Rafael Torres Orozco, vulcanólogo e investigador de tiempo completo del Centro de Ciencias de la Tierra (CCT) de la Universidad Veracruzana (UV), dio a conocer que en México los volcanes con mayor potencial para generar erupciones devastadoras en un mediano plazo son: Pico de Orizaba, Popocatépetl y Volcán de Colima.

Formado en el programa educativo (PE) de Geografía de la UV, de donde tiene la fortuna de ser el primer egresado de la primera generación, Rafael Torres se ha dedicado al estudio del vulcanismo para saber cómo se producen las erupciones explosivas.

Desde que cursaba la secundaria, Rafael ya mostraba interés en el estudio de las ciencias de la tierra, de la parte física, geológica y los procesos de formación volcánica.

“Como cualquier niño quería saber cómo se formaban los volcanes, veía los videos de Hawái, cómo los vulcanólogos se ponían unos trajes plateados para resistir el calor, eso me llamaba la atención.”

Después de la UV, esa motivación lo llevó a cursar la Maestría en Ciencias de la Tierra (Vulcanología) en el Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y un doctorado en Ciencias de la Tierra en la Universidad de Massey, Nueva Zelanda.

También, hizo estudios de posdoctorado en Vulcanología Física y Experimental en la Universidad de Manchester; en el Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad Colegio de Londres, en Reino Unido, y en el Centro de Geociencias de la UNAM, Campus Querétaro.

El joven científico explicó que existen dos tipos de erupciones volcánicas: efusivas, parecidas a los famosos flujos de lava de Hawái, que atraen el turismo al no representar gran peligro, pues se mueven a velocidades muy lentas.

Las explosivas, que sí representan amenazas porque ocurren de manera inesperada, muy rápido, son muy violentas, alcanzan velocidades de 100 kilómetros por hora y generan nubes de ceniza incandescente a cientos de grados centígrados.

“El problema es que son impredecibles, es muy difícil saber cuándo van a generarse, o si serán pequeñas como las últimas erupciones del Popocatépetl.”

Precisamente, su labor como investigador del CCT-UV radica en estudiar ese tipo de fenómenos, entender cómo se producen, cuál es su fuerza, velocidad, energía, y cuándo pueden convertirse en una amenaza, es decir, en una erupción de magnitud e intensidad mayor.

Actualmente realiza estudios en el Pico de Orizaba, el Popocatépetl y en el Volcán de Colima, mismos que, desde su perspectiva, podrían generar grandes y pequeñas erupciones explosivas.

En México hay entre ocho mil y 10 mil volcanes

Rafael Torres Orozco informó que el centro de México, desde la costa de Nayarit hasta Palma Sola, Veracruz, está cubierto por la Faja Volcánica Transmexicana (FVTM) o sistema de volcanes.

Se dice que hay entre ocho mil y 10 mil volcanes en toda esa región. Todos, en mayor o menor medida, obedecen a un proceso tectónico de placas.

A este respecto, explicó que el territorio mexicano se encuentra sobre la placa tectónica Norteamericana, afectada por la subducción de la placa de Cocos, ubicada en el Océano Pacífico.

Ésta, al introducirse debajo de la Norteamericana (subducción), ocasiona procesos físico-químicos como: fricción, calor, presión y, a su vez, el derretimiento de las rocas a un gran nivel de profundidad, y la generación de magma, de lo cual se alimentan los volcanes.

Ese proceso puede explicar la existencia de volcanes en esta zona del país. “En realidad, la misma placa de Cocos es responsable de los volcanes ubicados en Centroamérica, especialmente en Guatemala, El Salvador y Nicaragua”.

No es que todos los volcanes estén conectados, sino que cada uno tiene sus propias raíces y se mueven en varios sentidos de forma independiente.

De estos 10 mil volcanes, no todos tienen actividad visible, pero sí muchos el potencial de hacer erupción cualquier día, reiteró.

Su experiencia en este campo de estudio lo ha llevado también a analizar otros volcanes en Guatemala, país que de norte a sur está atravesado por una cadena volcánica de la Sierra Madre de Chiapas, donde se encuentra el volcán Tacaná.

“En esa zona debe haber alrededor de 20 volcanes parecidos al Pico de Orizaba.”

Junto a los volcanes ya mencionados, Rafael Torres también estudia el Ceboruco, en Nayarit; y la caldera de Los Humeros, situada en el municipio de Chignautla, en el estado de Puebla, en los límites con Veracruz, donde existe una planta de energía geotérmica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Es un volcán con erupciones no tan frecuentes, pues ocurren cada 100 mil años, “pero cuando hacen erupción, éstas son devastadoras a nivel global”.

El Campo Volcánico de Xalapa (CVX) es otra área de estudio, y su mayor evidencia es el Cerro de Macuiltépetl; el de las Culebras, en Coatepec; Acanalan, en Xico; Miahuatlán, cerca de Acatlán, y Volcancillo.

“Son volcanes pequeños, hacen erupción y después se apagan, pero puede pasar que nazca uno nuevo, ya sea en medio de una ciudad o de un lago.”

En este caso, las evidencias apuntan a que no puede ocurrir algo de forma inmediata, sin embargo, se debe mantener el monitoreo.

Al referirse al Pico de Orizaba, mencionó que se trata de un volcán poco estudiado a pesar de representar una gran amenaza, por lo que uno de sus objetivos es adentrarse en ello.

De acuerdo con registros históricos, éste tuvo una pequeña erupción entre 1750 y 1800. Las más grandes y devastadoras datan de más de mil años.

No obstante, si desde la perspectiva geológica se estudian los depósitos de roca formados por el volcán, hay evidencia de erupciones más recientes y destructoras que podrían constituir un problema para las poblaciones cercanas, pero no han sido estudiadas a fondo.

“Tratamos de avanzar, estudiar y conocer lo que ya ha sucedido para entender qué podría pasar.”

El trabajo de campo en este volcán ha quedado un poco rezagado por la complejidad de sus condiciones naturales y altura, aunado a la paralización de actividades derivadas de la pandemia.

Por ejemplo, el CCT cuenta con varias estaciones que lo monitorean; sin embargo, se han suscitado problemas de tipo técnico por cuestiones vandálicas.

Anunció que este centro está por implementar un laboratorio orientado hacia el análisis microscópico de rocas volcánicas para entender qué factores coadyuvan en el incremento de la explosividad potencial de un volcán.

Los volcanes también brindan importantes beneficios

“Si nos vamos a los orígenes de la tierra, no podría haber atmósfera si no existieran los volcanes, son respiraderos del planeta que permiten la liberación de gases, oxígeno, dióxido de carbono y flúor. Esos compuestos permitieron la formación de la atmósfera y la vida en el planeta”, puntualizó el investigador.

Hoy en día, un volcán genera material para la construcción, como tabiques, a partir de material volcánico, ceniza y piedra pómez.

Las cenizas también poseen minerales y nutrimentos que enriquecen el suelo, por ello existen poblaciones aledañas a estas montañas, porque son suelos ricos para la producción agrícola, la ganadería y siembra de pastizales.

Al ser elevaciones topográficas permiten la captación de agua, generación de manantiales, escurrimientos; es decir, son zonas ricas en el recurso hídrico.

El vulcanólogo, cuyo ingreso al CCT es reciente, afirmó que no hay déficit de especialistas en esta materia en México, pero sí de recursos económicos, infraestructura, de apoyos para la investigación, si se toma en cuenta que en México hay alrededor de 10 mil volcanes.

Además del Popocatépetl, Pico de Orizaba (Citlaltépetl) y Volcán de Colima, también se encuentran bajo monitoreo: el Ceboruco, La Malinche, en Puebla; el Chichonal y el Tacaná, en Chiapas.

Los campos volcánicos de Michoacán-Guanajuato, donde se ubica el Paricutín y Chichinautzin, que atraviesa la Ciudad de México, desde el Popocatépetl hasta el Nevado de Toluca.

AVC

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