cultural.
Durante la inauguración también se realizó el anuncio de la nueva dirección de la Orquesta Tradicional Moscovita, que estará a cargo de Ángel Rubén Cuéllar Martínez, arreglista, pianista y cantante.
La música popular llegará a la sala grande
Antes de que la Orquesta Popular Moscovita consiguiera hacer bailar a todos en la sala anexa del Tlaqná con un repertorio que incluyó “Almendra Danzón”, “El ruletero”, “Lamento Jarocho”, “Piel Canela” y “La Pollera Colorá”, el investigador Rubén Figueroa Hernández dio una amena charla sobre la música afroantillana y enfatizó en el logro que implica que música considerada “popular” sea presentada en espacios tradicionalmente académicos como este.
“Quiero pedirles dos favores, el primero es que les caiga el veinte de que esta es una ocasión especial. Es importante que nuestras músicas populares entren a estos recintos que están reservados para otro tipo de música. El segundo es que, considerando esto, se comporten a la altura (risas) porque si nos portamos bien, quizá nos abran las puertas de la sala grande”.
A pesar de la promesa hecha al investigador, los asistentes no pudieron evitar sucumbir al ritmo y la herencia caribeña, y conforme avanzaba la tarde dando paso a la cumbia y la salsa, cada vez más personas se pararon a bailar, usando los estrechos pasillos del recinto que con frecuencia es hogar de compositores como Mozart o Beethoven.
El calor y ambiente festivo hicieron que eventualmente surgiera la promesa del doctor Colorado de que la viveza del grupo jarocho se presente en la sala grande del Tlaqná, continuando con la labor de dar el lugar que le corresponde a lo “popular” dentro de la identidad veracruzana.
Aunque el concierto estaba programado para durar una hora, la Moscovita continuó tocando por más de media hora, ante las peticiones del público que a gritos y con ganas de bailar convencieron a los músicos de tocar el Danzón Número 5 y “El cuarto de Tula”.
AVC
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