Por lo menos los priistas que ahora reniegan de su origen y cobran en el gobierno estatal de Morena deberían recordarles a sus jefes cómo fue que en 2004 el entonces senador Fidel Herrera Beltrán terminó imponiéndose como candidato del PRI a la gubernatura de Veracruz, pese al boicot del grupo del gobernador en turno Miguel Alemán Velasco, quien de última hora intentó fallidamente impulsar a Tomás Ruiz González, a la sazón director de Banobras, para descarrilar el proyecto sucesorio del político cuenqueño.
Y es que, como se recordará, al año siguiente de la elección federal de 2000, en la que resultó electo senador junto con Fernando Gutiérrez Barrios –extinto ex gobernador y ex secretario de Gobernación–, Herrera Beltrán planeó recorrer nuevamente la entidad para reunirse cada fin de semana con distintos grupos sociales, políticos, religiosos, sindicales, inclusive con ediles y militantes de partidos adversarios al PRI así como con diversas organizaciones de productores, comerciantes, pequeños empresarios e industriales, etcétera.
El año previo de la sucesión Fidel afianzó los acuerdos y pactos políticos con todos sus aliados, de tal manera que cuando parecía que la dirigencia nacional del PRI, encabezada por el tabasqueño Roberto Madrazo –que aspiraba contender por la Presidencia de la República en 2006– le negaría la candidatura al gobierno de Veracruz, el priista oriundo de Nopaltepec, municipio de Cosamaloapan, mandó el mensaje de que si no lo postulaba el tricolor podría ser nominado por el PRD a invitación de su ex camarada Ricardo Monreal, quien seis atrás, en 1998, había protagonizado el llamado “monrealazo”, pues tras la imposición de José Marco Antonio Olvera Acevedo como candidato, el entonces diputado federal renunció al Revolucionario Institucional y ganó la gubernatura de Zacatecas nominado por el partido del sol azteca.
Esta historia se rememora porque entre aquella sucesión estatal y la próxima de 2024 comienzan a observarse algunas similitudes entre los principales aspirantes de Morena a la gubernatura de Veracruz y los grupos políticos y de poder económico que los respaldan.
Y es que hasta antes de las elecciones de junio pasado, todo parecía indicar que la sucesión del gobernador Cuitláhuac García estaba totalmente resuelta a favor de la senadora con licencia y secretaria de Energía, Rocío Nahle. Sin embargo, con la promoción de Gutiérrez Luna como presidente de la Cámara de Diputados, el abogado oriundo de Minatitlán ha logrado encartarse como otro fuerte prospecto más de Morena a la gubernatura, pues desde hace seis meses comenzó a recorrer frenéticamente la entidad para acercarse y escuchar a todos los grupos y actores políticos y sociales de Veracruz que se sienten lastimados y desatendidos por el grupo gobernante, que abiertamente apoya a la ex diputada federal avecindada en Coatzacoalcos pero nativa de Zacatecas.
Los reclamos y descalificaciones que tras haber publicitado su reciente reunión con el magnate Carlos Slim Helú ha recibido del secretario de Gobierno, Eric Cisneros, y de las diputadas de su propio partido, Claudia Tello Espinosa, de Xalapa-Rural, y la plurinominal Rosalba Valencia Cruz, también veracruzana, parecieran ser indicios de que Sergio Gutiérrez ha puesto a bailar las aspiraciones de Rocío Nahle, a quien le atribuyen haber dicho desde hace meses que “Veracruz ya tiene dueña”.
Lo cierto es que el golpeteo contra el presidente de la Cámara de Diputados por sus legítimas aspiraciones de suceder al gobernador García Jiménez sólo alienta el divisionismo interno del partido en el poder que en 2024 necesitará de la sólida unión de todos los grupos para derrotar a sus adversarios, que muy posiblemente vayan en bloque otra vez.
¿A poco ya tan pronto se le olvidó a Cisneros Burgos y a las diputadas morenistas que apoyan a Nahle, el mensaje que a finales de enero pasado llevó el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, a la octava reunión plenaria de Morena en el Senado de la República, en la que el titular de la SEGOB dio un manotazo desaprobando la “comisión especial” que habían creado Monreal y Dante Delgado para investigar los presuntos abusos de autoridad y violación de derechos humanos del gobierno de Cuitláhuac García, recriminándoles que “beneficiaba más a los intereses de la oposición”?
López Hernández, como se recordará, llamó a los legisladores de su partido a “no perder el tiempo en estériles batallas internas” y enfocarse en ser una bancada “fuerte” y “con la autoridad moral” para impulsar la reforma eléctrica propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y les advirtió: “Si nosotros no somos capaces de mantenernos unidos, tampoco vamos a ser capaces de ejercer la autoridad moral”.
Así que flojitos y cooperando. ¿O acaso necesitan que se los vuelva a repetir don Adán, a quien, por cierto, tampoco hay que descartarlo para la sucesión presidencial de 2024 aunque hasta ahora pareciera que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, tiene todo a su favor para ser la candidata de Morena?