Investigadores de la Universidad de California San Francisco (Estados Unidos), han conseguido aprovechar un fármaco anticanceroso y aprobado para detener el crecimiento de los tumores impulsados por mutaciones en el gen RAS, que son famosos por ser difíciles de tratar y por ser la causa de una de cada cuatro muertes por cáncer aprovechando el ‘apetito’ de las células cancerosas por una forma reactiva de hierro.
Según publican en el ‘Journal of Experimental Medicine’, los investigadores modificaron un fármaco anticanceroso para que actuara sólo en estas células ricas en hierro, dejando que otras células funcionaran normalmente. Este logro podría abrir las puertas a una quimioterapia más tolerable para muchos cánceres en los que los tratamientos actuales pueden ser tan difíciles como la enfermedad.
«Las mutaciones de RAS, por sí solas, causan más daños que todos los demás cánceres combinados, y se llevan tantas vidas en todo el mundo –recuerda el doctor Eric Collisson, autor principal del estudio y miembro del Centro Oncológico Integral de la Familia Helen Diller de la UCSF–. Este estudio nos acerca mucho más a abordar la necesidad insatisfecha de un mejor tratamiento de estos cánceres».
Para ello, Collisson y el autor principal, el doctor Honglin Jiang, ambos oncólogos de la UCSF, se asociaron con el doctor Adam Renslo, químico farmacéutico también de la UCSF y coautor principal, para centrarse en los cánceres de páncreas y gastrointestinales con mutación RAS. El gen RAS desempeña un papel en el control de las vías de la célula que la impulsan a crecer y dividirse. Las mutaciones en el gen suelen significar que estas fuerzas de crecimiento no se controlan, lo que conduce al cáncer.
Los tratamientos actuales, como un fármaco llamado cobimetinib, hacen un buen trabajo al bloquear esta actividad de crecimiento excesivo puesta en marcha por la mutación, pero también lo hacen en muchos otros tejidos no cancerosos, lo que provoca graves efectos secundarios que muchos pacientes consideran intolerables.
«El cobimetinib es un ejemplo clásico de un fármaco anticanceroso que sabemos que funciona bien en su objetivo, pero que no ha alcanzado su potencial clínico porque el mismo objetivo es importante en la piel y otros tejidos normales», explica Renzo.
Los investigadores descubrieron que muchos tumores impulsados por la forma KRAS de las mutaciones RAS tienen concentraciones elevadas de hierro ferroso -una forma del elemento que es altamente reactiva- y que esto se correlaciona con tiempos de supervivencia más cortos.
Para aprovechar esta característica única de las células cancerosas, Renzo y el entonces estudiante de posgrado Ryan Muir sintetizaron una nueva versión de cobimetinib con un pequeño sensor molecular de hierro ferroso. El sensor desactiva el cobimetinib hasta que encuentra hierro ferroso en las células cancerosas.
Tras confirmar que el nuevo fármaco, bautizado como TRX-cobimetinib, evitaba los efectos adversos en tejidos normales como la piel que limitan la dosificación en pacientes humanos, los investigadores probaron el compuesto en modelos de ratón de varios cánceres impulsados por KRAS y descubrieron que era tan eficaz como el cobimetinib para reducir los tumores.
La reducción de la toxicidad permitió a los investigadores combinar el TRX-cobimetinib con otros fármacos anticancerosos sinérgicos para proporcionar tratamientos combinados que resultaron aún mejores en la inhibición del crecimiento tumoral y fueron mejor tolerados que las combinaciones comparables con cobimetinib.
«Al eliminar la toxicidad de la ecuación, se está hablando no sólo de un nuevo fármaco, sino de 10 nuevas combinaciones que ahora se puede pensar en explorar en la clínica», subraya Renslo. Ya está estudiando si un enfoque similar puede aplicarse a los antibióticos, algunos de los cuales tienen efectos secundarios adversos, para dirigir el tratamiento y reducir la toxicidad.
Collisson, que trabaja a diario con pacientes que luchan contra estos cánceres, señala que la colaboración con Renzo le ha dado la esperanza de poder ofrecer a esos pacientes mejores opciones en un futuro no muy lejano. Y añade que la experiencia le ha abierto los ojos a cosas que se había perdido por estar tan centrado en su mundo oncológico cotidiano.
«Me encanta cuidar de los pacientes, y una parte fundamental de ello es, en última instancia, llevar una molécula al lugar donde se necesita y mantenerla fuera de los lugares donde no se necesita –explica–. Poder administrar una terapia que es cinco veces más potente que la que tenemos en la actualidad y no hacer sufrir al paciente, es muy emocionante».
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