La revista Nature Medicine acaba de publicar un estudio liderado, entre otros centros, por el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y el Hospital Universitario de Bellvitge, en el cual se identifican dos anticuerpos que los humanos tenemos de forma natural. Estos activan invest la respuesta inmunitaria que provoca el deterioro de los implantes cardiacos de origen animal.

Se calcula que el 2% de la población occidental necesitará el reemplazo de una válvula cardiaca en algún momento de su vida. La mejor opción suele ser implantar una válvula biológica hecha a partir de tejido animal, normalmente vacuno o porcino. Sin embargo, este tipo de válvulas se acaban deteriorando pasados entre 10 y 15 años. Ahora, un estudio publicado en la revista Nature Medicine ha descubierto la causa de este deterioro y ha abierto la puerta al diseño de nuevas estrategias que permitan detenerlo.

El estudio describe cómo dos anticuerpos, que aparecen de forma natural pocos meses después del nacimiento, son los desencadenantes de ese deterioro. Estos anticuerpos reconocen moléculas del tejido animal de la válvula como ajenas al organismo e inician una respuesta inflamatoria que la acaba dañando.

El trabajo ha sido coliderado con otros centros de investigación internacionales por Rafael Mañez, jefe de grupo de investigación del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge y del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario de Bellvitge. Mañez ha coordinado durante años un programa pionero en el campo del xenotrasplante.

Los investigadores proponen producir las válvulas a partir de tejido de animales modificados genéticamente que no expresen las moléculas que reconocen los dos anticuerpos y alargar así su duración. «Ya se han generado cerdos que no expresen algunas de estas moléculas concretas, es un ejemplo el donante de corazón del primer trasplante cerdo-humano que acaba de tener lugar en Maryland, tenemos la tecnología para crearlo -apunta Mañez-, sólo habría que probarlo en este contexto».

En el estudio se ha incluido a casi 1.700 pacientes de toda Europa, con un seguimiento de su evolución en los 15 años posteriores al recambio valvular. El gran número de pacientes incluidos en esta cohorte internacional ha permitido detectar que presentan un aumento significativo de los anticuerpos en cuestión un mes después del implante y crean depósitos de anticuerpos en las mismas válvulas.

La spin-off surgida del IDIBELL RemAb Therapeutics ha diseñado un tratamiento que elimina de forma selectiva e inocua uno de los anticuerpos desencadenantes del deterioro de las válvulas biológicas. Es un compuesto que ha mostrado su eficacia en las pruebas preclínicas y este año se iniciará un ensayo para testarlo en humanos. «Administrar este tratamiento a las personas que se les ha implantado una válvula biológica sería una buena solución para ampliar su vida media», explica el Mañez.

Nuevo escenario para pacientes jóvenes

El hallazgo supone una nueva alternativa para las personas jóvenes que necesitan una nueva válvula. Para ellos, las biológicas no son una buena opción, puesto que cada 10 años deberían someterse a una cirugía de alto riesgo para reemplazarlas.

Esto les obliga a utilizar válvulas mecánicas metálicas. Son dispositivos permanentes, pero requieren la administración de medicamentos anticoagulantes de por vida. El tratamiento con anticoagulantes debe realizarse bajo un estrecho seguimiento médico e implica el riesgo de sufrir una hemorragia descontrolada.

«Poder optar a las válvulas biológicas supondría una clara mejora en la seguridad y la calidad de vida de estos pacientes más jóvenes, además de un ahorro de recursos para los sistemas de salud», indica el investigador.

okdiario.com

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